29 de marzo de 2019

Próximamente en cines: La forza del destino, 2 de abril, ROH

Afortunadamente, cada vez son más óperas las que se ofrecen al público en las salas de cine. Las distintas cadenas y distribuidoras se han dado cuenta de que es un producto que interesa y vende. Ya sean retransmisiones en directo, en diferido o, como recientemente ha ocurrido con el Andrea Chénier de José Carreras, grabaciones históricas remasterizadas. Cada una de las propuestas de este amplio abanico de opciones tiene algún atractivo que la hace digna de ser visionada pero, como sabéis, en blog solo suelo reseñar eventos en directo. A mi juicio es lo único que, con sus matices, contiene parte de la magia, por aquello del directo, que supone asistir a una ópera en el teatro. Por supuesto, aunque se trate de una función en diferido, la experiencia en el cine superará con mucho, a nivel técnico y sonoro, a la que podamos apreciar en nuestros equipos domésticos.

La cita que vengo a recomendar y a la que, por cuestiones laborales, asistiré en un cine de otra ciudad, la tenemos con La forza del destino de Verdi. Un título no tan conocido del amplio catálogo de óperas del compositor de Busseto, pero con momentos musicalmente memorables a la altura de sus obras más conocidas. A este aperitivo tenemos que sumar el plato fuerte del trío protagonista, encabezado por el tenor alemán Jonas Kaufmann y la soprano rusa Anna Netrebko, con la presencia también del barítono galo Ludovic Tézier. Para cualquiera que siga someramente la actualidad lírica, los nombres de Kaufmann y Netrebko le sonarán y mucho pues, indiscutiblemente, son estrellas mundiales en sus respectivas cuerdas. Más allá de los gustos de unos y otros, verlos cantar es siempre una ocasión para no dejar pasar. En este caso lo harán juntos y no suele ser habitual así que avisados estáis.



¿Cuándo?
Martes 2 de abril de 2019 a las 19:15, en directo desde el Royal Opera House de Londres. Retransmitido en más de 140 salas de cine por Versión Digital, distribuidora con los derechos de ROH en exclusiva. Podéis consultar las salas de cine asociadas aquí y comprar las entradas.

¿Qué?
La forza del destino es una ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Don Álvaro o la fuerza del sino del escritor español Ángel de Saavedra, duque de Rivas. La ópera se estrenó en el Teatro Bolshói de San Petersburgo, en 1862 y en España, en el Teatro Real de Madrid, un año después. La duración estimada es de 4 horas y 15 minutos, incluyendo dos intermedios.

Personajes
Leonora. Hija del marqués de Calatrava, enamorada de don Álvaro. Papel para soprano dramática de coloratura; requiere potencia y agilidad, cambios dinámicos.
Don Álvaro. Noble inca afincado en España y enamorado de Leonora. Papel para tenor spinto con ribetes dramáticos.
Don Carlos. Hermano de Leonora, personaje vengativo que busca a su hermana y a don Álvaro para matarlos. Papel para barítono que requiere cierta potencia.
Padre Guardiano. Religioso. Papel de autoridad para bajo.
Fra Melitone. Personaje bufo de un monje patoso, grosero y poco vocacional. Papel para barítono
Marqués de Calatrava. Padre de Leonora; muere por accidente al dispararse el arma de don Álvaro. Papel episódico para bajo.
Curra. Criada incompetente de Leonora. Papel mínimo para soprano.
Trabuco. Vendedor de baratijas. Breve papel para tenor.
Preziosilla. Cantinera del ejército. Papel de moza aguerrida con voz de mezzosoprano.
Alcalde. Personaje episódico. Papel para bajo.
Un cirujano. Papel para barítono de muy breve cometido.
Coro. Muy importante.

Argumento (vía Wikipedia)
La trama transcurre en España e Italia, alrededor de 1750.

Acto 1: Habitación del castillo de Calatrava, cerca de Sevilla
Don Álvaro es un joven noble de Sudamérica (presumiblemente Perú) que es en parte indio y que se ha establecido en Sevilla, donde, sin embargo, no se piensa bien de él. Se enamora de doña Leonora, la hija del marqués de Calatrava, quien, a pesar de su amor por su hija, ha decidido que ella se case sólo con un hombre de la más alta cuna. Leonora, conociendo la aversión de su padre, y profundamente enamorada de Álvaro, decide abandonar su casa y su país para fugarse con él, ayudada por su sirvienta, Curra. (A.: Me pellegrina ed orfana - "Yo, exiliada y huérfana").
Su padre entra inesperadamente y descubre a Álvaro; él lo amenaza de muerte, y, para eliminar cualquier sospecha sobre la castidad de Leonora, Álvaro ofrece entregarse al marqués. Tira su pistola con tan mala suerte que del golpe se dispara y hiere mortalmente al padre de Leonora quien muere maldiciendo a su hija.


