Madama Butterfly - ROH 2016/17 |
Esta ópera fue retransmitida en
directo desde el Royal Opera House de Londres por Versión Digital para España y
proyectada en diferentes salas de cine (Cinesur, Cinesa, Kinépolis, Ocine,
etc.), a las 20:15, hora española, ayer 30 de marzo de 2017. El precio de la
entrada, que puede estar sujeto a variación según la cadena de cines, en mi
caso fue de 19€ en Cinesur, que además tuvo la cortesía de ofrecer un ambigú en
el intermedio para todos los asistentes.
Como dato relevante sobre el
alcance de estas retransmisiones en directo, destacar que la ópera fue proyectada
en 1030 salas de cine de 29 países y en 9 idiomas diferentes.
La sutileza desgarradora de Madama Butterfly la convierte en una
ópera capaz de conmoverte en lo más profundo. Nadie queda indiferente ante el
dolor de esa madre y su sufrimiento acumulado a lo largo de toda la obra que
culmina con el fatal desenlace que, como poco, te hace sentir un nudo en la
garganta. Puccini lo logró una vez más dejándonos esta obra maestra. Vamos a
analizar la función de ayer.
La producción, como ya se adelantó
en la preparación previa, estuvo dirigida por la dupla formada por el
belga Moshe Leiser y el francés Patrice Caurier. Este tándem trabaja
siempre junto desde 1982 y además lo hacen con el mismo equipo de
colaboradores. La propuesta fue de corte clásico y minimalista. Hay que
reconocer que ésta es una ópera que se presta poco a la fantasía por contar con
pocos ambientes a recrear, ya que prácticamente toda la acción transcurre en el
mismo lugar. Aún así, la idea de enmarcar todo en una única estancia resultó un
poco monótona. Solo los cambios de luces y el juego de persianas daban algo de
dinamismo al entorno. Los directores decidieron, por tanto, centrar la atención
en los protagonistas y sus interacciones.
La escenografía, a cargo de Christian Fenouillat, además de lo
referido anteriormente, contó con los elementos de obligada presencia, a saber,
documentos nupciales, mesa de té, la carta de Pinkerton, una estatua de la
libertad en miniatura a modo de guiño, la banderita americana y, por supuesto, el
cuchillo con el que se pone fin al drama, poco más. Cabe destacar, en el plano negativo,
el ruido inadmisible que hacían las persianas al bajar y subir automáticamente.
Como positivo, que la monotonía escénica la rompió el momento de la entrada del
tío Bonzo y la composición final, muy efectista con la caída de las flores del
cerezo sobre el cuerpo yacente de Butterfly, aunque sus aleteos agonizantes
restaron dramatismo a la muerte. El vestuario de Agostino Cavalca, fantástico. Sobre todo en los personajes
japoneses, además de sus kimonos, la caracterización de todos ellos fue la nota
de color que, a mi juicio, salvó la propuesta escénica.
En líneas generales, esta
producción que nació en 2003 y está ante su quinta reposición, se la juega todo
a la carta de la interpretación de los personajes. Necesita monstruos escénicos
para dar vida a ese escenario tan hierático. En esta ocasión, hubo uno y descomunal
llamado Ermonela Jaho.
Ya que la hemos citado, empezaré
analizando el reparto por la soprano albanesa Ermonela Jaho. Todos los elogios son pocos para la que fue la
piedra angular sobre la que se cimentó la producción. Aunque en el personaje de
Madama Butterfly recae el peso de la obra, defenderlo como lo hizo Ermonela
Jaho, engrandece una producción que no pasaría de discreta. En el apartado
físico resultó muy creíble, no hablo de raza o color de la piel, sino de edad y
complexión. Es cierto que se trata de interpretar a una joven de 15 años y
cumplir este requisito se antoja complicado pero, con la excepción de los
primeros planos y gracias a una dosis adecuada de maquillaje y caracterización,
la soprano construyó una Madama Butterfly muy convincente. Vocalmente estuvo
excelsa. Alternó sutileza y bravura conforme lo requería la partitura e hizo
gala de un talento innato para la interpretación. Impactantes fueron sus
lágrimas confirmando que presenciar una actuación suya es sinónimo de compromiso
y calidad. La otra cara de la moneda fue el tenor argentino Marcelo Puente que, en mi opinión, no
estuvo vocalmente al nivel. Le daré otra oportunidad para comprobar si es falta
de talento o problemas con este rol de Pinkerton, temiendo que sea lo primero. Con
problemas para colocar la voz, una vez lo ha hecho proyecta con potencia, pero parece
andar siempre en la cuerda floja. Mejoró levemente al final y solo me convenció
cuando cantó en conjunto, como en el último trío. Scott Hendricks, barítono americano, en el personaje de Sharpless
tampoco tuvo una actuación destacada. Las muecas de las que se valía pusieron
de manifiesto que no cuenta con una voz natural y rotunda. Elizabeth DeShong, como Suzuki, estuvo genial. La mezzosoprano
americana, como ya ha demostrado en otras obras, tiene nivel para cantar
papeles más relevantes y fue un lujo contar con ella en este reparto. También me
gustó mucho el Goro del tenor italiano Carlo
Bosi, destacando en todas sus intervenciones con una vocalización clara y
emisión precisa. Por último, destacar de entre los secundarios a Yuriy Yurchuk como el Príncipe
Yamadori.
El coro del ROH me dejó muchas
dudas en la escena de la boda. Bien en la entrada de Butterfly y sublime en el
famoso a bocca chiusa. No tenían una
obra para exhibirse pero cumplieron con las exigencias.
La dirección de la orquesta a cargo
de Antonio Pappano tuvo algunos
altibajos que me causaron extrañeza por el alto concepto que tengo de él como
director. La obertura un tanto atropellada siguió con un tempo extenuante nada propio
de la obra que teníamos entre manos. Conforme fue avanzando, la cosa se hizo
más reposada y más agradable de saborear. Antonio Pappano destaca por su
capacidad de sinergizar y colaborar con los cantantes. Su comunión con la
soprano Ermonela Jaho fue total pero no tanto con Marcelo Puente y Scott
Hendricks a los que atronó con la orquesta en sus primeras intervenciones. El
momento cumbre lo alcanzó al comienzo del tercer acto, con el interludio
orquestal, que dirigió de forma magistral.
En definitiva, una ópera es un espectáculo tan completo
que, si cualquiera de los múltiples elementos que lo componen destaca, bien
puede merecer la pena una función completa. En la Madama Butterfly de ayer, como se preveía, la monumental actuación
de la soprano Ermonela Jaho lo eclipsó todo, convirtiendo una propuesta
discreta en una función memorable.
MADAMA BUTTERFLY de Giacomo Puccini
Cio-Cio-San, Madama
Butterfly
|
Ermonela Jaho
|
Benjamin Franklin
Pinkerton
|
Marcelo Puente
|
Sharpless
|
Scott Hendricks
|
Suzuki
|
Elizabeth DeShong
|
Goro
|
Carlo Bosi
|
Príncipe Yamadori
|
Yuriy Yurchuk
|
El tío Bonzo
|
Jeremy White
|
Director
|
Antonio Pappano
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Director de escena
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Moshe Leiser y
Patrice Caurier
|
Escenografía
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Christian Fenouillat
|
Diseño de vestuario
|
Agostino Cavalca
|
Royal Opera House, Londres, 30 de marzo
de 2017