7 de noviembre de 2017

Turandot en el Teatro Cervantes 2017/18

Turandot - Teatro Cervantes 2017/18

Aunque por motivos de conciliación familiar no me prodigo en el blog lo que me gustaría, y ya que mi tribuna sigue abierta, la aprovecharé para explayarme cuando las redes sociales se me queden cortas de espacio.

Por primera vez escribo aquí sobre el teatro de mi ciudad, el Teatro Cervantes de Málaga, España, para los seguidores foráneos. Después de una serie de temporadas en precario, con escasamente un título salvable en cada una y el resto producciones de saldo enlatadas, ésta, la número 29, se presenta ilusionante en una ciudad que ya iba mereciendo subir el listón.

La elección de la obra inaugural, Turandot, una ópera del repertorio habitual, ha resultado un acierto en la programación. También que la propuesta más ambiciosa de la temporada sea la primera es una declaración de intenciones de que algo está cambiando en Málaga. He acuñado el término “efecto Turandot” y espero que este sea el tan necesario punto de inflexión para elevar la lírica en esta ciudad al lugar que le corresponde por población y afición.

Turandot fue la última ópera compuesta por Giacomo Puccini, que además quedó inconclusa por su repentina muerte, siendo terminada por el también italiano Franco Alfano, que orquestó el final, desde la muerte de Liù, valiéndose de algunas notas del autor y rescatando pasajes de otros momentos de la obra.

Esta producción que se nos presentaba en Málaga procedía del Teatro de la Maestranza de Sevilla donde se representó en la temporada 2009/10 y que venía remontada de una producción del Teatro La Fenice de Venecia estrenada en la temporada 1997/98. A pesar de los casi 10 años de antigüedad de la misma el despliegue técnico y la complejidad escenográfica parecieron propios de teatros de una categoría en la que siempre debiera estar el Cervantes.

Con estos mimbres se programaban dos funciones, viernes y domingo, que a las pocas horas de ponerse a la venta colgaban el cartel de “no hay billetes”, circunstancia que provocó que el ensayo general del miércoles se convirtiera, de facto, en una tercera función, en la que para conseguir una invitación hubo que hacer una cola kilométrica. Desde la gerencia del teatro podrían tomar nota para el futuro y calibrar la expectación, pues mucha gente interesada se ha quedado sin asistir, programando una tercera función.

Después de esta introducción con tintes reivindicativos vamos a analizar la función a la que asistí el pasado domingo, día 5 de noviembre.

El director de escena, Emilio López, demostró gran habilidad para coordinar a un buen número de miembros en el escenario. Esta ópera, casi como ninguna otra, se presta a la muchedumbre en escena y es muy meritorio el que todo sucediese en el tiempo y forma adecuados. Detalles como el despliegue de pergaminos por parte de los sabios, las tentaciones a Calaf con las doncellas de la princesa, el robo de la daga con la que se suicida Liù, etc. Todo bien trabajado aunque con la ventaja de ser una producción más o menos trillada. Como nota negativa la posición lateral a la que quedó relegado el emperador, restándole la solemnidad que requiere su lugar presidiendo la escena. Un ejemplo de talento en la dirección, acompañado de las cualidades vocales que exhibieron, fue la escena de los ministros al comienzo del segundo acto. Difícil hacer más con dos simples mesas auxiliares y el telón bajado, sin que el espectador echara en falta nada. Un acierto ese conjunto.

La escenografía rotatoria ofreció dos caras, la gran cabeza coronada y el altar del palacio, también algunos estados intermedios que dieron más juego. Hoy en día no vamos a inventar los escenarios rotatorios pero hay que reconocer que los primeros teatros del mundo los siguen usando como recurso, en cualquier caso, dio empaque al conjunto y transmitió grandiosidad. Vamos bien. El vestuario que también hizo el camino desde la capital hispalense fue el apropiado, siempre tomando como referencia para las producciones de corte clásico la histórica de Franco Zeffirelli. Mención especial merece el equipo de peluquería y maquillaje pues la caracterización de los no pocos personajes en escena fue fabulosa. Este aspecto sí fue marca de la casa.

