22 de febrero de 2017

Cómo hemos cambiado: la evolución de la ópera

La ópera data de comienzos del siglo XVII. En esta ocasión, no vamos a remontarnos tanto, además de que el origen del género merece una entrada aparte que le dedicaré más adelante. De lo que voy a tratar es de analizar la evolución de la ópera en su conjunto, desde que tenemos memoria o desde que tenemos documentos gráficos, mejor dicho. Voces, escenografía y decorados, teatralidad, todo será valorado, en primera instancia individualmente y luego globalmente para tener una visión de conjunto y saber de dónde venimos y a dónde vamos.

Tengo que confesar que la inspiración para este post me vino al ver al bueno de Plácido Domingo tumbado en el suelo cantando el Nabucco del MET. También al leer alguna crítica negativa sobre la sucinta escenografía del último Così fan tutte de la Ópera de París. En cualquier caso, soy contrario a la rotundidad de la afirmación de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cada época tiene sus características y deben ser ponderadas según las circunstancias y el contexto del momento sin negar que la evolución es lo que nos hace crecer.

En nuestros días, se ha instaurado la creencia, más o menos fundamentada, de que las voces de los artistas actuales no están a la altura de los que les precedieron. Hay aspectos subjetivos cuyas valoraciones son difíciles de discutir y argumentar, pero en cambio, otros como la voz, son más propensos a ser objeto de juicios imparciales. Parámetros como el timbre, la potencia, el color, etc., son susceptibles de ser medidos y comparados. Quizás actualmente no contemos con voces legendarias y cantantes que han escrito sus nombres con letras de oro en la historia de la ópera. Maria Callas, Enrico Caruso, Joan Sutherland, Luciano Pavarotti, por nombrar algunos de los ya fallecidos, nos han dejado muchas de las mejores interpretaciones vocales que se conocen y que podemos seguir disfrutando gracias a las grabaciones de audio y vídeo. Esto no quita que actualmente tengamos cantantes de primer nivel que solo el paso del tiempo pondrá en su lugar. Además resulta injusto y desequilibrado citar una lista de grandes talentos vocales de los últimos cincuenta años y compararlos con los de la década actual.

Montserrat Caballé y Luciano Pavarotti - Andrea Chénier

Analizado el tema de la voz y admitiendo que esas grandes voces ya se apagaron, voy a decir, sin miedo a equivocarme, que en todo lo demás la ópera ha mejorado y crecido exponencialmente. La actitud pasiva de los intérpretes cantando de cara al público como pasmarotes se acabó. La interpretación en el sentido más amplio del término y la teatralidad son, hoy en día, un vehículo fundamental para dotar de veracidad a la obra. Antes mencioné a Plácido Domingo cantando tumbado en el suelo, como un claro ejemplo, siendo un artista bisagra entre el pasado y el presente, de lo que se le exige hoy en día a los cantantes. Ya no vale con dar las notas y hacerlo con solvencia, hacer el personaje tuyo hasta las últimas consecuencias te lleva a interactuar con el entorno y el resto del reparto. Besarse, cantar tumbado, colgado, saltar, correr y hasta desnudarse, son requisitos frecuentes en las producciones actuales. Sin duda, todo ello contribuye, dentro de la convención que supone cualquier representación, a que nos sumerjamos por completo en la obra.

Si hablamos de la escenografía y decorados, tres cuartos de lo mismo. La evolución de los escenarios, a mi juicio, ha sufrido un efecto boomerang. Hubo una trayectoria de ida y ahora estamos en la de vuelta, me explico. En los comienzos, por la precariedad tecnológica, abundaban los escenarios despoblados y los papeles pintados. Lo mismo desplegaban un rollo con un fondo de las pirámides de Egipto que otro con un castillo medieval, algunos con sorprendente profundidad. Los cantantes deambulaban por el escenario, los que lo hacían, con alguna espada de plástico en la mano y sin elementos con los que interactuar. El tiempo pasó y, poco a poco, los escenarios fueron ganando importancia como elemento canalizador de la narración. Templos, palacios, escalinatas, columnas, recreación de ciudades, todo cartón piedra, vale, pero perfectamente creíbles. Esta escenografía profusa tuvo su máxima expresión con Franco Zeffirelli como podemos ver en la siguiente imagen.

