28 de enero de 2019

Próximamente en cines: La traviata, 30 de enero, ROH

La actividad operocinematográfica no para y es que esta semana volvemos a tener una cita ineludible, otra vez, desde Londres. En esta ocasión, siguiendo con el símil de las estaciones de metro que propuse en la entrada sobre La dama de picas de Tckaikovsky, La traviata, no solo estaría en la zona 1 de ese plano imaginario, sino que podría considerarse como el centro neurálgico de nuestro mapa lírico. Esta ópera ha encabezado en multitud de temporadas lo más alto del ranking de los títulos más representados en todo el mundo. La función del próximo miércoles, además, cuenta con muchos ingredientes que la convierten en una apuesta segura. Como primera pincelada, menciono dos nombres: Ermonela Jaho y Plácido Domingo y al final de esta entrada os termino de pintar el cuadro.



¿Cuándo?
Miércoles 30 de enero de 2019 a las 19:45, en directo desde el Royal Opera House de Londres. Retransmitido en más de 140 salas de cine por Versión Digital, distribuidora con los derechos de ROH en exclusiva. Podéis consultar las salas de cine asociadas aquí y adquirir las entradas.

¿Qué?
La traviata es una ópera en tres actos de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la novela y después obra teatral La dame aux camélias, de Alexandre Dumas hijo. La ópera se estrenó en el Teatro La Fenice, Venecia, en 1853 y en España, en el Teatro Real de Madrid en 1855. La duración estimada es de 3 horas y 35 minutos, incluyendo dos intermedios.

Personajes
Violetta Valéry. Célebre cortesana, posteriormente enamorada de Alfredo Germont. Papel para soprano de voz cambiante: ligera de coloratura en el primer acto, lírica o lírico-spinto en los tres restantes, se supone que para reflejar su transformación durante la obra.
Alfredo Germont. Joven burgués, enamorado de Violetta, e hijo de Giorgio Germont. Papel para tenor lírico o lírico-ligero.
Giorgio Germont. Padre de Alfredo, opuesto a su relación con Violetta. Papel para barítono lírico de gran efecto y con momentos destacados.
Annina. Criada de Violetta. Papel para soprano o mezzosoprano.
Flora Berboix. Amiga de Violetta. Papel vistoso pero poco importante para soprano o mezzosoprano.
Barón Douphol. Amante o protector oficial de Violetta, disgustado con Alfredo, se bate en duelo con él. Papel para barítono de poco relieve vocal.
Marqués D’Obigny. Protector de Flora. Papel insignificante para bajo.
Gastone. Vizconde de Letorières, impulsivo amigo de Violetta, animador de las fiestas. Papel vocalmente breve para tenor.
Doctor Grenville. Médico de Violetta. Papel modesto para bajo.
Joseph. Sirviente de Violetta. Papel mínimo para tenor.
Coro. Muy importante.
Ballet de gitanas y toreros. En casa de Flora.

Argumento (vía Wikipedia)
La acción se desarrolla en París y sus afueras, alrededor de 1850.

Acto 1: El salón en casa de Violetta
Violetta Valéry, una famosa cortesana, da una lujosa fiesta en su salón de París para celebrar su recuperación de una enfermedad. Uno de los últimos en llegar a la fiesta es Gastón, un conde, que llega acompañado de su amigo, el joven noble Alfredo Germont, el cual hacía tiempo que deseaba conocer a Violetta, pues la adoraba desde lejos. Mientras pasea por el salón, Gastón le dice a Violetta que Alfredo la ama, y que mientras ella estaba enferma, él la visitó a diario. Alfredo, una vez presentados, le expresa su preocupación por su delicada salud, y luego le declara su amor.
El barón, actual amante de Violetta, espera cerca para llevarla al salón donde le piden que haga un brindis, pero él lo rechaza, y la gente se vuelve a Alfredo (Alfredo, Violeta, coro: Libiamo ne' lieti calici — «Brindis»).
Desde la habitación vecina, se escucha el sonido de la orquesta, y los invitados se aproximan para bailar. Mareada, Violetta pide a sus invitados que vayan por delante y la dejen descansar hasta que se recupere. Mientras los invitados bailan en la habitación próxima, ella ve su palidez en el espejo. Alfredo entra y expresa su preocupación por su frágil salud, y más tarde le declara su amor (Alfredo, Violetta: Un dì, felice, eterea — «El día que te conocí»). Al principio, Violetta lo rechaza porque su amor no significa nada para ella, pero hay algo en Alfredo que le llega al corazón. Cuando él se marcha, le regala una camelia, y le dice que regrese cuando la flor se haya marchitado. Ella le promete reunirse con él al día siguiente.
Después de que los invitados se han marchado, Violetta analiza la posibilidad de una relación con amor verdadero (Violeta: Ah, fors'è lui — «Quizá sea él»). Finalmente, desecha la idea: necesita ser libre para vivir su vida, día y noche, de un placer a otro (Violetta: Sempre libera — «Siempre libre»). Desde fuera del escenario, la voz de Alfredo se oye cantando acerca del amor mientras baja por la calle.

