Eugene Onegin - MET 2016/17 |
Esta ópera fue proyectada
por Yelmo Cines en directo desde el Metropolitan Opera House de Nueva York, a
las 19:00, hora española, ayer 22 de abril de 2017. El precio de la entrada fue
de 21€.
Eugene Onegin es una
ópera que destaca por su belleza musical. El talento sinfónico de Tchaikovsky
esta presente y la sutileza de las melodías la convierte en una obra referente
del romanticismo. Nos encontramos ante una drama costumbrista, sin grandes
tragedias, al menos en el desenlace final, pero dotado de una gran carga
dramática gracias a la partitura más que al libreto. A pesar de estar escrita
en ruso, es una obra con tanto color que podría ser candidata para iniciarse en
el género. Paso a analizar la función de ayer.
La producción, como ya se
adelantó en la preparación previa, estuvo dirigida por la británica Deborah Warner. Su contribución es
sinónimo de garantía y más sabiendo que es una producción que ya cosechó buenas
críticas tres temporadas atrás en este mismo escenario. La puesta en escena es
exquisita y cuida hasta el más mínimo detalle, un placer para los que gustan de
una propuesta clásica y fiel al libreto. Por contra, este tipo de
planteamientos dejan poco lugar a la imaginación o interpretación, pero no cabe
duda que visualmente son muy atractivos.
La escenografía, a cargo de
Tom Pye, fue profusa en todo
momento. Muchos cambios de escenario y un despliegue técnico y logístico
impresionante. Los ambientes muy bien diferenciados, a saber, la casa de los
Larin, el salón de baile, el duelo a las afueras o el palacio en San Petesburgo
fueron las ubicaciones donde se desarrollaron los acontecimientos. Como aspecto
negativo, señalar que en algunas escenas, por ejemplo en la primera, la proyección
de las voces cambiaba demasiado dependiendo de la dirección en la que cantara
el personaje. Esto puede ser debido tanto al diseño de la escena como a la
ubicación de los micrófonos. El vestuario de Chloe Obolensky a la altura de la producción, que es mucho decir.
Ropajes de la época por doquier, con un nutrido coro y un cuerpo de baile a los
que vestir. Mucha opulencia y, si se me permite la broma, mucha tela que
cortar.
En líneas generales, esta
producción de corte clásico y detallista impresiona por su exuberancia. Se
aprecia un gran trabajo en la dirección para coordinar tantos elementos en
escena: cantantes, bailarines, figurantes en segundo plano, por ejemplo en la
escena del cumpleaños, y que en ningún momento de sensación de caos. Es una
propuesta escénica que deslumbra al que se acerca a la ópera por primera vez.
En cuanto al reparto, encontramos
nombres que ya de por sí llenan teatros. Es el caso de Anna Netrebko. Dice el dicho que “más vale caer en gracia que ser
gracioso” y es que la soprano rusa, no exenta de talento, en mi opinión está
sobrevalorada. Con ella no suele existir el término medio, hay quien la adora y
hay quien no la soporta. Yo reconozco sus capacidades pero me resisto a verla
como un referente en la cuerda de soprano. El rol de Tatyana tiene una
evolución a lo largo de la obra que no desarrolló. Se le vio más cómoda en la
interpretación del último acto, como miembro de la aristocracia rusa, papel de
diva que le va como anillo al dedo, que como joven ingenua e idealista en el primer
acto, donde estuvo claramente sobreactuada. Su voz es un cañón, por lo que su
potencia vocal está fuera de discusión. Está capacitada en los pianísimos pero
carece de sutileza, en demasiadas ocasiones suena muy ruda y carente de
matices. El gran triunfador de la noche fue el barítono sueco Peter Mattei. Su voz es bella y
natural, canta sin esfuerzo y con una técnica perfecta. Onegin brilló con luz
propia en lo vocal y la actuación fue convincente, salvo en el último acto, en
el que se le vio algo rígido y poco compenetrado con la Netrebko. La otra grata
sorpresa fue la del, para mí desconocido, tenor ruso Alexey Dolgov, en el papel de Lenski y que exhibió poderío
vocal e interpretativo. Defendió con más solvencia de la esperada sus momentos
de protagonismo, como el Kuda, kuda, kuda
vy udalilis antes del duelo y estuvo a la altura de los cantantes con más
cartel. Decepcionante Stefan Kocán en
su único y esperado momento de lucimiento en el último acto. El bajo eslovaco,
si bien posee una voz rotunda, su técnica es deficiente y se sirvió de un
vibrato un tanto molesto que impidió disfrutar de su Lyubvi vsye vozrasti pokorni. Del resto del reparto con papeles
secundarios, la mezzosoprano Elena
Maximova, como Olga, no destacó especialmente. Larissa Diadkova sí estuvo a buen nivel vocal y transmitió ternura
en su interpretación de Filipyevna. Elana
Zaremba, como Madame Larina, con un timbre desagradable y una voz engolada,
fue una tortura. Tony Stevenson cumplió en su momento francés como Triquet. Por último destacar el papel ínfimo pero de bella factura
vocal de Richard Bernstein como
Zaretski.
