11 de julio de 2017

Don Giovanni en el Liceu 2016/17

Don Giovanni - Liceu 2016/17

El pasado sábado, día 1 de julio, tuvo lugar mi bautismo de fuego, nunca mejor dicho tratándose de esta obra de Mozart, en uno de los principales templos mundiales de la ópera: el Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
Que mi primera vez en el Liceu no haya llegado hasta ahora obedece a la distancia que lo separa de Málaga, mi ciudad. Ésta y otras circunstancias, han favorecido que hayan sido más frecuentes las visitas al Teatro Real de Madrid, a las que sumaré una más mañana con la Madama Butterfly de Ermonela Jaho que, como ya lo hiciera meses atrás con el público del Covent Garden, está haciendo las delicias de los aficionados madrileños.

El otro día, como consecuencia del debut de Jonas Kaufmann como Otello, escribía sobre la importancia de las “cosas” que ocurren por primera vez. Algo así sentí el pasado sábado cuando cruce el umbral de la puerta de entrada al Liceu. El mismo cosquilleo que tiempo atrás percibí cuando viajé a Madrid para ver Parsifal en el Teatro Real, o cuando experimenté las retransmisiones de ópera en el cine con un Così fan tutte desde el MET, magistralmente dirigido por James Levine, o, por supuesto, con mi primera ópera de siempre, Lucia di Lammermoor, en el Teatro Cervantes de Málaga. Hechos que, si bien se han repetido con posterioridad, incluso con más éxito en alguna ocasión, no emborronan el recuerdo de aquella primera vez.

Centrándome en el tema, motivo de esta entrada, voy a comentar mis impresiones sobre la función, penúltima de las diez programadas y última del reparto al que haré referencia, de este Don Giovanni.

Este dramma giocoso en dos actos de Wolfgang Amadeus Mozart con libreto en italiano de Lorenzo da Ponte es, para muchos, la gran obra maestra del compositor salzburgués, con permiso de las otras dos colaboraciones de éste tándem, Le nozze di Figaro y Così fan tutte o La flauta mágica o El rapto en el serrallo, por citar las cinco principales. Lo que hace tan atractiva a esta ópera tragicómica es que en ella puedes encontrar de todo, desde escenas de enredo al más puro estilo de vodevil hasta momentos terríblemente dramáticos, todo ello cimentado sobre una amalgama de personajes que reclaman su cuota de protagonismo a lo largo de la obra.

El director de escena, Kasper Holten, ofrece esta producción high-tech con la última tecnología de proyecciones y efectos sobre un escenario rotatorio que con sus escaleras y plataformas confiere al conjunto un dinamismo indiscutible. Se trata de una coproducción del Liceu junto con la Royal Opera House, la ópera de Israel y la de Houston que ya se ha comercializado en DVD y Blu-ray y puede adquirirse aquí.
La tecnología punta al servicio del espectáculo hace que la producción sea de gran impacto tanto para el aficionado como para el que se acerca a la ópera por primera vez. Personalmente considero que hubo un abuso de las proyecciones sin aparente relación con la trama, que parecía obedecer más a una amortización del despliegue técnico que a una justificación narrativa. La dirección de escena sobre los cantantes se vio muy trabajada y junto con los figurantes y el continuo movimiento del escenario consiguieron que no decayera la atención en ningún momento. Si acaso poner un par de peros. Por un lado, la escena del cementerio no tuvo una correspondencia escenográfica por lo que podía desorientar al espectador que no conociera la obra. Por otro lado, aunque al principio hice referencia al fuego, luego no fue tal, ya que en palabras del director “para alguien como Don Giovanni, un lugar con fuego no creo que pueda asustarle, tal vez un lugar de eterna soledad, sin nadie con quien comunicarse; esta podría ser la idea de infierno para él”. En mi opinión, desconcertante final que no hace justicia a la tensión dramática del momento.

La escenografía a cargo de Es Devlin, como ya he comentado muy dinámica y no exenta de riesgo para los cantantes, por el ir y venir escaleras arriba y abajo, pero impresionante para el público. La laberíntica mansión ofrecía muchas posibilidades y estuvo excelentemente iluminada en todo momento. Anja Vang Kragh encargada del vestuario, fue una de las triunfadoras con unos diseños clásicos de estampados modernos que fueron el complemento perfecto pues hablaban el mismo lenguaje que esta vanguardista producción.