En cuanto al reparto, un nombre destacaba por encima del resto. La soprano canadiense Othalie Graham, que había generado gran expectativa por su caché de talla internacional, cumplió con el complicado rol de la princesa de hielo. Por fin una gran diva visitaba Málaga. Su potencia vocal fue incontestable así como su dominio de una partitura tan exigente para su cuerda que pocas sopranos pueden abordar con solvencia. A nivel escénico fue una gigante con una presencia y actitud cautivadoras. Desconozco como se desenvolverá en otros roles pero parece nacida para ser la princesa Turandot. Lamentablemente, y bajo mi humilde opinión, el tenor murciano Eduardo Sandoval no estuvo al nivel del resto del reparto. Mal tanto en el material que exhibió como en la técnica, se le vio esforzado pero sin éxito. No le recordaba así cuando cantó Canio de Pagliacci en este mismo teatro hace dos temporadas. A pesar de los esfuerzos del director por no taparlo con la orquesta no se impuso en ningún momento y solo mostró algún signo de mejoría al final pero dejando un muy descafeinado Nessun dorma. La Liù de la soprano andaluza Ruth Rosique estuvo mejor actuada que cantada, aun así dejó buen sabor de boca en su segunda intervención con su desgarradora muerte. Mostró un vibrato un tanto desagradable al comienzo que hace pensar que su voz sea más adecuada para otro tipo de repertorio. Felipe Bou fue un magnífico Timur de timbre agradable y potencia adecuada a pesar de la dificultad de cantar tumbado en el tercer acto. Muy destacada la actuación de los tres ministros Pong, Ping y Pang, por ese orden de mejor a peor, a saber, Luis Pacetti, Antonio Torres y Emilio Sánchez, aunque en conjunto resultaron uno de los grandes aciertos de la noche, sobre todo en su momento cumbre al inicio del segundo acto. Divertidos y comprometidos a partes iguales. Muy bien cantando, quizás demasiado por ser más un papel de carácter, el emperador de Cipriano Campos. El mandarín de Juan Manuel Corado, correcto sin más.

Intercambio de tweets con la protagonista

El coro de Ópera de Málaga estuvo sublime, aunque algunos lo desconozcan, por suerte cada vez menos, es uno de los grandes valores artísticos de la ciudad. Está a un nivel de reconocimiento nacional y ya no es sorprendente que sean de lo más destacado de la función. Salvador Vázquez, su director, tiene mucho mérito en esto. La Escolanía Santa María de la Victoria con su director Narciso Pérez del Campo, también cumplieron con la cita.

La dirección de la Orquesta Filarmónica de Málaga a cargo de Arturo Díez Boscovich fue otro de los atractivos de la noche. Se percibió mucho trabajo en la preparación y transmitió entusiasmo durante la representación. Que la OFM es una gran orquesta no es noticia, pero en sus manos la ópera en Málaga brilla con luz propia. También lo percibí así en el último L’Elisir d’amore que dirigió temporadas atrás. El joven director malagueño, tiene mucho talento y aunque parece encasillado en las bandas sonoras y la música cinematográfica, no debería descuidar a la ópera pues tiene potencial para ser un referente y en Málaga siempre debería contarse con él.

En definitiva, este Turandot ha resultado un éxito con muchas luces y pocas sombras. Esta primera ópera y la planificación de la temporada nos ha reconciliado a muchos con la gestión del Teatro Cervantes con respecto a la lírica. En Málaga los días previos se ha respirado ópera, espero y deseo que este “efecto Turandot” haya llegado para quedarse.

TURANDOT de Giacomo Puccini

Turandot
Othalie Graham
Calaf
Eduardo Sandoval
Liù
Ruth Rosique
Timur
Felipe Bou
Ping
Antonio Torres
Pang
Emilio Sánchez
Pong
Luis Pacetti
Emperador Altoum
Cipriano Campos

Director
Arturo Díez Boscovich
Director de escena
Emilio López
Escenografía
Teatro de la Maestranza
Diseño de vestuario
Teatro de la Maestranza

Teatro Cervantes, Málaga, 5 de noviembre de 2017

11 de julio de 2017

Don Giovanni en el Liceu 2016/17

Don Giovanni - Liceu 2016/17

El pasado sábado, día 1 de julio, tuvo lugar mi bautismo de fuego, nunca mejor dicho tratándose de esta obra de Mozart, en uno de los principales templos mundiales de la ópera: el Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
Que mi primera vez en el Liceu no haya llegado hasta ahora obedece a la distancia que lo separa de Málaga, mi ciudad. Ésta y otras circunstancias, han favorecido que hayan sido más frecuentes las visitas al Teatro Real de Madrid, a las que sumaré una más mañana con la Madama Butterfly de Ermonela Jaho que, como ya lo hiciera meses atrás con el público del Covent Garden, está haciendo las delicias de los aficionados madrileños.

El otro día, como consecuencia del debut de Jonas Kaufmann como Otello, escribía sobre la importancia de las “cosas” que ocurren por primera vez. Algo así sentí el pasado sábado cuando cruce el umbral de la puerta de entrada al Liceu. El mismo cosquilleo que tiempo atrás percibí cuando viajé a Madrid para ver Parsifal en el Teatro Real, o cuando experimenté las retransmisiones de ópera en el cine con un Così fan tutte desde el MET, magistralmente dirigido por James Levine, o, por supuesto, con mi primera ópera de siempre, Lucia di Lammermoor, en el Teatro Cervantes de Málaga. Hechos que, si bien se han repetido con posterioridad, incluso con más éxito en alguna ocasión, no emborronan el recuerdo de aquella primera vez.