Acto 2
Escena 1: En la casa de campo de Violetta en las afueras de París
Tres meses después, Alfredo y Violetta llevan una existencia tranquila en una casa de campo, en las afueras de París. Violetta se ha enamorado de Alfredo y ha abandonado completamente su estilo de vida. Alfredo canta su vida feliz juntos (Alfredo: De miei bollenti spiriti — «De mis salvajes sueños de éxtasis»). Annina, la doncella, llega desde París, y, cuando Alfredo le pregunta, le dice que ella fue allí a vender los caballos, los carruajes y todo lo que Violetta posee para apoyar su estilo de vida en el campo.
Al enterarse, Alfredo se siente abrumado y se dirige de inmediato a París para corregir la situación él mismo. Violetta regresa a casa y recibe una invitación de su amiga Flora a una fiesta en París, que será esa tarde. El padre de Alfredo, Giorgio Germont, llega a la casa y exige a Violetta que rompa su relación con su hijo por el bien de su familia, pues la suerte de su hermana ha sido destruida por su conexión con ella, ya que su reputación como cortesana compromete el nombre Germont (Giorgio: Pura siccome un angelo — «Tengo una hija pura como un ángel»). Mientras tanto, él queda impresionado por la nobleza de Violetta, algo que no esperaba de una cortesana. Ella le responde que no puede poner fin a su relación porque lo ama mucho, pero Giorgio le ruega por el bien de la familia. Violeta escucha, con un creciente remordimiento, las patéticas palabras del señor Germont y finalmente se muestra conforme (Violetta, Giorgio: Dite alla giovine — «Di a esa niña tuya») y dice adiós a Giorgio. En un gesto de gratitud por su bondad y sacrificio, Giorgio la besa en la frente antes de dejarla a solas llorando.
Violetta decide abandonar a su amado, y le deja a Annina una nota para Flora donde le dice que acepta la invitación a la fiesta y, mientras escribe su carta de despedida a Alfredo, entra éste. Apenas puede controlar su tristeza y sus lágrimas; le habla repetidamente de su amor incondicional (Violetta: Amami, Alfredo — «Ámame, Alfredo»). Antes de apresurar su partida a París, entrega la carta de despedida a su sirviente, para que se la entregue a Alfredo.
Pronto, los sirvientes le llevan la carta a Alfredo y, tan pronto como la ha leído, Giorgio regresa e intenta reconfortar a su hijo, recordándole a su familia en Provenza (Giorgio: Di Provenza il mar — «El mar de Provenza»). Alfredo sospecha que el barón está detrás de su separación con Violetta y de la invitación a la fiesta, que él encuentra en la mesa, fortaleciendo sus sospechas. Decide enfrentarse a Violetta en la fiesta. Giorgio intenta detener a Alfredo, pero él sale apresuradamente.

Escena 2: Fiesta en casa de Flora
En la fiesta, el marqués le dice a Flora que Violetta y Alfredo se han separado. Pide a los animadores que interpreten para los invitados (Coro: Noi siamo zingarelle — «Somos gitanillas»); (Coro: Di Madride noi siam mattadori — «Somos toreros de Madrid»). Gastone y sus amigos se unen a los toreros y cantan (Gastone, coro, bailarines: È Piquillo, un bel gagliardo — «Fue Piquillo, tan joven y gallardo»).
Para ahogar su pena, Violetta, se consume aún más profundamente en su libertinaje. Llega el barón Douphol. Ven a Alfredo en una mesa de juego. Cuando él la ve, Alfredo proclama en voz alta de que se llevará a Violetta a casa con él. Sintiéndose enojado, el barón se acerca a la mesa de juego y se une a él en el juego. Conforme apuestan, Alfredo gana grandes cantidades de dinero hasta que Flora anuncia que la cena está preparada. Alfredo se va con puñados de dinero.
Antes de que Alfredo abandone el salón, Violetta le pide hablar con él. Temiendo que la ira del barón le llevará a desafiar a Alfredo a un duelo, ella amablemente le pide a Alfredo que se marche. Alfredo confunde sus temores y se enfrenta a ella, exigiéndole que admita que ella ama al barón. Dolorida, ella lo admite y, furioso, Alfredo llama a los invitados para testificar lo que él tiene que decir (Questa donna conoscete? — «¿Conocéis a esta dama?»). La deshonra tirándole dinero que dice le debe por los servicios prestados mientras vivieron juntos, en frente de los invitados. Violetta se desmaya abrumada por la enfermedad y la pena. Los invitados riñen a Alfredo: «Vete de una vez, te despreciamos. Has insultado a una noble dama».
En busca de su hijo, Giorgio entra en el salón y, sabiendo el significado real de la escena, denuncia el comportamiento de su hijo (Giorgio, Alfredo, Violetta, coro: Di sprezzo degno, se stesso rende — «Digno de desprecio es el hombre»).
Flora y las damas intentan convencer a Violeta para que abandone el salón, pero esta se vuelve hacia Alfredo: Alfredo, Alfredo, di questo cuore non puoi comprendere tutto l'amore — «Alfredo, Alfredo, no puedes entender todo el amor de este corazón».