Acto 2
Escena 1: Taberna en las afueras de Hornachuelos
El Alcalde, varios muleteros y don Carlos de Vargas, hermano de doña Leonora, están reunidos en la cocina de una posada. Don Carlos, disfrazado como un estudiante de Salamanca, bajo el nombre ficticio de Pereda, busca vengarse de Álvaro y Leonora (Son Pereda son ricco d'onore - "Soy Pereda, de noble ascendencia"). Durante la cena, Preziosilla, una joven gitana, narra las fortunas de los jóvenes y los exhorta a alistarse a la guerra (Al suon del tamburo - "Cuando suene el tambor") por la libertad de Italia, algo con lo que todos se muestran de acuerdo. Habiéndose separado de Álvaro, Leonora llega disfrazada de varón, pero se escapa sin ser descubierta por Carlos.

Escena 2: Atrio del monasterio
Leonora se refugia en el monasterio (R.: Sono giunta! [¡He llegado!] ... A.: Madre, pietosa Vergine [Madre, piadosa Virgen]) donde ella cuenta al abad, Padre Guardián, su verdadero nombre y que pretende pasar el resto de su vida como ermitaña. El abad le relata los desafíos por los que va a pasar. Leonora, el Padre Guardián, Fray Melitón y otros monjes se unen en oración.

Acto 3
Escena 1: Bosque próximo al pueblo italiano de Velletri, en Italia
Mientras tanto, don Álvaro se ha unido al ejército español bajo el nombre de don Federico Herreros (R.: La vita è inferno: O tu che in seno agli angeli - "La vida es un infierno para aquellos que son infelices... ¡Oh, mi amada, entre los ángeles!"). Una noche salva la vida de don Carlos que sirve en el mismo ejército bajo el nombre de don Félix Bornos. Se hacen amigos y van a la batalla uno al lado del otro.

Escena 2: Habitación de los oficiales
En una de esas escaramuzas don Álvaro resulta, como él supone, mortalmente herido, y confía a don Carlos el cuidado de una valija que contiene un puñado de cartas que tiene que destruir en cuanto don Álvaro muera. (D.: Solenne in quest'ora - "Júrame, en esta solemne hora"). Don Carlos ha jurado no mirar el contenido de las cartas, pero empieza a sospechar de su amigo. (Sc.: Morir! Tremenda cosa! ... A.: Urna fatale del mio destino - "¡Morir, qué cosa tan tremenda!... Aléjate, fatal lote enviado a mi Destino!"). Abre la valija, encuentra el retrato de su hermana, y se da cuenta de la verdadera identidad de Álvaro. En ese momento un cirujano dice que don Álvaro puede recuperarse. Don Carlos se alegra de poder vengar la muerte de su padre.

Escena 3: Campamento militar cerca de Velletri
Don Álvaro se ha recuperado y se enfrenta a don Carlos. Empiezan un duelo, pero los soldados los separan a la fuerza. Mientras contienen a don Carlos, el angustiado don Álvaro jura entrar en un monasterio.
Los soldados se reúnen. Trabucco, un vendedor ambulante, intenta venderles sus productos; fray Melitón los sermonea por sus comportamientos viciosos; y Preziosilla los lidera en un coro en alabanza de la vida militar (Cr.: Rataplan, rataplan, della gloria - "Rataplán, rataplán, del tambor es la música que enardece el espíritu marcial de un soldado").

Acto 4
Escena 1: El monasterio
Don Álvaro ha ingresado en el monasterio de Hornachuelos, cerca de donde está la cueva de Leonora, con el nombre de Padre Rafael. Don Carlos llega y le fuerza a luchar (D.: Col sangue mio [Con mi sangre]; Le minacci, i fieri accenti - "Con mi sangre... Las amenazas, los acentos fieros").

Escena 2: Exterior de la cueva donde vive Leonora
Leonora reza para encontrar la paz en la muerte (A.: Pace, pace mio Dio! - "¡Paz, paz, Dios mío!"). Álvaro entra, pidiendo ayuda, después de haber herido mortalmente a don Carlos en su duelo. Los dos amantes se reconocen. Leonora sale de escena para ver a su hermano, quien, mientras ella se inclina hacia él, la apuñala en el corazón. Leonora regresa con el Padre Guardián; él y don Álvaro rezan al cielo mientras ella muere.


