La traviata - ROH 2018/19 |
Esta ópera fue retransmitida en
directo desde la Royal Opera House de Londres y ofrecida por Versión Digital para España en más de 140
salas de cine, a las 19:45, hora española, ayer 30 de enero de 2019. Como
ya he comentado alguna vez, estas retransmisiones en directo nos brindan la posibilidad
de asistir a funciones de primer nivel de una forma cómoda y, a mi juicio,
económica. El precio de la entrada, que puede estar sujeto a variación según la
cadena de cines, ronda los 17€. En principio, superior al visionado de una
película pero irrisorio si se tiene en cuenta el despliegue que requiere el
espectáculo a presenciar. Si además la función está a la altura de la de ayer, bendeciremos cada euro invertido en el evento.
Tengo que agradecer al departamento
de comunicación de Versión Digital la puesta a mi disposición de varias
entradas para invitar a seguidores y amigos del blog a través de las redes
sociales. En lo sucesivo, y a través de los canales habituales de Facebook y
Twitter, seguiré informado de la forma de acceder a dichas invitaciones cuando
estén disponibles.
La traviata, siempre será la
traviata. Con esta obviedad, quiero ilustrar que, a diferencia del título menos
conocido sobre el que escribí la semana pasada, La dama de picas, esta ópera de Verdi a nadie le es ajena.
Al que no es aficionado, como poco, le sonará su archiconocido brindis Libiamo ne’ lieti calici, o las lágrimas
y otros efluvios derramados por Julia Roberts en la película Pretty Woman. A
los que sí lo somos, y la hemos visto y oído en numerosas ocasiones, siempre
nos seduce la idea de volver a disfrutarla. En cada ocasión hay algún matiz o prisma
distinto desde el que mirar, pero creedme si digo que ayer pudo verse una
función de las que dejan huella. A continuación os desvelo el porqué.
La producción, como ya se adelantó
en la preparación previa, estuvo dirigida por el británico Richard Eyre. Se trata de una propuesta
de corte clásico que podríamos casi catalogar como histórica y es que desde su
estreno en 1994 dirigida por Sir Georg Solti y protagonizada por Angela
Gheorghiu, cuenta con 25 años a su espalda y multitud de representaciones.
Incluso existe una grabación comercializada en DVD y Blu-ray con Renée Fleming,
Joseph Calleja y Thomas Hampson que puede adquirirse vía Amazon aquí.
Con unos detalles de escenografía y
vestuario muy cuidados podemos destacar en el primer acto el contraste que ofrece
el salón de baile circular, muy concurrido en las escenas corales, e introspectivo
en la soledad de Violetta. No ha corrido la misma suerte del paso digno de los
años, la foto de la cortesana proyectada al comienzo sobre el telón mientras sonaba
la obertura. Dibujó una atmósfera sórdida a la par que inquietante, poco
representativa de lo que estaba por venir. En cambio, sí estuvieron en la línea
de acierto del primer acto: la casa de campo a medio amueblar, como símbolo la
vida que comenzaban juntos Alfredo y Violetta, la fiesta profusa de su amiga
Flora, con sus gitanas y toreros, y la habitación de Violetta donde cantar los
bellos recuerdos en su Addio del passato.
En líneas generales, esta
producción, hará las delicias de cualquier aficionado amante de las propuestas
fieles al libreto, que me consta que son muchos. Otros, entre los que me
incluyo, aun disfrutando de las producciones más tradicionales, encajamos de
buen grado cuando algún director de escena decide explorar, con coherencia y
honestidad, aspectos nunca antes abordados en la obra, aportando un valor
añadido al conjunto. Sobre este asunto me extendí en una entrada anterior
titulada Cómo hemos cambiado: la evolución de la ópera.
En cuanto al reparto, la sola
presencia en cartel de la soprano albanesa Ermonela
Jaho, ya es sinónimo de éxito y anoche lo volvió a demostrar. A pesar de mi
ya confesada debilidad, los adjetivos y elogios se quedan cortos ante su
derroche de talento y entrega sobre el escenario. Lo que principalmente la
caracteriza es su implicación a todos los niveles con el rol que le toque
interpretar. Pero que esta seña de identidad no sirva para desviar la atención
de su calidad vocal, que goza de un fraseo privilegiado y un pianísimo sobrecogedor.
Su Violetta evolucionó como Verdi había diseñado, y como pocas sopranos son
capaces de resolver, desde la ingenua jovialidad hasta el dramatismo más
desgarrador. He tenido la suerte de verla cantar en directo y es impresionante
ver como al final de la obra durante los aplausos aún sigue sobrecogida. El
otro atractivo del reparto era el tenor, ahora en papeles de barítono, Plácido Domingo. Juzgarle en lo vocal
creo que está fuera de lugar, pues con 78 años todo rol que interprete tiene un
mérito descomunal. Aun así, como Georgio Germont dejó frases de bella factura y
muestras de la maestría que atesora sobre el escenario. Las ovaciones que
cosecha son más a la leyenda que ha sido, es y representa, que a su acierto en
la función de turno. Hay que ir a verle porque no sabemos cuándo será su última
vez. El tercer protagonista, del que no tenía referencias pero me dejó buenas
sensaciones al final, fue el tenor norteamericano Charles Castronovo. Su Alfredo empezó con muchas dudas en el primer
acto pero resolvió con suficiencia desde el segundo en adelante. Destacó su
compenetración con la soprano y, aunque no estuvo a su excelso nivel, ambos nos
regalaron momentos de extraordinaria belleza. Del resto del reparto mencionar a
las mezzosopranos, por un lado la rusa Aigul
Akhmetshina como Flora, con potencia vocal pero un timbre no muy agradable,
y por otro la australiana Catherine
Carby siendo una Annina madura pero solvente. Lujo mayúsculo en otros
comprimarios, a saber, Simon Shibambu
en el papel de Doctor Grenvil, Thomas
Atkins en el de Gastone y Jeremy
White como Marqués D’Obigny.
El coro del ROH, empezó algo
descuadrado, circunstancia quizás imputable al debut del director al volante de
este Ferrari que en el segundo acto galopó como nos tiene acostumbrados.
La dirección de la orquesta a cargo
de Antonello Manacorda que, como he
comentado, debutaba en Londres tuvo algún momento de debilidad que nos hizo
añorar al referente del teatro Antonio Pappano. A pesar de esto, en líneas generales
contribuyó con su dirección a confort de los cantantes, sobre todo atendiendo a
las necesidades de Plácido Domingo, y puso su granito de arena para cerrar una noche fabulosa.
En definitiva, esta Traviata fue del todo disfrutable.
Ermonela Jaho que, según reveló en la entrevista, ha cantado el rol unas
doscientas veces, nos regaló otra actuación memorable que permanecerá grabada a
fuego en la memoria de los presentes por mucho tiempo. Ya sea como Madama
Butterfly, como Sour Angelica o como Violetta Valéry, no se cansa de nacer y
morir y nosotros de hacerlo con ella. ¡Brava!
LA TRAVIATA de Giuseppe Verdi
Violeta Válery
|
Ermonela Jaho
|
Alfredo Germont
|
Charles Castronovo
|
Giorgio Germont
|
Plácido Domingo
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Flora Berboix
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Aigul Akhmetshina
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Annina
|
Catherine Carby
|
Gastone
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Thomas Atkins
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Director
|
Antonello Manacorda
|
Director de escena
|
Richard Eyre
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Diseño
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Bob Crowley
|
Iluminación | Jean Kalman |
Royal Opera House, Londres, 30 de enero de 2019