Centrándome en el tema, motivo de esta entrada, voy a comentar mis impresiones sobre la función, penúltima de las diez programadas y última del reparto al que haré referencia, de este Don Giovanni.

Este dramma giocoso en dos actos de Wolfgang Amadeus Mozart con libreto en italiano de Lorenzo da Ponte es, para muchos, la gran obra maestra del compositor salzburgués, con permiso de las otras dos colaboraciones de éste tándem, Le nozze di Figaro y Così fan tutte o La flauta mágica o El rapto en el serrallo, por citar las cinco principales. Lo que hace tan atractiva a esta ópera tragicómica es que en ella puedes encontrar de todo, desde escenas de enredo al más puro estilo de vodevil hasta momentos terríblemente dramáticos, todo ello cimentado sobre una amalgama de personajes que reclaman su cuota de protagonismo a lo largo de la obra.

El director de escena, Kasper Holten, ofrece esta producción high-tech con la última tecnología de proyecciones y efectos sobre un escenario rotatorio que con sus escaleras y plataformas confiere al conjunto un dinamismo indiscutible. Se trata de una coproducción del Liceu junto con la Royal Opera House, la ópera de Israel y la de Houston que ya se ha comercializado en DVD y Blu-ray y puede adquirirse aquí.
La tecnología punta al servicio del espectáculo hace que la producción sea de gran impacto tanto para el aficionado como para el que se acerca a la ópera por primera vez. Personalmente considero que hubo un abuso de las proyecciones sin aparente relación con la trama, que parecía obedecer más a una amortización del despliegue técnico que a una justificación narrativa. La dirección de escena sobre los cantantes se vio muy trabajada y junto con los figurantes y el continuo movimiento del escenario consiguieron que no decayera la atención en ningún momento. Si acaso poner un par de peros. Por un lado, la escena del cementerio no tuvo una correspondencia escenográfica por lo que podía desorientar al espectador que no conociera la obra. Por otro lado, aunque al principio hice referencia al fuego, luego no fue tal, ya que en palabras del director “para alguien como Don Giovanni, un lugar con fuego no creo que pueda asustarle, tal vez un lugar de eterna soledad, sin nadie con quien comunicarse; esta podría ser la idea de infierno para él”. En mi opinión, desconcertante final que no hace justicia a la tensión dramática del momento.

La escenografía a cargo de Es Devlin, como ya he comentado muy dinámica y no exenta de riesgo para los cantantes, por el ir y venir escaleras arriba y abajo, pero impresionante para el público. La laberíntica mansión ofrecía muchas posibilidades y estuvo excelentemente iluminada en todo momento. Anja Vang Kragh encargada del vestuario, fue una de las triunfadoras con unos diseños clásicos de estampados modernos que fueron el complemento perfecto pues hablaban el mismo lenguaje que esta vanguardista producción.

En cuanto al reparto, no sé si era el principal o el secundario, muy compensado, si se me permite, más incluso que el otro propuesto. La decisión en la composición de los mismos daría para otra entrada del blog que ya abordaré en otro momento. En el papel principal mi paisano, el barítono malagueño, Carlos Álvarez, al que le he visto esta temporada cantar un sensacional Rigoletto como os conté aquí y que, a pesar de que éste es uno de sus grandes personajes que domina a la perfección, noté un poco fatigado y falto de potencia vocal. Gran interpretación pero quizás acusó el desgaste del final de temporada. Estupendo Simón Orfila en un rol tan importante como el de Leporello. El barítono menorquí se encuentra en el momento álgido de su carrera. Los papeles femeninos estuvieron muy bien defendidos empezando por el lujo de contar con la Zerlina de Julia Lezhneva, talento ruso de tan solo 28 años; la soprano griega Myrtò Papatanasiu como Donna Elvira en el rol más complicado de la obra que cantó con solvencia; y Vanessa Goikoetxea, la soprano vasca nacida en Florida, como Donna Anna, que brilló con menos intensidad por comparación con sus compañeras de reparto. Otro lujo fue contar con el Don Octavio de Toby Spence, tenor británico con caché suficiente como para ser protagonista meses atrás como el capitán Vere en el Billy Budd de esta temporada del Teatro Real. Para terminar, mención especial al ilustre Eric Halfvarson, en el ocaso de su carrera, después de ser referencia en el repertorio wagneriano y que ahora cosecha ovaciones allá donde va, interpretando papeles menores, en este caso, como el Comendador. Toni Marsol, un barítono de la casa, simplemente correcto como Masetto.

El coro del Gran Teatre del Liceu demostró gran nivel en los momentos en los que la partitura le dio la oportunidad. Aunque menos vistoso que en otras óperas no hay duda de que están preparados para lo que se espera de este teatro.