Acto 3
Algunos meses después de la fiesta, Violetta aparece en la cama debido al avance de la tuberculosis. El doctor Grenville le dice a Annina que Violetta no vivirá mucho puesto que su enfermedad ha empeorado. A solas en su habitación, Violeta lee una carta del señor Germont, en la que le dice que el barón sólo fue herido en su duelo con Alfredo; que ha informado a Alfredo del sacrificio que Violeta ha hecho por él y su hermana; y que él envía a su hijo a verla tan pronto como sea posible para pedir su perdón (Violetta: Teneste la promessa — «Habéis mantenido la promesa»). Pero Violetta siente que es demasiado tarde (Violetta: Addio del passato — «Así se cierra mi triste historia»).
Annina se apresura a la habitación para decir a Violetta que ha llegado Alfredo. Los amantes quedan reunidos y Alfredo sugiere que ellos abandonarán París (Alfredo, Violetta: Parigi, o cara, noi lasceremo — «Querida, dejaremos París»).
Pero es demasiado tarde: ella sabe que su tiempo se ha agotado (Alfredo, Violetta: Gran Dio! morir sì giovane — «¡Oh, Dios! Morir tan joven»). El padre de Alfredo entra con el médico, lamentando lo que ha hecho. Después de cantar un dúo con Alfredo, Violetta revive rápidamente, exclamando que el dolor y la incomodidad la han abandonado (Violetta, Alfredo, Germont, Anina, Grenvil: Prendi, quest'è l'immagine — «Toma, esta es la imagen de mis días pasados»). Un momento después, ella muere en brazos de Alfredo.

Discografía
Una de las grabaciones que tengo y recomiendo es la de Kiri Te Kanawa, Alfredo Kraus, Dmitri Hvorostovsky, Olga Borodina, Silvia Mazzoni. Coro y orquesta del Maggio Musicale Fiorentino dirigidos por Zubin Mehta. Philips 2 CD, grabado en estudio, 1992.


La traviata, por su calidad y popularidad, está considerada como una de las obras más importantes del repertorio operístico estándar. Tanto es así, que según las estadísticas de Operabase aparece la nº 1 de las más representadas en todo el mundo en numerosas temporadas, por ejemplo, 2007-2008 y 2011-2012, siendo la 1ª de italia y la 1ª de Verdi.

¿Cómo?
Esta bella producción naturalista de Richard Eyre hará las delicias que de los amantes de las propuestas más clásicas y fieles a la idea original. En un teatro de los recursos y posibilidades de la Royal Opera House será una garantía de éxito.

Como esbocé al principio, los grandes atractivos son la presencia de la soprano albanesa Ermonela Jaho, comprometida como pocas con cada rol que interpreta y con unas cualidades vocales sobresalientes. Reconozco que para mí es una debilidad. Por otro lado, tendremos el privilegio de volver a disfrutar de otra actuación de la leyenda viva, el tenor, ahora en papeles de barítono, Plácido Domingo. Veremos cómo está vocalmente, aunque ya hace mucho que se le disfruta como figura más que como cantante. Todas las funciones de esta producción estarán dirigidas por el italiano Antonello Manacorda que debuta en Londres, y no por el habitual Antonio Pappano.

En definitiva, La traviata, es una ópera que por muchas veces que se haya visto siempre sigue apeteciendo. Si no se es aficionado, se trata de uno de los dos o tres títulos más recomendables para acercarse al género. En esta ocasión, la presencia de Ermonela Jaho y Plácido Domingo deberían ser motivo suficiente para dejarse caer por el cine. Lo veremos y lo comentaremos.

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