En cuanto al reparto, no sé si era el principal o el secundario, muy compensado, si se me permite, más incluso que el otro propuesto. La decisión en la composición de los mismos daría para otra entrada del blog que ya abordaré en otro momento. En el papel principal mi paisano, el barítono malagueño, Carlos Álvarez, al que le he visto esta temporada cantar un sensacional Rigoletto como os conté aquí y que, a pesar de que éste es uno de sus grandes personajes que domina a la perfección, noté un poco fatigado y falto de potencia vocal. Gran interpretación pero quizás acusó el desgaste del final de temporada. Estupendo Simón Orfila en un rol tan importante como el de Leporello. El barítono menorquí se encuentra en el momento álgido de su carrera. Los papeles femeninos estuvieron muy bien defendidos empezando por el lujo de contar con la Zerlina de Julia Lezhneva, talento ruso de tan solo 28 años; la soprano griega Myrtò Papatanasiu como Donna Elvira en el rol más complicado de la obra que cantó con solvencia; y Vanessa Goikoetxea, la soprano vasca nacida en Florida, como Donna Anna, que brilló con menos intensidad por comparación con sus compañeras de reparto. Otro lujo fue contar con el Don Octavio de Toby Spence, tenor británico con caché suficiente como para ser protagonista meses atrás como el capitán Vere en el Billy Budd de esta temporada del Teatro Real. Para terminar, mención especial al ilustre Eric Halfvarson, en el ocaso de su carrera, después de ser referencia en el repertorio wagneriano y que ahora cosecha ovaciones allá donde va, interpretando papeles menores, en este caso, como el Comendador. Toni Marsol, un barítono de la casa, simplemente correcto como Masetto.

El coro del Gran Teatre del Liceu demostró gran nivel en los momentos en los que la partitura le dio la oportunidad. Aunque menos vistoso que en otras óperas no hay duda de que están preparados para lo que se espera de este teatro.

La dirección de la Orquesta Sinfónica del Liceu a cargo de su titular Josep Pons fue una delicia. Estuvo a la altura de lo que supone interpretar a Mozart, a saber, melodías claras, limpias texturas orquestales y estructuras de equilibrio y proporción. Maestría en esta difuminación de la frontera entre lo serio y lo bufo. Es uno de nuestros grandes activos a nivel nacional. El lunar, aún no está muy claro a quién es imputable, el acortar el sexteto final, que los cantantes interpretaron desde el foso, sin una explicación razonable.

En definitiva, no puedo estar más satisfecho con mi primera visita al Liceu. Aunque la predisposición y los ingredientes apuntaban a glorioso tenía que materializarse. Cerca estuvo esta incursión en el teatro barcelonés de ser desbancada por la primera opción, viajar a Londres al debut como Otello de Jonas Kaufmann. El tiempo ha demostrado que salí ganando. Espero volver pronto.

Ópera desde el sofá en el Liceu

DON GIOVANNI de Wolfgang Amadeus Mozart

Don Giovanni
Carlos Álvarez
Leporello
Simón Orfila
Donna Elvira
Myrtò Papatanasiu
Donna Anna
Vanessa Goikoetxea
Don Ottavio
Toby Spence
Zerlina
Julia Lezhneva
Masetto
Toni Marsol
Il Commendatore
Eric Halfvarson

Director
Josep Pons
Director de escena
Kasper Holten
Escenografía
Es Devlin
Diseño de vestuario
Anja Vang Kragh

Gran Teatre del Liceu, Barcelona, 1 de julio de 2017

29 de junio de 2017

Ópera en el cine: Otello ROH 2016/17

Otello - ROH 2016/17

Esta ópera fue retransmitida en directo desde el Royal Opera House de Londres por Versión Digital para España y proyectada en diferentes salas de cine (Cinesur, Cinesa, Kinépolis, Ocine, etc.), a las 20:15, hora española, ayer 28 de junio de 2017. El precio de la entrada, que puede estar sujeto a variación según la cadena de cines, en mi caso fue de 17€ en Cinesur, que además, como ya es habitual, obsequió a los asistentes con un pequeño ambigú en el intermedio.

Como dato relevante sobre el alcance de estas retransmisiones en directo, destacar que la ópera fue proyectada en 1001 salas de cine de 28 países y en 9 idiomas diferentes.

Otello es una obra fruto de la larga y exitosa trayectoria compositiva de Verdi, circunstancia que se aprecia de principio a fin en este drama shakesperiano. En esta ópera reconocemos momentos de puro Verdi pero con la vuelta de tuerca que supuso la evolución en su forma de componer, por eso, entre otras cosas, es tan apreciada por la mayoría del público. Sin números claramente diferenciados en los que dar rienda suelta al fervor, la obra funciona como un continuo en el que crece la tensión dramática hasta el fatal desenlace. Vamos a analizar la función de ayer.

