La traviata - Teatro Cervantes 2018/19 |
La 30 temporada lírica en Málaga se abría con un título de
riesgo cero y más aún con un reparto encabezado por una diva, en toda la
extensión del término, como la gran Ainhoa Arteta. La temporada, según esbocé
en la anterior entrada, se presentaba muy prometedora y así lo ha
confirmado esta primera piedra sobre la que habrá que seguir edificando, con
sólidos argumentos, una programación anual digna de la sexta ciudad de España.
Este buen camino, a mi juicio, no comienza ahora, sino que puso sus cimientos
ya la temporada pasada con lo que bauticé como “efecto Turandot”.
A continuación, analizaré la función a la que asistí ayer
domingo, no sin antes mencionar el éxito en taquilla, tanto de ésta como de la
inaugural del viernes, y la apertura al público, previa invitación, del ensayo
general. Ante tal circunstancia creo que cabría la posibilidad de plantearse
programar un tercer pase entre semana y empezar a mirar de frente a otros
teatros del panorama nacional.
La producción del Villamarta de Jerez, teatro hermano con el
que se comparte bastante contenido, era de corte clásico. Vestuario, bailes,
salones… todo lo esperado. Por tanto, en este sentido no cabe poner pega alguna,
aunque tampoco se ofreció ninguna aportación novedosa que reinterpretara el
drama verdiano. Si acaso, mencionar el manido recurso del espectro, visión o
fantasmagoría al comienzo y final de la obra como álter ego de la protagonista.
Una propuesta abierta a multitud de interpretaciones para cubrir el expediente
de la originalidad por parte de la dirección de escena, en este caso, a cargo
de Francisco López. Otra licencia desgraciada fue la incursión de un figurante
ataviado con una cabeza de toro en el, ya de por sí plagado de clichés, coro de
los toreros, que provocó un ridículo fuera de lugar. Aún no logro entender
estos arrebatos de creatividad descontextualizados.
La escenografía fue adecuada a la propuesta con una
iluminación muy cuidada. Interesante el fondo, en el primer y último acto, que,
sin reflejar del todo, confería al conjunto sensación de amplitud. Calidez provenzal
en el segundo acto cargada del espíritu campestre que caracteriza a este
cuadro, siempre dentro del estatismo de muchas partes de la obra. El vestuario
fue vistoso y acorde con el resto de la puesta en escena, con la merecida
mención al trabajo del equipo de peluquería y maquillaje marca de la casa. El
punto débil, a buen seguro, técnicamente insalvable, por las limitaciones del
teatro, fueron las dilatadas pausas para los cambios de escenografía que
dividieron, además de los tres actos, los dos cuadros del segundo. Casi sesenta
minutos de pausa en total en una ópera de apenas dos horas de duración se
antojan demasiados y hacen un flaco favor a la hora de mantener la tensión
dramática de la obra.
En cuanto al reparto, el nombre de Ainhoa Arteta destacaba
por encima del resto, todos ellos producto nacional. Muchos, seguramente, se
acercaron al Cervantes movidos por el atractivo de ver a la guipuzcoana, con el
acicate añadido de que sería su última interpretación como Violeta Valéry. Nadie
puede discutir el talento descomunal de la soprano tolosarra pero, que ya no
reúne las cualidades vocales para cantar este papel, es un hecho irrefutable. En
el primer acto pasó verdaderos apuros para salvar dignamente la papeleta de los
agudos, que no dio, y la agilidad requerida que no exhibió. Tiró de tablas y
experiencia, que le sobran, para salir adelante a sabiendas de que su momento
de lucimiento estaba por llegar. Así es este rol, el personaje evoluciona a lo largo
de los tres actos pasando a requerir una soprano más dramática según avanza la
obra. Por suerte para los asistentes la cosa mejoró y de qué manera. Ainhoa
Arteta, a partir del segundo acto, empezó a coger vuelo y llegó a conmover con una
interpretación comprometida y ya técnicamente portentosa. Un lujo para este
teatro haber sido testigo de su última Violeta. El no menos conocido barítono
onubense, Juan Jesús Rodríguez, fue el otro gran ovacionado de la noche. Su
Giorgio Germont dejó claro que es uno de los grandes exponentes nacionales de
esta cuerda. De voz bella y emisión incontestable cautivó al público con “Di
Provenza il mar… “ en el segundo acto. El trío protagonista lo cerraba el tenor
de crevillente, Antonio Gandía, que cantó por momentos un Alfredo muy
disfrutable. A su actuación le faltó algo de redondez en comparación con la del
barítono protagonista y los quilates de la soprano. Aun así, me gustó bastante
pues no ha sido tan frecuente ver tenores de este nivel en temporadas
anteriores. De los secundarios destacar a dos cantantes de la ciudad como son
el tenor Luis Pacetti, en el rol de Gastone, con voz y presencia suficientes
para este tipo de papeles y la joven promesa malagueña, la soprano Alba Chantar
en el papel de Annina.
El Coro de Ópera de Málaga sufrió, en el primer acto, las
consecuencias de una dirección a la medida por las dificultades expuestas
anteriormente de la soprano. En el segundo acto, libre de ese corsé, se desató
mostrando todo el potencial que es capaz de desencadenar sobre un escenario. Su
director Salvador Vázquez volvió a salir reforzado como artífice de que el
nivel de este grupo no decaiga.
La dirección de la Orquesta Filarmónica de Málaga a cargo de
José María Moreno tuvo algunos altibajos ya señalados. Un director musical debe
demostrar personalidad y a la vez velar porque todo funcione. Las exigencias o
necesidades vocales de la soprano en el primer acto le obligaron a un tempo tan
soporífero que hizo languidecer la línea musical. En otros momentos sí
consiguió sacar todo el partido a la gran orquesta que tenía entre manos. En
líneas generales una dirección ortodoxa que contribuyó al éxito de la velada.
En definitiva, La traviata supuso una inauguración
grandiosa de esta nueva temporada lírica de cifra tan redonda en Málaga. El
público, que asaltó las taquillas en pocas horas, vio colmadas sus expectativas
como así lo atestiguó la rotunda ovación final que otorgó a los cantantes. Que siga
la fiesta.
LA TRAVIATA de Giuseppe Verdi
Violeta Válery
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Ainhoa Arteta
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Alfredo Germont
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Antonio Gandía
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Giorgio Germont
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Juan Jesús Rodríguez
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Flora Berboix
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Mónica Campaña
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Annina
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Alba Chantar
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Gastone
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Luis Pacetti
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Director
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José María Moreno
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Director de escena
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Francisco López
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Escenografía
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Teatro Villamarta
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Diseño de vestuario
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Azucena Rico y Cornejo
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Teatro Cervantes, Málaga, 25 de noviembre de 2018
Foto de Daniel Pérez