La actividad operocinematográfica
no para y es que esta semana volvemos a tener una cita ineludible, otra vez, desde
Londres. En esta ocasión, siguiendo con el símil de las estaciones de metro que
propuse en la entrada sobre La dama de picas de Tckaikovsky, La traviata,
no solo estaría en la zona 1 de ese plano imaginario, sino que podría
considerarse como el centro neurálgico de nuestro mapa lírico. Esta ópera ha
encabezado en multitud de temporadas lo más alto del ranking de los títulos más
representados en todo el mundo. La función del próximo miércoles, además,
cuenta con muchos ingredientes que la convierten en una apuesta segura. Como
primera pincelada, menciono dos nombres: Ermonela Jaho y Plácido Domingo y al
final de esta entrada os termino de pintar el cuadro.
¿Cuándo?
Miércoles 30 de enero de 2019 a las
19:45, en directo desde el Royal Opera House de Londres. Retransmitido en más
de 140 salas de cine por Versión Digital, distribuidora con los derechos
de ROH en exclusiva. Podéis consultar las salas de cine asociadas aquí y
adquirir las entradas.
¿Qué?
La traviata es una ópera en
tres actos de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Francesco Maria Piave,
basado en la novela y después obra teatral La
dame aux camélias, de Alexandre Dumas hijo. La ópera se estrenó en el
Teatro La Fenice, Venecia, en 1853 y en España, en el Teatro Real de Madrid en
1855. La duración estimada es de 3 horas y 35 minutos, incluyendo dos
intermedios.
Personajes
Violetta Valéry. Célebre
cortesana, posteriormente enamorada de Alfredo Germont. Papel para soprano de
voz cambiante: ligera de coloratura en el primer acto, lírica o lírico-spinto
en los tres restantes, se supone que para reflejar su transformación durante la
obra.
Alfredo Germont. Joven burgués,
enamorado de Violetta, e hijo de Giorgio Germont. Papel para tenor lírico o
lírico-ligero.
Giorgio Germont. Padre de
Alfredo, opuesto a su relación con Violetta. Papel para barítono lírico de gran
efecto y con momentos destacados.
Annina. Criada de Violetta.
Papel para soprano o mezzosoprano.
Flora Berboix. Amiga de Violetta.
Papel vistoso pero poco importante para soprano o mezzosoprano.
Barón Douphol. Amante o
protector oficial de Violetta, disgustado con Alfredo, se bate en duelo con él.
Papel para barítono de poco relieve vocal.
Marqués D’Obigny. Protector
de Flora. Papel insignificante para bajo.
Gastone. Vizconde de
Letorières, impulsivo amigo de Violetta, animador de las fiestas. Papel
vocalmente breve para tenor.
Doctor Grenville. Médico de
Violetta. Papel modesto para bajo.
Joseph. Sirviente de Violetta.
Papel mínimo para tenor.
Coro. Muy importante.
Ballet de gitanas y toreros. En
casa de Flora.
Argumento (vía
Wikipedia)
La acción se desarrolla en París y sus afueras, alrededor
de 1850.
Acto 1: El salón en casa de Violetta
Violetta
Valéry, una famosa cortesana, da una lujosa fiesta en su salón de
París para celebrar su recuperación de una enfermedad. Uno de los últimos en
llegar a la fiesta es Gastón, un conde, que llega acompañado de su amigo, el
joven noble Alfredo Germont, el cual hacía tiempo que deseaba conocer a
Violetta, pues la adoraba desde lejos. Mientras pasea por el salón, Gastón le
dice a Violetta que Alfredo la ama, y que mientras ella estaba enferma, él la
visitó a diario. Alfredo, una vez presentados, le expresa su preocupación por
su delicada salud, y luego le declara su amor.
El barón, actual amante de Violetta, espera cerca para
llevarla al salón donde le piden que haga un brindis, pero él lo rechaza,
y la gente se vuelve a Alfredo (Alfredo, Violeta, coro: Libiamo ne' lieti calici — «Brindis»).
Desde la habitación vecina, se escucha el sonido de la
orquesta, y los invitados se aproximan para bailar. Mareada, Violetta pide a
sus invitados que vayan por delante y la dejen descansar hasta que se recupere.
Mientras los invitados bailan en la habitación próxima, ella ve su palidez en
el espejo. Alfredo entra y expresa su preocupación por su frágil salud, y más
tarde le declara su amor (Alfredo, Violetta: Un dì, felice, eterea — «El día que te conocí»). Al principio,
Violetta lo rechaza porque su amor no significa nada para ella, pero hay algo
en Alfredo que le llega al corazón. Cuando él se marcha, le regala una camelia,
y le dice que regrese cuando la flor se haya marchitado. Ella le promete
reunirse con él al día siguiente.