La dirección de la Orquesta Sinfónica del Liceu a cargo de su titular Josep Pons fue una delicia. Estuvo a la altura de lo que supone interpretar a Mozart, a saber, melodías claras, limpias texturas orquestales y estructuras de equilibrio y proporción. Maestría en esta difuminación de la frontera entre lo serio y lo bufo. Es uno de nuestros grandes activos a nivel nacional. El lunar, aún no está muy claro a quién es imputable, el acortar el sexteto final, que los cantantes interpretaron desde el foso, sin una explicación razonable.

En definitiva, no puedo estar más satisfecho con mi primera visita al Liceu. Aunque la predisposición y los ingredientes apuntaban a glorioso tenía que materializarse. Cerca estuvo esta incursión en el teatro barcelonés de ser desbancada por la primera opción, viajar a Londres al debut como Otello de Jonas Kaufmann. El tiempo ha demostrado que salí ganando. Espero volver pronto.

Ópera desde el sofá en el Liceu

DON GIOVANNI de Wolfgang Amadeus Mozart

Don Giovanni
Carlos Álvarez
Leporello
Simón Orfila
Donna Elvira
Myrtò Papatanasiu
Donna Anna
Vanessa Goikoetxea
Don Ottavio
Toby Spence
Zerlina
Julia Lezhneva
Masetto
Toni Marsol
Il Commendatore
Eric Halfvarson

Director
Josep Pons
Director de escena
Kasper Holten
Escenografía
Es Devlin
Diseño de vestuario
Anja Vang Kragh

Gran Teatre del Liceu, Barcelona, 1 de julio de 2017

29 de junio de 2017

Ópera en el cine: Otello ROH 2016/17

Otello - ROH 2016/17

Esta ópera fue retransmitida en directo desde el Royal Opera House de Londres por Versión Digital para España y proyectada en diferentes salas de cine (Cinesur, Cinesa, Kinépolis, Ocine, etc.), a las 20:15, hora española, ayer 28 de junio de 2017. El precio de la entrada, que puede estar sujeto a variación según la cadena de cines, en mi caso fue de 17€ en Cinesur, que además, como ya es habitual, obsequió a los asistentes con un pequeño ambigú en el intermedio.

Como dato relevante sobre el alcance de estas retransmisiones en directo, destacar que la ópera fue proyectada en 1001 salas de cine de 28 países y en 9 idiomas diferentes.

Otello es una obra fruto de la larga y exitosa trayectoria compositiva de Verdi, circunstancia que se aprecia de principio a fin en este drama shakesperiano. En esta ópera reconocemos momentos de puro Verdi pero con la vuelta de tuerca que supuso la evolución en su forma de componer, por eso, entre otras cosas, es tan apreciada por la mayoría del público. Sin números claramente diferenciados en los que dar rienda suelta al fervor, la obra funciona como un continuo en el que crece la tensión dramática hasta el fatal desenlace. Vamos a analizar la función de ayer.

La producción, como ya se adelantó en la preparación previa, estuvo dirigida por el británico Keith Warner. Esta propuesta, al igual que la que mostró Bartlett Sher en el MET, tampoco es la definitiva. A mi juicio, no solo no aportó nada a la trama, sino que por momentos lastró la función. La escena inicial de la tormenta fue poco rotunda, para lo que exige la partitura; no hubo recreación de ambiente de taberna y la mayoría de situaciones con muchos personajes en escena dieron la sensación de no tener un rumbo marcado por el director de escena. Para colmo, la producción fue oscura hasta decir basta en los dos primeros actos. Luego fondo blanco, que pasó a rojo y todo enmarcado en una caja negra con elementos móviles que no hacía más que encorsetar la escena. Como nota positiva, alguna metáfora bien traída como cuando Otello se mira al espejo y ve su reflejo con una máscara o la habitación del último acto, correctamente iluminada y con los protagonistas bien situados.

La escenografía, a cargo de Boris Kudlicka, no me convenció lo más mínimo. La idea de la caja negra y de contrastar lo muy oscuro y lo muy luminoso no fue un valor añadido. Tanto las plataformas de las que emergieron algunos personajes como el saliente lateral a modo de trampolín parecían una broma más que un efecto dramático. El león de San Marcos, visto y no visto, que luego aparece troceado; Otello jugando a los barquitos; la pared de graffitis con mensajes subliminares o la cascada de sangre en el suicidio de Otello, para olvidar. Además del último acto ya mencionado, salvaría el momento final del primero con Otello y Desdémona subiendo a la habitación o el coro que le dedican a Desdémona en el segundo acto, ambas situaciones bien compuestas e iluminadas. En el vestuario de Kaspar Glarner tampoco encontramos la tabla de salvación de esta producción. Indumentarias sin demasiado encanto y un peinado, el de Emilia, a modo de antena parabólica que distraía, por lo rocambolesco, más que otra cosa.