El coro del MET sonó a todo
trapo, como siempre, y salvo algún error de ajuste en el tiempo, más imputable
al director que a ellos, estuvieron al nivel que acostumbran. Destacar el
cuerpo de baile con números en cada uno de los tres actos, cordinación perfecta
y vistosidad en las coreografías.
La dirección de la orquesta
a cargo de Robin Ticciati fue espléndida,
sobre todo en la obertura y en los interludios orquestales que son varios. La
partitura requiere sutileza y él la tuvo. Los delicados vientos se deslizaron a
lo largo de toda la obra. Por poner algún pero, se le descuadró el coro en dos
ocasiones, en la primera intervención del primer acto y otra vez en el segundo.
Aunque en general su trabajo fue muy destacado y derrochó entusiasmo. Por su
juventud tiene un futuro muy prometedor.
En definitiva, Eugene Onegin es una ópera que se deja
querer. Musicalmente es una maravilla que te lleva en volandas de principio a
fin. El drama costumbrista está contado en escenas bien diferenciadas en
tiempo y espacio lo que contribuye a la vistosidad de recrear distintos
ambientes. La función de ayer, a pesar de los aspectos mejorables, me dejó un
sabor agradable. Gracias por el regalo Tchaikovsky.
EUGENE
ONEGIN de Pyotr Ilyich Tchaikovsky
Tatyana
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Anna Netrebko
|
Onegin
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Peter Mattei
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Lenski
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Alexey Dolgov
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Olga
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Elena Maximova
|
Madame Larina
|
Elena Zaremba
|
Filipyevna
|
Larissa
Diadkova
|
Príncipe Gremin
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Stefan Kocán
|
Triquet
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Tony Stevenson
|
Zaretski
|
Richard Bernstein
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Un capitán
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David Crawford
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Director
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Robin Ticciati
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Director de escena
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Deborah Warner
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Escenografía
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Tom Pye
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Diseño de vestuario
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Chloe Obolensky
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Metropolitan
Opera House, Nueva York, 22 de abril de 2017
Ángel, ha sido un placer leer la reseña. Gracias por ser tan exhaustivo y también por no escatimarnos detalles.
ResponderEliminar(Ya podrían aprender ciertos críticos palmeros que, con oportunas vaguedades, escriben sus crónicas antes de ir al teatro o incluso sin acudir a él.)
Pero lo que más me alegra es saber que has disfrutado plenamente de la madurez compositiva de Tchaikovsky porque Onegin es una obra maestra de principio a fin, al igual que La dama de picas y su música de cámara.
Enhorabuena, pues.
Saludos.
A.
Dear colleague, you have copied the name of my blog. It is not OK in my opinion :(
ResponderEliminarEstimado "Opera on Sofa" ya que se ha tomado la molestia de escribir acusándome de copiar el nombre de su blog le haré algunas consideraciones:
EliminarEn primer lugar, cuando hace tres meses abrí el blog y elegí el nombre, desconocía la existencia del suyo. Si el nombre ya hubiera estado en uso, Blogger me lo habría advertido, cosa que no sucedió.
En segundo lugar, y visitado su blog, observo que está en polaco y que el contenido publicado no tiene nada que ver con el que publico yo.
Por último, como usted comprenderá, la palabra "ópera" y "sofá" son de uso común y en ningún caso puede reclamar su exclusividad. Esto no es más que una desafortunada coincidencia que, a priori, no nos perjudica demasiado. A día de hoy, no tengo la intención de cambiarle el nombre al blog.
Saludos.
TRANSLATION:
Dear "Opera on Sofa" since you have taken the trouble to write accusing me of copying the name of your blog I will make some considerations:
First, when I opened the blog three months ago and chose the name, I did not know the existence of yours. If the name had already been in use, Blogger would have warned me, which did not happen.
Secondly, and visited his blog, I notice that he is in Polish and that the published content has nothing to do with the one I publish.
Finally, as you will understand, the word "opera" and "sofa" are in common use and under no circumstances can claim their exclusivity. This is only an unfortunate coincidence which, a priori, does not harm us too much. To this day, I do not intend to change the name of the blog.
Greetings.
El parecido de los nombres es innegable. Pero conozco al autor de este blog y puedo afirmar que su intención no era copiar nada, entre otras cosas porque él desconocía tu blog, estimado OperaonSofa.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
A.
The resemblance of names is undeniable. But I know the author of this blog and can affirm his intention was not to copy anything, because he didn't know your blog among other things, dear OperaonSofa.
Kind regards.
A.
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PD: Esto es lo que normalmente ocurre cuando se invoca el nombre de la Netrebko en vano ;-)... que surgen todos los males.