Aida de Verdi - Producción de Franco Zeffirelli

Llegados a ese nivel de detalle y despliegue de recursos, el boomerang emprendió su camino de regreso. Ya sabíamos lo que éramos capaces de hacer, había quedado constancia de ello y ya no era necesario reproducir lo que ya no admitía más nivel de especificación. Ahora había que contar lo mismo pero de otra forma. Surgen las escenografías más espartanas. Sobriedad consentida para aportar algo novedoso a lo visto hasta el momento. Esta tendencia no está exenta de críticas por el público más conservador, que considera herejía algunas propuestas escénicas más transgresoras. En descargo de ese sector más rígido del público, he de decir que en ocasiones hemos presenciado la tiranía de los directores de escena, tanto por lo despiadado de las exigencias a los cantantes como por lo ridículo de algunas aportaciones escénicas. Aún así, considero muy saludable para el género esos nuevos puntos de vista a la hora de contar una historia contada tantas veces. Si la propuesta, aun con traslaciones temporales, de corte moderno o minimalista, cambiando elementos como espadas por paraguas, haciendo uso de proyecciones, etc., funciona y está argumentada, hay que ponerla en valor pues está aportando matices y enfocando la obra desde una perspectiva no explorada anteriormente.

Como alegato final pediría que tengamos altura de miras, condenemos por supuesto las tomaduras de pelo y bufonerías, pero no seamos reacios a las nuevas propuestas, a los soplos de aire fresco. Hay muchos artistas, cada vez más directores de escena provienen del mundo del cine, con mucho que aportar y nuevas ideas para reformular esas obras que tanto nos gustan. Como, el director y guionista de cine austriaco, Michael Haneke, que presentó en el Teatro Real de Madrid en 2013 su particular versión de Così fan tutte de Mozart.

Così fan tutte de Mozart - Producción de Michael Haneke

Recapitulando todo lo anterior, estamos en disposición de afirmar que la ópera ha evolucionado y en conjunto, a mucho mejor. Ahora se nos presenta como un espectáculo más completo, más comprometido, más atractivo y, en definitiva, más veraz. Goza de buena salud y debemos felicitarnos por ello.

12 comentarios:

  1. Pues estoy de acuerdo con todo lo dicho, siendo yo un novato, pero ya un enamorado de la opera, acabo de presenciar en Piacenza, la opera "La Wally", la cual no se interpretaba desde hacia 40 años, y la verdad que ha sido maravilloso por parte de todo el elenco en especial la soprano española Saioa Hernandez, ampliamente aplaudida, todo un lujo de voz, fuerza e interpretación.

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  2. Me gustan tus comentarios sobre la evolución de las puestas en escena. Es obvio que no todo lo transgresor es bueno, faltaria más...igual que no lo era todo lo "antiguo" (alguna cosa si).

    Pero creo que la clave está, para mi, en que una puesta actual, con elementos actuales no solo, como dices, poner en valor yaportando matices, enfocando la obra desde una perspectiva no explorada anteriormente. También, y para mi eso es muy importante, translada lo que provocaba emociones hace décadas a lo que nos las provoca ahora. Los mismos elementos que antes funcionaban para evocar poder, deseo, lujuria, venganza, amor, lealdad, etc...no son los mismos. El escándalo de una prostituta de lujo (antes llamada extraviada), requiere otro concepto visual para que nos creamos eso. Y con poco, muy pocos, elementos en escena, por ejemplo la ya clásica (12 años después) puesta en escena de Willy Decker con Netrebko-Villazón es un ejemplo de lo que digo.

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  3. Muchas gracias por vuestros comentarios. Efectivamente Teresa, no todo vale, y muchas producciones clásicas siguen resultando una delicia. Pero hay que reconocer que algún director de escena ha aportado perspectivas muy interesantes que enriquecen el conjunto e invitan a la reflexión. Saludos.

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  4. Buenos días, Ángel.

    Te felicito especialmente por esta entrada, tal vez la mejor escrita hasta ahora. Haces un certero análisis de la evolución del espectáculo operístico en las últimas décadas.

    Dejando de lado la controversia acerca de la necesidad o no de modernizar las escenografías y obviando la tiranía de los escenógrafos que se padece en no pocos teatros (Bayreuth es buen ejemplo de ello), me confieso partidario de la evolución que tan bien comentas: ni cualquier tiempo pasado fue mejor en el terreno vocal, ni añoro la ausencia de dirección escénica años atrás.

    No obstante, y siendo ecuánime, he de admitir que en esta vida no hay nada perfecto, que siempre es posible tropezarse con un tartamudeo... por divino que sea el discurso ;-).