En líneas generales, esta producción, en la que no tenía muchas expectativas, no estuvo al nivel de lo que la cita tan señalada requería. Al menos en lo visual, no será este el Otello definitivo que esperaba encontrar.

En cuanto al reparto, todas las miradas apuntaban a Jonas Kaufmann desde su Esultate! Como es habitual, él y el resto, fueron de menos a más. Quizás se le vio con el freno de mano echado en los dos primeros actos aunque terminó dejando muy buen sabor de boca con la entrega a la que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, sembró la duda sobre si ese nadar y guardar la ropa obedece a que no está al cien por cien vocalmente o si es que necesita pulir esta primera aproximación al rol. En cualquier caso, puede que a medio gas cante Otello mejor que cualquiera de sus contemporáneos. La soprano italiana Maria Agresta cumplió con una Desdémona muy bien cantada sin aparente esfuerzo, con un destacado último acto y dejando muestras de un timbre agradable y buena técnica. Con el invitado de última hora, Marco Vratogna, por la baja del barítono Ludovic Tézier, se dio la curiosa circunstancia de contar con un tenor, el alemán Jonas Kaufmann, con voz baritonal, y este barítono italiano de voz atenorada. De los tres principales, vocalmente fue el menos destacado. Aunque el de Yago es un papel complejo, intentó compensar la falta de cualidades vocales abundando en la vileza del personaje, cayendo en ocasiones en falta de elegancia. Construyó un Yago más canallesco que maquiavélico. Del resto de personajes destacar el Cassio del tenor canadiense Frédéric Antoun del que ya hablamos en la entrada dedicada al Così fan tutte de la Ópera de París y que atesora una bonita voz y capacidad para asumir papeles más relevantes. Correctos en su escaso protagonismo la Emilia de la mezzosoprano estonia Kai Rüütel y el Lodovico del bajo coreano In Sung Sim.

El coro del ROH, una vez solventados los problemas técnicos de volumen, entiendo que imputables a la sala de cine, sonó con la magnitud y unidad a la que nos tiene acostumbrados. Lástima la tibieza del primer acto, por esa deficiencia en el ajuste, y la dirección de escena que los mantuvo demasiado estáticos.

La dirección de la orquesta a cargo de Antonio Pappano, no empezamos a disfrutarla hasta que no estuvo calibrado el sonido de la sala de cine, al comienzo del tercer acto. Fue entonces cuando se percibió las ganas que tenía de montar este Otello con su admirado Jonas Kaufmann. No hay duda de que la orquesta de la ROH es de primer nivel, pero bajo la batuta de Pappano suena fulgurante y llena de matices en los pasajes más delicados, como en el cuarto acto, donde estuvo soberbio.

En definitiva, este Otello tan esperado en todo el mundo estuvo raspando el notable gracias a la actuación vocal. La anodina producción y la ausencia del barítono programado fueron una rémora que perjudicó la función. Tanta expectación siempre es peligrosa pues es fácil no llegar al nivel esperado. No obstante, es una gran noticia que Kaufmann haya abordado por fin el rol, pues a buen seguro llegará a cantar un Otello glorioso. Aquí estaremos para contarlo.

OTELLO de Giuseppe Verdi

Otello
Jonas Kaufmann
Desdémona
Maria Agresta
Yago
Marco Vratogna
Cassio
Frédéric Antoun
Roderigo
Thomas Atkins
Emilia
Kai Rüütel
Lodovico
In Sung Sim

Director
Antonio Pappano
Director de escena
Keith Warner
Escenografía
Boris Kudlicka
Diseño de vestuario
Kaspar Glarner

Royal Opera House, Londres, 28 de junio de 2017

26 de junio de 2017

Próximamente en cines: Otello, 28 de junio, ROH

Después de un tiempo sin publicar nuevas entradas, por compromisos familiares, laborales y algún otro de carácter altruista en los que me encuentro inmerso, no podía dejar pasar esta cita con resonancia en toda Europa. Sí, de esa magnitud es lo que os vengo a contar.

Como inciso, en adelante, no sé con qué frecuencia podré seguir publicando por aquí. Lo que sí puedo asegurar es el cómo. Algunos habéis echado de menos más actividad en el blog, otros no, y el resto simplemente no se ha pronunciado. Publicaré cuando tenga algo relevante que aportar a la escena operística y en los términos en los que lo vengo haciendo, no ideé el blog para escribir entradas cortas y diarias, ni para enlazar vídeos de Youtube, para eso ya hay otras redes sociales más dinámicas donde tienen cabida estas prácticas. Aprovecho para agradeceros vuestra fidelidad y sin más dilación vamos con la próxima cita.