La producción, como ya se adelantó en la preparación previa, estuvo dirigida por el británico Keith Warner. Esta propuesta, al igual que la que mostró Bartlett Sher en el MET, tampoco es la definitiva. A mi juicio, no solo no aportó nada a la trama, sino que por momentos lastró la función. La escena inicial de la tormenta fue poco rotunda, para lo que exige la partitura; no hubo recreación de ambiente de taberna y la mayoría de situaciones con muchos personajes en escena dieron la sensación de no tener un rumbo marcado por el director de escena. Para colmo, la producción fue oscura hasta decir basta en los dos primeros actos. Luego fondo blanco, que pasó a rojo y todo enmarcado en una caja negra con elementos móviles que no hacía más que encorsetar la escena. Como nota positiva, alguna metáfora bien traída como cuando Otello se mira al espejo y ve su reflejo con una máscara o la habitación del último acto, correctamente iluminada y con los protagonistas bien situados.

La escenografía, a cargo de Boris Kudlicka, no me convenció lo más mínimo. La idea de la caja negra y de contrastar lo muy oscuro y lo muy luminoso no fue un valor añadido. Tanto las plataformas de las que emergieron algunos personajes como el saliente lateral a modo de trampolín parecían una broma más que un efecto dramático. El león de San Marcos, visto y no visto, que luego aparece troceado; Otello jugando a los barquitos; la pared de graffitis con mensajes subliminares o la cascada de sangre en el suicidio de Otello, para olvidar. Además del último acto ya mencionado, salvaría el momento final del primero con Otello y Desdémona subiendo a la habitación o el coro que le dedican a Desdémona en el segundo acto, ambas situaciones bien compuestas e iluminadas. En el vestuario de Kaspar Glarner tampoco encontramos la tabla de salvación de esta producción. Indumentarias sin demasiado encanto y un peinado, el de Emilia, a modo de antena parabólica que distraía, por lo rocambolesco, más que otra cosa.

En líneas generales, esta producción, en la que no tenía muchas expectativas, no estuvo al nivel de lo que la cita tan señalada requería. Al menos en lo visual, no será este el Otello definitivo que esperaba encontrar.

En cuanto al reparto, todas las miradas apuntaban a Jonas Kaufmann desde su Esultate! Como es habitual, él y el resto, fueron de menos a más. Quizás se le vio con el freno de mano echado en los dos primeros actos aunque terminó dejando muy buen sabor de boca con la entrega a la que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, sembró la duda sobre si ese nadar y guardar la ropa obedece a que no está al cien por cien vocalmente o si es que necesita pulir esta primera aproximación al rol. En cualquier caso, puede que a medio gas cante Otello mejor que cualquiera de sus contemporáneos. La soprano italiana Maria Agresta cumplió con una Desdémona muy bien cantada sin aparente esfuerzo, con un destacado último acto y dejando muestras de un timbre agradable y buena técnica. Con el invitado de última hora, Marco Vratogna, por la baja del barítono Ludovic Tézier, se dio la curiosa circunstancia de contar con un tenor, el alemán Jonas Kaufmann, con voz baritonal, y este barítono italiano de voz atenorada. De los tres principales, vocalmente fue el menos destacado. Aunque el de Yago es un papel complejo, intentó compensar la falta de cualidades vocales abundando en la vileza del personaje, cayendo en ocasiones en falta de elegancia. Construyó un Yago más canallesco que maquiavélico. Del resto de personajes destacar el Cassio del tenor canadiense Frédéric Antoun del que ya hablamos en la entrada dedicada al Così fan tutte de la Ópera de París y que atesora una bonita voz y capacidad para asumir papeles más relevantes. Correctos en su escaso protagonismo la Emilia de la mezzosoprano estonia Kai Rüütel y el Lodovico del bajo coreano In Sung Sim.

El coro del ROH, una vez solventados los problemas técnicos de volumen, entiendo que imputables a la sala de cine, sonó con la magnitud y unidad a la que nos tiene acostumbrados. Lástima la tibieza del primer acto, por esa deficiencia en el ajuste, y la dirección de escena que los mantuvo demasiado estáticos.

La dirección de la orquesta a cargo de Antonio Pappano, no empezamos a disfrutarla hasta que no estuvo calibrado el sonido de la sala de cine, al comienzo del tercer acto. Fue entonces cuando se percibió las ganas que tenía de montar este Otello con su admirado Jonas Kaufmann. No hay duda de que la orquesta de la ROH es de primer nivel, pero bajo la batuta de Pappano suena fulgurante y llena de matices en los pasajes más delicados, como en el cuarto acto, donde estuvo soberbio.