    Este nuevo orden operístico, donde lo visual y escénico prevalece sobre lo estrictamente canoro, ha favorecido también la carrera de intérpretes cuyas voces y musicalidad están no solo sobrevaloradas sino también muy por debajo de su principal valor: la apariencia física. Se me viene a la mente el caso de Anna Netrebko, una "fobia" subjetiva y, por tanto, sujeta a error, pero que se refuerza cada vez que la escucho cantando Tatiana, Manon Lescaut o esa sublime música de genio de Salzburgo que "desnuda" las carencias de los cantantes.

    Por suerte, no todo es negativo en el plano vocal; en la actualidad podemos disfrutar de sopranos tan versátiles como Patricia Petibon, mezzos tan prometedoras como Anita Rachvelishvili, tenores memorables como Jonas Kaufmann o barítonos tan sólidos como Johan Reuter.

    Podría citar otros muchos ejemplos para sostener que cualquier tiempo pasado no siempre fue necesariamente mejor, pero el objeto de mi intervención no es éste sino el de felicitar a Ángel por esta entrada en particular así como por su labor al frente de este blog.

    Dejo, pues, por escrito mi enhorabuena.

    Y recibid tod@s un saludo cordial.
    A.

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  5. Muchas gracias por el cumplido y por el guiño que haces sobre Billy Budd, la ópera de Britten que iré a ver este fin de semana a Madrid.

    Interesante lista la que mencionas, son nombres muy a seguir de cerca en el panorama actual. El paso del tiempo determinará qué lugar ocupan en la historia de la ópera.

    Gracias una vez más por tus palabras que me animan a seguir en la misma línea de trabajo. Saludos.

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  6. La evolución, además del aspecto creativo y artístico de las puestas actuales, es también un efecto de mercadotecnia global.

    No cotinuo porque estoy con el celu y no es lo más práctico para escribir.
    Felicitaciones por el blog.
    Un saludo caribeño, Manuel ��

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  7. Muchas gracias por las felicitaciones. Es cierto que tanto para aportar perspectivas distintas como para acercar la ópera a un nuevo público, las producciones de corte moderno deben ser tenidas en cuenta.
    Saludos.

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  8. Saliéndonos de los límites de la ópera, ¿qué opinión le merecen las representaciones escénicas de oratorios como El Mesías de Händel o La Pasión según San Mateo de Bach? ¿Iniciativas válidas para aportar nuevas perspectivas a estas obras maestras o simple mercadotecnia Gracias.

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    1. En mi opinión, este tipo de representaciones o en algunos casos obras semiescenificadas siempre suman y contribuyen con nuevas ideas. Lo que no aporta demasiado y encima resta son las óperas en concierto. Saludos y gracias por participar.

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    2. Suscribo lo dicho por Ángel con tanto acierto.

      Si hay algo desalentador para los aficionados (o para la perspectiva de crear nuevos) son las óperas en concierto; saber que la próxima temporada el Liceu va a dar este trato a dos obras maestras del barroco ("L'Incoronazione di Poppea" de Monteverdi y "Ariodante" de Haendel) es verdaderamente decepcionante. ¡Menudo disgusto me he llevado al conocer la programación!

      De las obras mencionadas por Händel-Bach, tan solo conozco dos propuestas "escénicas":

      - la de Claus Guth para el MESÍAS de Haendel, controvertida al crear un hilo narrativo paralelo al original renunciando además al factor divino de la historia
      - y, cómo no, las dos "ritualizaciones" que Peter Sellars ideó para las PASIONES SEGÚN SAN MATEO Y SAN JUAN de Bach y que suponen todo un acierto pues añaden nuevas perspectivas a todo el conjunto al “dramatizar” incluso las arias más discursivas.

      Cabe la posibilidad de que, como afirman en este artículo http://www.unir.net/humanidades/revista/noticias/de-bach-a-sir-simon-rattle-la-pasion-o-la-musica-hecha-fe/549201434684/, "las escenificaciones de música no-escénica se hayan puesto de moda" y ello se deba a la inercia de la mercadotecnia, pero hay que admitir que, enfocadas en la dirección correcta, estos trabajos suman significación a unas partituras de, por sí, ya geniales.

      Asimismo hay que señalar que, más allá de los oratorios, se han llevado a escena incluso ciclos de lieder tan extraordinarios como el WINTERREISE de Schubert. Otro acierto.

      Saludos cordiales a ambos.
      A.

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  9. Aunque con retraso, quiero agradecer su respuesta. Coincido con usted en que estas representaciones suman significación a dichas obras. Agradezco también la reflexión planteada por Anónimo y el hecho de que haya señalado el caso de Winterreise, que no conozco pero que apunto para el futuro.

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    1. Muchas gracias por participar con sus comentarios. Saludos.

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