Cada temporada hay fechas señaladas en el calendario con representaciones de gran expectación, este caso el acontecimiento apunta a efeméride de repercusión mundial. Parece una exageración pero cuando algo ocurre por primera vez y con éxito, transcurrido el tiempo la fecha y lugar del origen quedan para la historia. En este caso los ingredientes son, el para mí y para muchos, mejor tenor del momento Jonas Kaufmann, debutando en el papel de Otello con un director con el que ya ha demostrado una complicidad especial, Antonio Pappano, y en un escenario, Covent Garden, con coro y orquesta incontestables. ¡Todos al cine!



¿Cuándo?
Jueves 28 de junio de 2017 a las 20:15, en directo desde el Royal Opera House de Londres. Retransmitido por Versión Digital, podéis consultar las salas de cine asociadas aquí y comprar las entradas. El precio de las mismas puede variar según la sala de cine a la que acudáis, en mi caso, el importe ha sido de 19€ mediante la venta anticipada online en Cinesur.

¿Qué?
Otello es una ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Arrigo Boito, basado en la novela Otelo, el moro de Venecia de William Shakespeare. La ópera se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán en 1887 y tres años después en España, en el Teatro Real de Madrid. La duración estimada es de 2 horas y 15 minutos.

Personajes
Otello. Militar moro renegado, al servicio de la República Veneciana contra los turcos; enamorado de Desdémona, su esposa. Papel para tenor dramático.
Desdémona. Esposa de Otello, con quien se casó por amor. Papel para soprano lírico-spinto, con dominio del pianissimo y a la vez capaz de insuflar fuerza en algunos pasajes.
Yago. Enemigo de Otello y de Cassio. Papel tortuoso, negativo y malvado, declamatorio y cruel.
Cassio. Lugarteniente de Otello, peleado con él por culpa de Yago, que explota la situación. Papel para tenor lírico o ligero sin grandes dificultades, aunque debe ser buen actor.
Emilia. Esposa de Yago; sumisa, pero capaz de rebelarse. Papel para mezzosoprano sin mucho relieve vocal.
Roderigo. Caballero veneciano enamorado de Desdémona. Papel poco importante para tenor.
Lodovico. Embajador de Venecia, con autoridad y decoro. Papel de poco relieve para bajo.
Heraldo. Papel ínfimo para bajo.
Coro. Muy importante.

Argumento (vía Wikipedia)
La acción transcurre en una ciudad costera de la isla de Chipre, a finales del siglo XV.

Acto 1
Enfrente del castillo, cerca de la bahía.
En una noche tormentosa, el pueblo de Chipre espera ansioso la llegada del nuevo gobernador, Otello, de la batalla con los turcos (Coro, Montano, Cassio, Yago, Roderigo: Una vela!). Otello llega sano y salvo y anuncia que la flota turca ha sido destruida, y los chipriotas se alegran (Otello, coro: Esultate! L’orgoglio musulmano sepolto è in mar).
El alférez de Otello, Yago, se ofrece a ayudar al joven veneciano Roderigo en su seducción de la esposa de Otello, Desdémona, porque quiere vengarse del moro (Yago, Roderigo: Roderigo, ebben che pensi?). Otello ha nombrado a Cassio capitán de la armada, un cargo que Yago confiaba en obtener. El pueblo de Chipre celebra el regreso de la armada encendiendo una hoguera (Coro: Fuoco di gioia!).
En la taberna, Yago propone un brindis por Otello y su esposa, Desdémona, y sigue sirviendo vino a Cassio (Yago, Cassio, Roderigo, coro: Inaffia l'ugola!). Montano entra y llama a Cassio para que empiece su guardia, pero se queda sorprendido al descubrir a Cassio bebido y prácticamente incapaz de tenerse en pie. Roderigo se ríe de la borrachera de Cassio y este lo ataca. Cassio hiere a Montano en el momento en que entra Otello que les ordena bajar sus espadas, pide explicaciones a Yago y se enoja al descubrir a Montano herido. Entra Desdémona, y, al ver que ha sido perturbado el descanso de su mujer, Otello degrada a Cassio que ya no es capitán (Otelo, Yago, Cassio, Montano: Abbasso le spade).
Los chipriotas dejan a solas a Otello y Desdémona. Juntos, Otello y Desdémona recuerdan por qué se enamoraron. Se besan y luego vuelven al castillo. (Dúo de Otello y Desdémona: Già nella notte densa s'estingue ogni clamor)