En definitiva, este Otello tan esperado en todo el mundo estuvo raspando el notable gracias a la actuación vocal. La anodina producción y la ausencia del barítono programado fueron una rémora que perjudicó la función. Tanta expectación siempre es peligrosa pues es fácil no llegar al nivel esperado. No obstante, es una gran noticia que Kaufmann haya abordado por fin el rol, pues a buen seguro llegará a cantar un Otello glorioso. Aquí estaremos para contarlo.

OTELLO de Giuseppe Verdi

Otello
Jonas Kaufmann
Desdémona
Maria Agresta
Yago
Marco Vratogna
Cassio
Frédéric Antoun
Roderigo
Thomas Atkins
Emilia
Kai Rüütel
Lodovico
In Sung Sim

Director
Antonio Pappano
Director de escena
Keith Warner
Escenografía
Boris Kudlicka
Diseño de vestuario
Kaspar Glarner

Royal Opera House, Londres, 28 de junio de 2017

26 de junio de 2017

Próximamente en cines: Otello, 28 de junio, ROH

Después de un tiempo sin publicar nuevas entradas, por compromisos familiares, laborales y algún otro de carácter altruista en los que me encuentro inmerso, no podía dejar pasar esta cita con resonancia en toda Europa. Sí, de esa magnitud es lo que os vengo a contar.

Como inciso, en adelante, no sé con qué frecuencia podré seguir publicando por aquí. Lo que sí puedo asegurar es el cómo. Algunos habéis echado de menos más actividad en el blog, otros no, y el resto simplemente no se ha pronunciado. Publicaré cuando tenga algo relevante que aportar a la escena operística y en los términos en los que lo vengo haciendo, no ideé el blog para escribir entradas cortas y diarias, ni para enlazar vídeos de Youtube, para eso ya hay otras redes sociales más dinámicas donde tienen cabida estas prácticas. Aprovecho para agradeceros vuestra fidelidad y sin más dilación vamos con la próxima cita.

Cada temporada hay fechas señaladas en el calendario con representaciones de gran expectación, este caso el acontecimiento apunta a efeméride de repercusión mundial. Parece una exageración pero cuando algo ocurre por primera vez y con éxito, transcurrido el tiempo la fecha y lugar del origen quedan para la historia. En este caso los ingredientes son, el para mí y para muchos, mejor tenor del momento Jonas Kaufmann, debutando en el papel de Otello con un director con el que ya ha demostrado una complicidad especial, Antonio Pappano, y en un escenario, Covent Garden, con coro y orquesta incontestables. ¡Todos al cine!



¿Cuándo?
Jueves 28 de junio de 2017 a las 20:15, en directo desde el Royal Opera House de Londres. Retransmitido por Versión Digital, podéis consultar las salas de cine asociadas aquí y comprar las entradas. El precio de las mismas puede variar según la sala de cine a la que acudáis, en mi caso, el importe ha sido de 19€ mediante la venta anticipada online en Cinesur.

¿Qué?
Otello es una ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Arrigo Boito, basado en la novela Otelo, el moro de Venecia de William Shakespeare. La ópera se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán en 1887 y tres años después en España, en el Teatro Real de Madrid. La duración estimada es de 2 horas y 15 minutos.

Personajes
Otello. Militar moro renegado, al servicio de la República Veneciana contra los turcos; enamorado de Desdémona, su esposa. Papel para tenor dramático.
Desdémona. Esposa de Otello, con quien se casó por amor. Papel para soprano lírico-spinto, con dominio del pianissimo y a la vez capaz de insuflar fuerza en algunos pasajes.
Yago. Enemigo de Otello y de Cassio. Papel tortuoso, negativo y malvado, declamatorio y cruel.
Cassio. Lugarteniente de Otello, peleado con él por culpa de Yago, que explota la situación. Papel para tenor lírico o ligero sin grandes dificultades, aunque debe ser buen actor.
Emilia. Esposa de Yago; sumisa, pero capaz de rebelarse. Papel para mezzosoprano sin mucho relieve vocal.
Roderigo. Caballero veneciano enamorado de Desdémona. Papel poco importante para tenor.
Lodovico. Embajador de Venecia, con autoridad y decoro. Papel de poco relieve para bajo.
Heraldo. Papel ínfimo para bajo.
Coro. Muy importante.

Argumento (vía Wikipedia)
La acción transcurre en una ciudad costera de la isla de Chipre, a finales del siglo XV.

