26 de noviembre de 2018

La traviata en el Teatro Cervantes 2018/19

La traviata - Teatro Cervantes 2018/19

La 30 temporada lírica en Málaga se abría con un título de riesgo cero y más aún con un reparto encabezado por una diva, en toda la extensión del término, como la gran Ainhoa Arteta. La temporada, según esbocé en la anterior entrada, se presentaba muy prometedora y así lo ha confirmado esta primera piedra sobre la que habrá que seguir edificando, con sólidos argumentos, una programación anual digna de la sexta ciudad de España. Este buen camino, a mi juicio, no comienza ahora, sino que puso sus cimientos ya la temporada pasada con lo que bauticé como “efecto Turandot”.

A continuación, analizaré la función a la que asistí ayer domingo, no sin antes mencionar el éxito en taquilla, tanto de ésta como de la inaugural del viernes, y la apertura al público, previa invitación, del ensayo general. Ante tal circunstancia creo que cabría la posibilidad de plantearse programar un tercer pase entre semana y empezar a mirar de frente a otros teatros del panorama nacional.

La producción del Villamarta de Jerez, teatro hermano con el que se comparte bastante contenido, era de corte clásico. Vestuario, bailes, salones… todo lo esperado. Por tanto, en este sentido no cabe poner pega alguna, aunque tampoco se ofreció ninguna aportación novedosa que reinterpretara el drama verdiano. Si acaso, mencionar el manido recurso del espectro, visión o fantasmagoría al comienzo y final de la obra como álter ego de la protagonista. Una propuesta abierta a multitud de interpretaciones para cubrir el expediente de la originalidad por parte de la dirección de escena, en este caso, a cargo de Francisco López. Otra licencia desgraciada fue la incursión de un figurante ataviado con una cabeza de toro en el, ya de por sí plagado de clichés, coro de los toreros, que provocó un ridículo fuera de lugar. Aún no logro entender estos arrebatos de creatividad descontextualizados.

La escenografía fue adecuada a la propuesta con una iluminación muy cuidada. Interesante el fondo, en el primer y último acto, que, sin reflejar del todo, confería al conjunto sensación de amplitud. Calidez provenzal en el segundo acto cargada del espíritu campestre que caracteriza a este cuadro, siempre dentro del estatismo de muchas partes de la obra. El vestuario fue vistoso y acorde con el resto de la puesta en escena, con la merecida mención al trabajo del equipo de peluquería y maquillaje marca de la casa. El punto débil, a buen seguro, técnicamente insalvable, por las limitaciones del teatro, fueron las dilatadas pausas para los cambios de escenografía que dividieron, además de los tres actos, los dos cuadros del segundo. Casi sesenta minutos de pausa en total en una ópera de apenas dos horas de duración se antojan demasiados y hacen un flaco favor a la hora de mantener la tensión dramática de la obra.

En cuanto al reparto, el nombre de Ainhoa Arteta destacaba por encima del resto, todos ellos producto nacional. Muchos, seguramente, se acercaron al Cervantes movidos por el atractivo de ver a la guipuzcoana, con el acicate añadido de que sería su última interpretación como Violeta Valéry. Nadie puede discutir el talento descomunal de la soprano tolosarra pero, que ya no reúne las cualidades vocales para cantar este papel, es un hecho irrefutable. En el primer acto pasó verdaderos apuros para salvar dignamente la papeleta de los agudos, que no dio, y la agilidad requerida que no exhibió. Tiró de tablas y experiencia, que le sobran, para salir adelante a sabiendas de que su momento de lucimiento estaba por llegar. Así es este rol, el personaje evoluciona a lo largo de los tres actos pasando a requerir una soprano más dramática según avanza la obra. Por suerte para los asistentes la cosa mejoró y de qué manera. Ainhoa Arteta, a partir del segundo acto, empezó a coger vuelo y llegó a conmover con una interpretación comprometida y ya técnicamente portentosa. Un lujo para este teatro haber sido testigo de su última Violeta. El no menos conocido barítono onubense, Juan Jesús Rodríguez, fue el otro gran ovacionado de la noche. Su Giorgio Germont dejó claro que es uno de los grandes exponentes nacionales de esta cuerda. De voz bella y emisión incontestable cautivó al público con “Di Provenza il mar… “ en el segundo acto. El trío protagonista lo cerraba el tenor de crevillente, Antonio Gandía, que cantó por momentos un Alfredo muy disfrutable. A su actuación le faltó algo de redondez en comparación con la del barítono protagonista y los quilates de la soprano. Aun así, me gustó bastante pues no ha sido tan frecuente ver tenores de este nivel en temporadas anteriores. De los secundarios destacar a dos cantantes de la ciudad como son el tenor Luis Pacetti, en el rol de Gastone, con voz y presencia suficientes para este tipo de papeles y la joven promesa malagueña, la soprano Alba Chantar en el papel de Annina.

El Coro de Ópera de Málaga sufrió, en el primer acto, las consecuencias de una dirección a la medida por las dificultades expuestas anteriormente de la soprano. En el segundo acto, libre de ese corsé, se desató mostrando todo el potencial que es capaz de desencadenar sobre un escenario. Su director Salvador Vázquez volvió a salir reforzado como artífice de que el nivel de este grupo no decaiga.

La dirección de la Orquesta Filarmónica de Málaga a cargo de José María Moreno tuvo algunos altibajos ya señalados. Un director musical debe demostrar personalidad y a la vez velar porque todo funcione. Las exigencias o necesidades vocales de la soprano en el primer acto le obligaron a un tempo tan soporífero que hizo languidecer la línea musical. En otros momentos sí consiguió sacar todo el partido a la gran orquesta que tenía entre manos. En líneas generales una dirección ortodoxa que contribuyó al éxito de la velada.

En definitiva, La traviata supuso una inauguración grandiosa de esta nueva temporada lírica de cifra tan redonda en Málaga. El público, que asaltó las taquillas en pocas horas, vio colmadas sus expectativas como así lo atestiguó la rotunda ovación final que otorgó a los cantantes. Que siga la fiesta.

LA TRAVIATA de Giuseppe Verdi

Violeta Válery
Ainhoa Arteta
Alfredo Germont
Antonio Gandía
Giorgio Germont
Juan Jesús Rodríguez
Flora Berboix
Mónica Campaña
Annina
Alba Chantar
Gastone
Luis Pacetti

Director
José María Moreno
Director de escena
Francisco López
Escenografía
Teatro Villamarta
Diseño de vestuario
Azucena Rico y Cornejo

Teatro Cervantes, Málaga, 25 de noviembre de 2018

Foto de Daniel Pérez

2 comentarios: