16 de noviembre de 2018

Rentrée

Andrea Chénier - Liceu 2017/18

Utilizo el término francés para ilustrar lo que supone esta entrada en el blog, que no significa otra cosa sino mi vuelta a la blogosfera de forma productiva.

Si bien el año 2017 se mantuvo, con 25 publicaciones, en los parámetros planeados originalmente en términos creativos, este año 2018 mis ocupaciones profesionales me han impedido mantener la línea deseada. Desde enero, un proceso selectivo de promoción en la Administración a la que pertenezco y que ha concluido satisfactoriamente, ha monopolizado todo mi tiempo libre durante meses. A lo largo de este periodo y aunque, muy a mi pesar, no he podido escribir sobre ello, he podido asistir a alguna que otra función de ópera que reseñaré brevemente a continuación.

El plato fuerte de la temporada lírica 2017/2018, no solo para mí sino, a mi juicio, para todo el territorio nacional, fue la visita de Jonas Kaufmann al Gran Teatre del Liceu de Barcelona. El tenor germano aterrizaba en nuestro país para cantar tan sólo tres funciones del Andrea Chénier de Umberto Giordano en la producción de David McVicar, estrenada en la Royal Opera House de Londres en 2015. La expectación ante tal acontecimiento fue desbordante y solo la tenacidad de quien me quiere mucho, mi mujer, nos confirió la posibilidad de acudir a la función del pasado 12 de marzo de 2018, con el reparto estelar, a saber, Jonas Kaufmann, Sondra Radvanovsky y Carlos Álvarez.

Muy probablemente sea la mejor velada de ópera a la que haya asistido nunca, por la expectativa, por lo que rodeó al viaje, -pues veníamos de pasar unos días en Praga-, por la compañía y, por supuesto, por lo satisfactorio del resultado. Horas y días después de semejante suceso, aún maravillado, habría escrito párrafos y párrafos intentando plasmar, no sin dificultad, en palabras las sensaciones experimentadas. Sin la capacidad analítica necesaria, ya diluida por el paso de los meses, brevemente puedo dejar constancia de que la triunfadora de la noche, contra todo pronóstico, fue la soprano norteamericana Sonda Radvanovsky, con una Maddalena de Coigny que ninguno de los asistentes olvidaremos nunca. Valga mencionar la atronadora ovación en La mamma morta que bisó y que literalmente puso el Liceu patas arriba. Mi paisano Carlos Álvarez, por suerte para nosotros, antes de caer enfermo unos días después y cancelar varias funciones, cantó e interpretó un sensacional Carlo Gérard. Por último, cerraba el trío protagonista el aclamado Jonas Kaufmann que cuajando una soberbia actuación, tal fue el nivel de los anteriores mencionados, que quedó eclipsado en una noche que fue a todas luces memorable.

Otra cita que no pude reseñar, más modesta pero que recuerdo con cariño, fue el Rigoletto del Teatro Cervantes de Málaga, el pasado 20 de mayo de 2018. Suponía el cierre de la 29 temporada lírica de mi ciudad, después de Turandot y Così fan tutte que ya analicé por aquí, y la confirmación de que la lírica volvía a despegar en la capital de la costa de sol. Próximamente escribiré sobre la prometedora 30 temporada que se presenta, con tres títulos, como la mejor en muchos años. La referida función de Rigoletto contó con el ubetense Damián del Castillo como barítono protagonista, Fabián Lara como Duque de Mantua, Olena Sloia como Gilda y un lujo como Sandra Ferrández, que venía de cantar la Condesa de Coigny en el Andrea Chénier del Liceu, en el papel de Maddalena. La producción lúgubre y sombría que recordaba a la de David McVicar en la ROH pero de saldo, no pasará a la historia. Lo más destacado de aquella velada fue la soprano ucraniana, vocalmente sobresaliente. A la batuta de la Orquesta Filarmónica de Málaga y el Coro de Ópera, el joven director de la casa Salvador Vázquez.

La culminación de mi particular temporada 2017/2018 apuntaba a la Lucia di Lammermoor del Teatro Real, en la función del 7 de julio, con Lisette Oropesa y Javier Camarena como estelares Lucia y Edgardo. Lamentablemente, la preparación de la oposición me impidió viajar y tuve que vender la entrada. El premio de consolación fue ver la emisión de una de las funciones en el programa El Palco de RTVE.

Ahora que he emergido de la montaña de apuntes que me sepultaba, doy por comenzada mi temporada lírica 2018/2019 y mi regreso a la ciber-esfera pública. Nos leemos.

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