Discografía
Una de las grabaciones que tengo y recomiendo es la de Leontyne Price, Plácido Domingo, Sherrill Milnes, Fiorenza Cossotto, Bonaldo Giaiotti. John Alldis Choir y London Symphony Orchestra dirigidos por James Levine. RCA 3 CD, grabado en estudio, 1976 (puede adquirirse vía Amazon aquí).


La forza del destino, a pesar de no gozar de la popularidad de otras obras, es una ópera del repertorio y, por ejemplo, su obertura se interpreta frecuentemente en conciertos sinfónicos. Según las estadísticas de Operabase aparece la nº 64 de las cien óperas más representadas en el período 2005-2010, siendo la 26ª en italiano y la 11ª de Verdi.

¿Cómo?
Esta producción del alemán Christof Loy ya se presentó hace dos años en la Dutch National Opera de Ámsterdam con buenas críticas. Catalogada como de corte moderno, hace uso de proyecciones y promete estar cargada de mucha simbología. Como curiosidad podemos mencionar que la ópera concluye con la misma escenografía que se puede ver al inicio, aunque transcurre en lugares totalmente diferentes.

Como ya comenté al inicio, el éxito de la función está asegurado con la presencia del reparto protagonista. Anna Netrebko y Jonas Kaufmann han conseguido colgar el cartel de “no hay billetes” en todas las funciones en las que participarán, no así ha ocurrido, de momento, con el segundo reparto encabezado por la ucraniana Liudmyla Monastyrska y Yusif Eyvazov, marido de Netrebko. El titular de la orquesta londinense, Antonio Pappano, dirigirá todas las representaciones.

En definitiva, La forza del destino, es una ópera que merece ser conocida porque a pesar de no gozar de la redondez de otros títulos de su compositor, ofrece momentos de gran belleza. Si es de la mano de este reparto de primerísimo nivel, que podemos disfrutar cómodamente en el cine, no hay excusa posible para perdérselo. Lo veremos y lo comentaremos por aquí.

4 de marzo de 2019

Aida en el Teatro Cervantes 2018/19

Aida - Teatro Cervantes 2018/19

Llegamos al ecuador de la 30 temporada lírica en Málaga y aunque alguno leyendo estas líneas pueda pensarse que, a estas alturas, ya estamos henchidos de ópera, nada más lejos de la realidad, y es que, con el que nos ocupa, son dos títulos los acontecidos y tan solo uno el que está por llegar. Panorama además complaciente si tenemos en cuenta que, hasta esta temporada y durante demasiadas, el panorama lírico malagueño se circunscribía a tan solo dos citas.

Como ya comenté en una entrada anterior sobre la trigésima temporada lírica, ésta se presentaba en Málaga como las más atractiva de los últimos años y es que, a pesar de la sobredosis de Verdi y los archiconocidos títulos, a saber, La traviata, Aida y Otello, los repartos eran muy seductores. Si bien La traviata, protagonizada por Ainhoa Arteta, fue una digna inauguración del prometedor curso, esta Aida, a la que asistí anoche y que analizaré a continuación, no mantuvo el nivel exigible al teatro malagueño sobre el que sobrevolaron los cicateros fantasmas del pasado.

Es de justicia reconocer que los recursos disponibles son finitos y que en la pericia del gestor está el administrarlos con criterio. Por tanto, estableciendo la lógica relación de más coste, más talento, procede recordar que esta ópera, económicamente hablando, para público y gerencia estaba programada como la de perfil más bajo de la temporada y se notó. Paso a desgranar lo acontecido.

En mi retina tenía grabado el buen recuerdo de la Aida del Teatro Villamarta de Jerez, cuatro temporadas atrás, en una producción del Teatro Principal de Palma de Mallorca también con las dos protagonistas femeninas en el reparto vocal. Modesta pero muy decorosa como punto de partida para una representación más ambiciosa en un teatro con aspiraciones. Craso error. La propuesta escénica del Teatro Cervantes y Telón Producciones no solo es que no fuera más ambiciosa que la referida, es que rozó el ridículo mayúsculo. Muy poco o nada se pudo salvar de la producción que, lamentablemente y tratándose la ópera de un espectáculo tan global, acabó por contaminar el resto de aspectos de la función. La propuesta, pobre y ridícula obstaculizó la conexión del público con los cantantes que, dicho sea de paso y comprensiblemente, tampoco dieron muestras de creer en ella.