Acto 2
Dentro del castillo, una cámara cercana al jardín.
Yago sugiere a Cassio que pida a Desdémona hablar a Otello sobre su degradación, porque Desdémona puede influir en su marido para devolverle el puesto (Yago, Cassio: Non ti crucciar). Yago lanza sus creencias nihilistas en un bien conocido Credo in un Dio crudel.
Otello entra en la habitación. Cassio ve a Otello desde lejos y se aleja discretamente. Yago le insinúa que Cassio y Desdémona son amantes y Otello se siente celoso, pero quiere pruebas de la traición de Desdémona (Yago, Otelo: Ciò m’accora... Che parli?).
Una multitud de niños, marineros y chipriotas rodean a Desdémona, alabando su belleza y pureza (coro, Yago, niños, Desdémona, Otello: Dove guardi splendono raggi). Ellos le presentan regalos y le desean felicidad antes de irse.
Desdémona cumple el encargo de Cassio de pedir que se le devuelva su cargo. Otello amargamente le dice que se lo pida en otro momento, y que ahora le duele la cabeza. Desdémona envuelve su cabeza con un pañuelo que Otello le dio en el pasado, lino bordado con fresas. Otello lo arroja al suelo y dice que no lo necesita (Desdémona, Otelo: D'un uom che geme sotto il tuo disdegno la preghiera ti porto). Emilia recoge el pañuelo. Desdémona le pide perdón a Otello. A un lado, Yago le pide a Emilia el pañuelo. Cuando ella le dice que no, Yago se lo coge a la fuerza.
Otello despacha a los otros, y canta que él ahora cree que Desdémona puede estar engañándolo (Otello: Ora e per sempre addio sante memorie). Regresa Yago, y el celoso Otello exige pruebas de la infidelidad de Desdémona. Yago dice que una vez, cuando él y Cassio dormían en la misma habitación, oyó a Cassio hablar a Desdémona en sueños y le vio llevando un pañuelo bordado de fresas justo el día anterior. Juntos, Yago y Otello juran vengarse de Desdémona y Cassio (Otello, Yago: Sì, pel ciel marmoreo giuro).

Acto 3
El gran salón del castillo y cerca, un pequeño salón.
Yago explica a Otello que atraerá a Cassio aquí y que hablará con él mientras Otello mira, escondido (Yago: Qui trarrò Cassio). Desdémona entra y le recuerda la petición de Cassio. Otello le dice que todavía tiene dolor de cabeza, y le pide que envuelva su pañuelo alrededor de su cabeza. Cuando Desdémona le presenta otro pañuelo diferente, Otello le pide el que él le regaló, con fresas. Cuando dice que no lo tiene, Otello dice que era un talismán, y que le llegarán desgracias si lo pierde. Desdémona protesta que ella es fiel; al final, Otello la echa de la habitación (Desdémona, Otelo: Esterrefatta fisso lo sguardo tuo tremendo).
Otello se lamenta de su destino (Dio! mi potevi scagliar tutti i mali). Cuando Yago llama a Cassio, Otello se esconde. Yago le pregunta sobre sus aventuras con esa mujer. Cassio le pregunta qué mujer y, suavemente, de manera que Otello no pueda oirlo, Yago dice "Bianca" (la auténtica amante de Cassio). Cassio se ríe de sus aventuras románticas, y Otello cree que está hablando de Desdémona.
Suenan los clarines, anunciando la llegada del embajador veneciano. Cassio sale, y Otello decide matar a su esposa estrangulándola en su cama, mientras Yago se ocupará de Cassio.
Lodovico, Desdémona, Emilia, Roderigo y otros dignatarios entran. Cuando Lodovico nota la ausencia de Cassio, Yago le dice que Cassio ha perdido el favor, pero Desdémona añade que pronto lo restaurarán a su puesto. Otello la llama demonio, y casi la golpea violentamente pero Lodovico lo contiene. Cassio entra y Otello lee (mezclando mientras insultos a Desdémona) una carta del Dogo, anunciándole que ha sido llamado de vuelta a Venecia y Cassio lo sucederá como gobernador de Chipre. Encolerizado, Otello arroja a Desdémona al suelo (Otello, Roderigo, Yago, Cassio, Lodovico: Messeri! il Doge mi richiama a Venezia).
Desdémona, desde el suelo, se lamenta (A terra! … sì … nel livido fango). En un conjunto, los diversos personajes expresan sus distintos sentimientos: Emilia y Lodovico consuelan a Desdémona, Cassio se maravilla ante su repentino cambio de fortuna y Roderigo se lamenta de que Desdémona vaya a irse pronto. En apartes separados, Yago primero le dice a Otello que esa noche es la noche de vengarse y luego aconseja a Roderigo de que la única forma de impedir que Desdémona se vaya es que muera el nuevo duque, animándolo a asesinar a Cassio esa noche (Emilia, Cassio, Desdémona, Roderigo, Lodovico, Yago, Otello, coro: Quell’innocente un fremito d'odio non ha nè un gesto). Otello ordena a todo el mundo que se vaya, luego se derrumba. Yago presiona la frente de Otello con su talón, luego se marcha. Afuera, la multitud de chipriotas grita victoria y gloria por Otello (Otello, Desdémona, Emilia, Cassio, Roderigo, Lodovico, Yago, coro: Fuggite!)