Después de que los invitados se han marchado, Violetta
analiza la posibilidad de una relación con amor verdadero (Violeta: Ah, fors'è lui — «Quizá sea él»).
Finalmente, desecha la idea: necesita ser libre para vivir su vida, día y
noche, de un placer a otro (Violetta: Sempre
libera — «Siempre libre»). Desde fuera del escenario, la voz de
Alfredo se oye cantando acerca del amor mientras baja por la calle.
Acto 2
Escena 1: En la casa de campo de Violetta en las
afueras de París
Tres meses
después, Alfredo y Violetta llevan una existencia tranquila en una casa de
campo, en las afueras de París. Violetta se ha enamorado de Alfredo y ha
abandonado completamente su estilo de vida. Alfredo canta su vida feliz juntos
(Alfredo: De miei bollenti spiriti —
«De mis salvajes sueños de éxtasis»). Annina, la doncella, llega desde París,
y, cuando Alfredo le pregunta, le dice que ella fue allí a vender los caballos,
los carruajes y todo lo que Violetta posee para apoyar su estilo de vida en el
campo.
Al enterarse,
Alfredo se siente abrumado y se dirige de inmediato a París para corregir la
situación él mismo. Violetta regresa a casa y recibe una invitación de su amiga
Flora a una fiesta en París, que será esa tarde. El padre de Alfredo, Giorgio
Germont, llega a la casa y exige a Violetta que rompa su relación con su hijo
por el bien de su familia, pues la suerte de su hermana ha sido destruida por
su conexión con ella, ya que su reputación como cortesana compromete el nombre
Germont (Giorgio: Pura siccome un
angelo — «Tengo una hija pura como un ángel»). Mientras tanto, él
queda impresionado por la nobleza de Violetta, algo que no esperaba de una
cortesana. Ella le responde que no puede poner fin a su relación porque lo ama
mucho, pero Giorgio le ruega por el bien de la familia. Violeta escucha, con un
creciente remordimiento, las patéticas palabras del señor Germont y finalmente
se muestra conforme (Violetta, Giorgio: Dite alla giovine — «Di a esa niña tuya») y dice adiós a
Giorgio. En un gesto de gratitud por su bondad y sacrificio, Giorgio la besa en
la frente antes de dejarla a solas llorando.
Violetta
decide abandonar a su amado, y le deja a Annina una nota para Flora donde le
dice que acepta la invitación a la fiesta y, mientras escribe su carta de
despedida a Alfredo, entra éste. Apenas puede controlar su tristeza y sus
lágrimas; le habla repetidamente de su amor incondicional (Violetta: Amami, Alfredo — «Ámame, Alfredo»).
Antes de apresurar su partida a París, entrega la carta de despedida a su
sirviente, para que se la entregue a Alfredo.
Pronto, los
sirvientes le llevan la carta a Alfredo y, tan pronto como la ha leído, Giorgio
regresa e intenta reconfortar a su hijo, recordándole a su familia en Provenza
(Giorgio: Di Provenza il mar —
«El mar de Provenza»). Alfredo sospecha que el barón está detrás de su
separación con Violetta y de la invitación a la fiesta, que él encuentra en la
mesa, fortaleciendo sus sospechas. Decide enfrentarse a Violetta en la fiesta.
Giorgio intenta detener a Alfredo, pero él sale apresuradamente.
Escena 2: Fiesta en casa de Flora
En la fiesta,
el marqués le dice a Flora que Violetta y Alfredo se han separado. Pide a los
animadores que interpreten para los invitados (Coro: Noi siamo zingarelle — «Somos gitanillas»); (Coro: Di Madride noi siam mattadori —
«Somos toreros de Madrid»). Gastone y sus amigos se unen a los toreros y cantan
(Gastone, coro, bailarines: È
Piquillo, un bel gagliardo — «Fue Piquillo, tan joven y gallardo»).
Para ahogar su
pena, Violetta, se consume aún más profundamente en su libertinaje. Llega el
barón Douphol. Ven a Alfredo en una mesa de juego. Cuando él la ve, Alfredo
proclama en voz alta de que se llevará a Violetta a casa con él. Sintiéndose
enojado, el barón se acerca a la mesa de juego y se une a él en el juego.
Conforme apuestan, Alfredo gana grandes cantidades de dinero hasta que Flora
anuncia que la cena está preparada. Alfredo se va con puñados de dinero.
Antes de que
Alfredo abandone el salón, Violetta le pide hablar con él. Temiendo que la ira
del barón le llevará a desafiar a Alfredo a un duelo, ella amablemente le pide
a Alfredo que se marche. Alfredo confunde sus temores y se enfrenta a ella,
exigiéndole que admita que ella ama al barón. Dolorida, ella lo admite y,
furioso, Alfredo llama a los invitados para testificar lo que él tiene que
decir (Questa donna conoscete? —
«¿Conocéis a esta dama?»). La deshonra tirándole dinero que dice le debe por
los servicios prestados mientras vivieron juntos, en frente de los invitados.
