Rigoletto - ROH 2017/18 |
Esta ópera fue
retransmitida en directo desde el Royal Opera House de Londres por Versión
Digital para España y proyectada en diferentes salas de cine (Cinesur, Cinesa,
Kinépolis, Ocine, etc.), a las 20:15, hora española, ayer 16 de enero de 2018. Tengo que agradecer a
Versión Digital y a su equipo de marketing el que por primera vez me
obsequiaran con un par de entradas para asistir al evento en cualquier cine de
mi elección en todo el territorio nacional. El precio de la entrada, que puede
estar sujeto a variación según la cadena de cines, me consta que en Cinesur fue
de 17€, que además, como ya es habitual, obsequió a los asistentes con un ambigú
en el intermedio, en esta ocasión, llamativamente abundante.
Rigoletto es la
primera ópera, de lo que se conoce como trilogía popular en la producción
operística de Verdi, seguida por Il
Trovatore y La Traviata. Es una
obra imprescindible del repertorio y programada temporada tras temporada en los
teatros de todo el mundo. La pasión, la venganza, el amor y el engaño, están
presentes y otorgan al conjunto toda una amalgama de sentimientos universales e
intemporales. Con esta serie de ingredientes, paso a analizar la función que se
cocinó ayer.
La producción que se
presentaba era del escocés David McVicar,
un destacado director de escena y habitual por estos lares. La propuesta
escénica fue un claro ejemplo de cómo hacer mucho con poco. Me explico. Al
margen de la complejidad técnica de un, ya nada novedoso, escenario giratorio,
sólo con un gran lienzo de forma trapezoidal, con su soporte trasero a modo de
caballete, y una pasarela acabada en escalones, McVicar nos transportó del
palacio ducal al hogar de Rigoletto y vuelta para por fin acabar en la casa de
Sparafucile a orillas del río. Abundando en el tema, podemos definirla como una
producción de corte clásico, no profusa pero con fuerza y muy atractiva. La
primera escena, en el palacio del duque de Mantua, derrochó lujuria y lascivia a
raudales. Seguramente esté en mi top 3 de cuantas cortes libertinas haya visto
nunca. Desnudos femeninos y alguno masculino, igualdad ante todo, que
supusieron un conjunto bastante conseguido y una forma inmejorable de empezar
la función. Las casas, tanto de Rigoletto como de Sparafucile, estuvieron
acomodadas en la parte trasera del lienzo y con la acción en dos niveles dio
bastante juego para las escenas de conjunto. El coro y los figurantes, bien
dirigidos, se movieron con buen criterio a lo largo de la escena contribuyendo
a dar veracidad a los acontecimientos.
La escenografía, a cargo de
Michael Vale, fue elegante y, aun
sin alardes, consiguió crear una atmósfera opresiva en la corte, sobrecogedora
en la casa del sicario y desgarradora en los solos de Rigoletto. Gran mérito, ante
la sobriedad de la escenografía, tuvo la iluminación, encargada de enfatizar
cada momento a lo largo de la obra. Como aspecto negativo podemos señalar dos
breves pausas entre cuadros, innecesarias, por ser un escenario giratorio, e
inexplicables por no aportar nada tras la reanudación, que interrumpieron la línea
dramática. Del vestuario de Tanya
McCallin sobresalió la apariencia con la que quiso caracterizar a
Rigoletto, menos bufón y más tullido que otras veces. El resto, en la línea de
unos vestuarios cuidados de una producción clásica y en consonancia con la
propuesta escénica.
En líneas generales, esta
producción, seduce y transporta a pesar de su aparente simpleza. Su éxito
radica en que sin ahogar espacialmente a los intérpretes, los oprime
atmosféricamente.
En cuanto al reparto, no
tenía demasiadas expectativas, por sospechas sobre los que no conocía y recelo
por el que sí conocía. Al final, hubo de todo, a saber: el barítono griego Dimitri Platanias fue, en mi opinión,
el triunfador de la noche. Construyó un Rigoletto muy creíble en lo escénico y
solvente en lo vocal. Además de su timbre agradable cantó con entrega y
compromiso. Su noble interpretación me dejó buenas sensaciones y un nombre que
seguiré de cerca. Sublime Cortigiani, vil
razza, acompañado del chasquido de las espadas de los cortesanos. La otra
cara de la moneda fue el tenor estadounidense Michael Fabiano en el rol del duque de Mantua. Ya tenía ciertos
prejuicios por el Rodolfo de La Bohème
que le vi cantar hace unos meses en ese mismo escenario, pero lo de ayer ya me
pareció una tomadura de pelo. Directamente es un cantante que no tiene
aptitudes para cantar a este nivel. Vive de lanzar agudos afilados pero carece
de técnica, fraseo, etc., a veces me da la impresión de que se inventa notas y
acaba destrozando la partitura. Segunda oportunidad, segundo suspenso. Tampoco
me convenció Lucy Crowe como Gilda, si
bien es cierto que la soprano británica ha cancelado alguna función anterior siendo
sustituida a última hora por la española Sabina Puértolas. Desconozco si
arrastra algún problema vocal pero su voz parecía velada y solo destacó en
algunas coloraturas. Su primer dúo con el duque, para olvidar. No es una Gilda
que vaya a recordar y está muy lejos de la última a la que vi cantar, Désirée
Rancatore. Mejor suerte para el bajo italiano Andrea Mastroni como Sparafucile. Una voz rotunda y con cuerpo a la
que acompañó con una interpretación consecuente con su rol. La Maddalena de la
mezzosoprano búlgara Nadia Krasteva,
cumplió con su reducido protagonismo. Muy entregada en la interpretación y
correcta en lo vocal aunque poniendo de manifiesto que es una mezzo para
papeles secundarios. Tapada por completo en el cuarteto Bella figlia dell’amore. Del resto de comprimarios James Rutherford como Conde Monterone o
Dominic Sedgwick como Marullo, poco
que reseñar.
El coro del ROH, es una
garantía y así lo demostró. Últimamente había alguna actuación en la que le
ponía alguna pega pero ayer me parecieron precisos en todas sus intervenciones.
La dirección de la orquesta
a cargo de Alexander Joel, tuvo
algunos altibajos. Con las consabidas limitaciones de la sala de cine, en
ocasiones sonaba poco limpia y emborronada, como en el primer encuentro de
Rigoletto y Sparafucile. Tuvo la molesta costumbre de acelerar los tempos al
final de cada número y atropelló sin piedad a los cantantes en el final de la Vendetta. Destacar lo simpático y
pedagógico que estuvo explicando algunos pasajes de la obra en el intermedio.
En definitiva, fue un Rigoletto disfrutable, sobre todo por la
elegante producción de McVicar y la inesperada interpretación de Dimitri
Platanias. Por contra hubo que tragar saliva ante alguna actuación poco
afortunada y demasiado protagonista. Agradezco de nuevo a Versión Digital el
detalle de enviarme entradas para esta función y espero que podamos establecer
una fructífera colaboración.
RIGOLETTO de Giuseppe Verdi
Duque de Mantua
|
Michael Fabiano
|
Rigoletto
|
Dimitri Platanias
|
Gilda
|
Lucy Crowe
|
Sparafucile
|
Andrea Mastroni
|
Maddalena
|
Nadia Krasteva
|
Giovanna
|
Kathleen Wilkinson
|
Conde de Monterone
|
James Rutherford
|
Marullo
|
Dominic Sedgwick
|
Director
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Alexander Joel
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Director de escena
|
David McVicar
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Escenografía
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Michael Vale
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Diseño de vestuario
|
Tanya McCallin
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Royal Opera House, Londres,
16 de enero de 2018