La escenografía solo dio profundidad en el primer acto y al final del segundo con una escalinata y una distribución estática del coro y los solistas. Solo el cuerpo de baile aportó dinamismo que, sin entrar a valorar las coreografías, supusieron un soplo de aire fresco. El resto de escenografía no existió. Algunas proyecciones de jeroglíficos y el empleo de solo la primera mitad del escenario con telón negro de fondo y un foco sobre cada solista fueron la nota predominante. De esta guisa construyeron la escena de Amneris y su harén, el coro femenino para el que idearon un esperpéntico baile seductor. La escena del juicio a Radamés simplemente no se escenificó y se intuyó tras el telón de marras. Por último, para la dramática escena final en la pirámide, que sepultará para siempre a Radamés y Aida, se ideó una especie de tipi indio como colofón al despropósito. Por mencionar algún apunte positivo a tal dislate, el detalle de proveer a Aida, en la escena a orillas del Nilo en la que recuerda su tierra natal, de una cala o zantedeschia aethiopica, de origen sudafricano y que no debe entenderse como un hecho casual. Por otro lado, el que Amneris cantara sus últimas notas desde el patio de butacas fue una idea original y de agradable impacto.

Con respecto al vestuario, esta propuesta exhibida debe considerarse como terapéutica por la cantidad de carcajadas que provocó. Otro de los motivos por los que, como mencioné anteriormente, al espectador le impedían conectar dramáticamente con la función. Y es que ni el vestuario ni el maquillaje son baladíes en la ópera. Encomiable labor del equipo habitual de maquillaje y peluquería con esos mimbres. Sin intención de ser irrespetuoso, pude captar algunos comentarios del público tanto en el descanso como a la salida del teatro en los que comparaban la peluca de Aida con la de Mafalda, el vestuario del faraón propio de función de colegio, el grotesco trío de trompetistas de la marcha triunfal o la apariencia de Amonasro como mezcla de un homless y Piratas del Caribe. Coincido con ellos.

En cuanto al reparto, el dúo de féminas acaparaba toda la atención. Ambas se crecieron al final salvando, con matices, la velada. La soprano jerezana Maribel Ortega, como Aida, cantó con sutileza y precisión, aunque cortó alguna frase antes de tiempo para acomodar la voz en la siguiente. También la mezzosoprano Mali Corbacho, en el rol de Amneris destacó vocalmente haciendo gala de su conocida potencia y proyección, cuando, como su compañera de reparto, tras el descanso y con la partitura de su lado decidieron soltarse la melena. Aun así es desconcertante el cambio de color de su voz en la zona baja. El camaleónico barítono madrileño Luis Cansino, pese al atuendo con el que fue castigado, fue el que más interés puso en la interpretación de su papel como Amonasro y sin grandes alardes cumplió en el terreno vocal. De entre los protagonistas el tenor asturiano Alejandro Roy como Radamés fue el que me dejó más dudas sobre todo en su zona media que se vuelve pobre en las notas más bajas, con un timbre no muy agradable, aunque hay que poner en valor su potencia y brillantez en las notas agudas, mantenidas y bien proyectadas. Por último, destacar del resto del reparto al bajo Felipe Bou como Ramfis, que ya cantó un magnífico Timur en Turandot la pasada temporada.

El Coro de Ópera de Málaga estuvo sensacional, otra vez erigiéndose como gran valor artístico de la ciudad. El coro femenino en el primer acto, pese a las ridículas exigencias interpretativas y atuendo infame, dio muestras de que ninguna propuesta estrafalaria hace mella en su profesionalidad. El masculino dejó uno de los momentos más introspectivos en la escena del templo. Mencionar el trabajo de su director Salvador Vázquez es una obligación.

La dirección de la Orquesta Filarmónica de Málaga, a cargo de Arturo Díez Boscovich, malagueño y ya consolidado como batuta en uno de los títulos de la temporada, fue ortodoxa. Trabajó desde el atril para que la función, con todos los visos de naufragar en escena, saliese a flote musicalmente y lo consiguió. Tras una obertura poco convincente ofreció momentos de gran brillantez orquestal.

En definitiva, esta Aida, aun enmarcada en una temporada prometedora, se presentaba como la cenicienta de la misma y lo fue. Cuando los recursos destinados no dan para más, programando una obra que en una propuesta clásica requiere de grandiosidad, se corre el riesgo de caer en el ridículo. Vocalmente, aunque sin alardes, se salvaron los muebles, pero en esta Aida no fue oro todo lo que relució.

AIDA de Giuseppe Verdi

Aida
Maribel Ortega
Radamés
Alejandro Roy
Amneris
Mali Corbacho
Amonasro
Luis Cansino
Ramfis
Felipe Bou
Rey de Egipto
Christian Díaz

Director
Arturo Díez Boscovich
Director de escena
Ignacio García y Aurora Cano
Escenografía
Telón Producciones
Diseño de vestuario
Ana Ramos

Teatro Cervantes, Málaga, 3 de marzo de 2019

Foto de Daniel Pérez