Violetta se desmaya abrumada por la enfermedad y la pena. Los invitados riñen a
Alfredo: «Vete de una vez, te despreciamos. Has insultado a una noble dama».
En busca de su
hijo, Giorgio entra en el salón y, sabiendo el significado real de la escena,
denuncia el comportamiento de su hijo (Giorgio, Alfredo, Violetta, coro: Di sprezzo degno, se stesso rende —
«Digno de desprecio es el hombre»).
Flora y las
damas intentan convencer a Violeta para que abandone el salón, pero esta se
vuelve hacia Alfredo: Alfredo,
Alfredo, di questo cuore non puoi comprendere tutto l'amore —
«Alfredo, Alfredo, no puedes entender todo el amor de este corazón».
Acto 3
Algunos meses
después de la fiesta, Violetta aparece en la cama debido al avance de la
tuberculosis. El doctor Grenville le dice a Annina que Violetta no vivirá mucho
puesto que su enfermedad ha empeorado. A solas en su habitación, Violeta lee
una carta del señor Germont, en la que le dice que el barón sólo fue herido en
su duelo con Alfredo; que ha informado a Alfredo del sacrificio que Violeta ha
hecho por él y su hermana; y que él envía a su hijo a verla tan pronto como sea
posible para pedir su perdón (Violetta: Teneste la promessa — «Habéis mantenido la promesa»). Pero
Violetta siente que es demasiado tarde (Violetta: Addio del passato — «Así se cierra mi triste historia»).
Annina se
apresura a la habitación para decir a Violetta que ha llegado Alfredo. Los
amantes quedan reunidos y Alfredo sugiere que ellos abandonarán París (Alfredo,
Violetta: Parigi, o cara, noi
lasceremo — «Querida, dejaremos París»).
Pero es
demasiado tarde: ella sabe que su tiempo se ha agotado (Alfredo,
Violetta: Gran Dio! morir sì giovane —
«¡Oh, Dios! Morir tan joven»). El padre de Alfredo entra con el médico,
lamentando lo que ha hecho. Después de cantar un dúo con Alfredo, Violetta
revive rápidamente, exclamando que el dolor y la incomodidad la han abandonado
(Violetta, Alfredo, Germont, Anina, Grenvil: Prendi, quest'è l'immagine — «Toma, esta es la imagen de mis
días pasados»). Un momento después, ella muere en brazos de Alfredo.
Discografía
Una de las grabaciones que tengo y
recomiendo es la de Kiri Te Kanawa, Alfredo Kraus, Dmitri Hvorostovsky, Olga
Borodina, Silvia Mazzoni. Coro y orquesta del Maggio Musicale Fiorentino
dirigidos por Zubin Mehta. Philips 2 CD, grabado en estudio, 1992.
La traviata, por su calidad y
popularidad, está considerada como una de las obras más importantes del
repertorio operístico estándar. Tanto es así, que según
las estadísticas de Operabase aparece la nº 1 de las más
representadas en todo el mundo en numerosas temporadas, por ejemplo, 2007-2008
y 2011-2012, siendo la 1ª de italia y la 1ª de Verdi.
¿Cómo?
Esta bella producción naturalista
de Richard Eyre hará las delicias que de los amantes de las propuestas más
clásicas y fieles a la idea original. En un teatro de los recursos y
posibilidades de la Royal Opera House será una garantía de éxito.
Como esbocé al principio, los
grandes atractivos son la presencia de la soprano albanesa Ermonela Jaho,
comprometida como pocas con cada rol que interpreta y con unas cualidades
vocales sobresalientes. Reconozco que para mí es una debilidad. Por otro lado,
tendremos el privilegio de volver a disfrutar de otra actuación de la leyenda
viva, el tenor, ahora en papeles de barítono, Plácido Domingo. Veremos cómo
está vocalmente, aunque ya hace mucho que se le disfruta como figura más que
como cantante. Todas las funciones de esta producción estarán dirigidas por el
italiano Antonello Manacorda que debuta en Londres, y no por el habitual
Antonio Pappano.
En definitiva, La traviata, es una ópera que por muchas veces que se haya visto
siempre sigue apeteciendo. Si no se es aficionado, se trata de uno de los dos o
tres títulos más recomendables para acercarse al género. En esta ocasión, la
presencia de Ermonela Jaho y Plácido Domingo deberían ser motivo suficiente
para dejarse caer por el cine. Lo veremos y lo comentaremos.
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