Acto 4
Habitación de Desdémona. Una lámpara iluminada enfrente de una imagen de la Virgen María.
Desdémona y Emilia están preparándose para irse a la cama. Desdémona le pide a Emilia que le ponga el traje que usó en su noche de bodas. Desdémona recuerda cómo su madre tuvo una criada llamada Barbara, quien se enamoró de un hombre pero enloqueció cuando él la abandonó (Desdémona: Piangea cantando nell’erma landa, también conocida como la "Canción del sauce"). Después de que Emilia se marche, Desdemona reza (Ave Maria) y luego se duerme.
Silenciosamente entra Otello con una espada. Besa a su esposa y con ello la despierta. Otello le pregunta si ha rezado, porque no quiere matar su alma. Ella le ruega piedad a Dios, tanto para ella como para Otello. Este la acusa de pecar, diciendo que la tiene que matar porque ama a Cassio. Ella lo niega y le dice que llame a Cassio, pero Otello le responde que está muerto. Desdémona le pide que se apiade que ella, pero Otello le dice que es demasiado tarde y la estrangula (Otello, Desdémona: Diceste questa sera le vostre preci).
Emilia llama a la puerta, anunciando que Cassio ha matado a Roderigo. Desdémona suavemente dice que ha sido acusada injustamente, y luego muere. Emilia llama asesino a Otello; él responde que Yago le dio pruebas de la infidelidad de Desdémona. Otello empieza a amenazar a Emilia, quien pide ayuda. Entran Yago, Cassio y Lodovico. Emilia exige que Yago niegue la acusación de Otello; él se niega. Otello dice que el pañuelo que Desdémona dio a Cassio es prueba suficiente. Emilia, horrorizada, explica que Yago había robado el pañuelo; Cassio corrobora su historia. Montano entra y dice que Roderigo, al morir, reveló el plan de Yago. Yago, blandiendo su espada, se escapa corriendo (Emilia, Otello, Desdémona, Cassio, Yago, Lodovico, Montano: Aprite! Aprite!)
Al darse cuenta de lo ocurrido, Otello se lamenta de la muerte de Desdémona. Extrae una daga de su ropa y se apuñala. Otros intentan detenerlo, pero es demasiado tarde. Antes de morir, se arrastra cerca de su esposa y la besa. Queda muerto cerca de Desdémona (Otello, Cassio, Lodovico, Montano: Niun mi tema).

Discografía
La grabación que tengo y recomiendo es la de Plácido Domingo, Renata Scotto, Sherrill Milnes, Frank Little, Paul Crook. Ambrosian Opera Chorus y National Philhamonic Orchestra dirigidos por James Levine. RCA 2 CD, grabado en estudio, 1978 (puede adquirirse vía Amazon aquí).


Otello es una obra de madurez de Verdi después de una dilatada carrera como compositor, no en vano es su penúltima ópera por delante de Falstaff, con la que puso fin a su producción operística. Según las estadísticas de Operabase aparece la nº 28 de las cien óperas más representadas en el período 2005-2010, siendo la 17ª en Italia y la 8ª de Verdi.

¿Cómo?
La producción del británico Keith Warner apunta a ser de corte clásico, respetuosa con el texto y lejos de las extravagantes propuestas de las óperas de Wagner que el director nacido en Londres ha llevado a cabo. Esperemos que aporte o al menos no obstaculice una producción en la que el director de escena no es el principal aliciente. Ojalá no se parezca en nada a la de los escenarios de metacrilato de Bartlett Sher que ofreció la temporada pasada el MET.

La dirección de la orquesta del teatro londinense correrá a cargo de su director titular Antonio Pappano, que como ya he comentado, además de su talento, tiene como seña de identidad la sintonía con los cantantes en general y con Kaufmann en particular. En cuanto al reparto, el mencionado tenor alemán defenderá por primera vez en su carrera el rol de Otello, después de haber cantado un notable Lohengrin en París. La soprano italiana Maria Agresta será Desdémona y cerrará el trío protagonista, como el carismático Yago, el barítono, también italiano, Marco Vratogna. En el resto de roles, Frédéric Antoun será Cassio y Thomas Atkins hará lo propio como Roderigo. No hace falta recalcar a los bolsillos de qué cantante del reparto ha ido la gran parte del presupuesto de esta producción.

En definitiva, Otello es una obra imprescindible del repertorio operístico y para muchos aficionados una de las más destacadas de Verdi junto con Falstaff. A partir de esta obra Verdi explora un lenguaje musical no visto anteriormente y muy cercano a la manera de producir de Richard Wagner. Esta producción tiene como piedra angular el debut en el rol de Jonas Kaufmann, un tenor que marcará una época. Si tiene su noche, todo lo demás quedará relegado a un segundo plano. Veremos cómo resulta.