Acto 1
Enfrente del castillo, cerca de la bahía.
En una noche tormentosa, el pueblo de Chipre espera ansioso la llegada del nuevo gobernador, Otello, de la batalla con los turcos (Coro, Montano, Cassio, Yago, Roderigo: Una vela!). Otello llega sano y salvo y anuncia que la flota turca ha sido destruida, y los chipriotas se alegran (Otello, coro: Esultate! L’orgoglio musulmano sepolto è in mar).
El alférez de Otello, Yago, se ofrece a ayudar al joven veneciano Roderigo en su seducción de la esposa de Otello, Desdémona, porque quiere vengarse del moro (Yago, Roderigo: Roderigo, ebben che pensi?). Otello ha nombrado a Cassio capitán de la armada, un cargo que Yago confiaba en obtener. El pueblo de Chipre celebra el regreso de la armada encendiendo una hoguera (Coro: Fuoco di gioia!).
En la taberna, Yago propone un brindis por Otello y su esposa, Desdémona, y sigue sirviendo vino a Cassio (Yago, Cassio, Roderigo, coro: Inaffia l'ugola!). Montano entra y llama a Cassio para que empiece su guardia, pero se queda sorprendido al descubrir a Cassio bebido y prácticamente incapaz de tenerse en pie. Roderigo se ríe de la borrachera de Cassio y este lo ataca. Cassio hiere a Montano en el momento en que entra Otello que les ordena bajar sus espadas, pide explicaciones a Yago y se enoja al descubrir a Montano herido. Entra Desdémona, y, al ver que ha sido perturbado el descanso de su mujer, Otello degrada a Cassio que ya no es capitán (Otelo, Yago, Cassio, Montano: Abbasso le spade).
Los chipriotas dejan a solas a Otello y Desdémona. Juntos, Otello y Desdémona recuerdan por qué se enamoraron. Se besan y luego vuelven al castillo. (Dúo de Otello y Desdémona: Già nella notte densa s'estingue ogni clamor)

Acto 2
Dentro del castillo, una cámara cercana al jardín.
Yago sugiere a Cassio que pida a Desdémona hablar a Otello sobre su degradación, porque Desdémona puede influir en su marido para devolverle el puesto (Yago, Cassio: Non ti crucciar). Yago lanza sus creencias nihilistas en un bien conocido Credo in un Dio crudel.
Otello entra en la habitación. Cassio ve a Otello desde lejos y se aleja discretamente. Yago le insinúa que Cassio y Desdémona son amantes y Otello se siente celoso, pero quiere pruebas de la traición de Desdémona (Yago, Otelo: Ciò m’accora... Che parli?).
Una multitud de niños, marineros y chipriotas rodean a Desdémona, alabando su belleza y pureza (coro, Yago, niños, Desdémona, Otello: Dove guardi splendono raggi). Ellos le presentan regalos y le desean felicidad antes de irse.
Desdémona cumple el encargo de Cassio de pedir que se le devuelva su cargo. Otello amargamente le dice que se lo pida en otro momento, y que ahora le duele la cabeza. Desdémona envuelve su cabeza con un pañuelo que Otello le dio en el pasado, lino bordado con fresas. Otello lo arroja al suelo y dice que no lo necesita (Desdémona, Otelo: D'un uom che geme sotto il tuo disdegno la preghiera ti porto). Emilia recoge el pañuelo. Desdémona le pide perdón a Otello. A un lado, Yago le pide a Emilia el pañuelo. Cuando ella le dice que no, Yago se lo coge a la fuerza.
Otello despacha a los otros, y canta que él ahora cree que Desdémona puede estar engañándolo (Otello: Ora e per sempre addio sante memorie). Regresa Yago, y el celoso Otello exige pruebas de la infidelidad de Desdémona. Yago dice que una vez, cuando él y Cassio dormían en la misma habitación, oyó a Cassio hablar a Desdémona en sueños y le vio llevando un pañuelo bordado de fresas justo el día anterior. Juntos, Yago y Otello juran vengarse de Desdémona y Cassio (Otello, Yago: Sì, pel ciel marmoreo giuro).

Acto 3
El gran salón del castillo y cerca, un pequeño salón.
Yago explica a Otello que atraerá a Cassio aquí y que hablará con él mientras Otello mira, escondido (Yago: Qui trarrò Cassio). Desdémona entra y le recuerda la petición de Cassio. Otello le dice que todavía tiene dolor de cabeza, y le pide que envuelva su pañuelo alrededor de su cabeza. Cuando Desdémona le presenta otro pañuelo diferente, Otello le pide el que él le regaló, con fresas. Cuando dice que no lo tiene, Otello dice que era un talismán, y que le llegarán desgracias si lo pierde. Desdémona protesta que ella es fiel; al final, Otello la echa de la habitación (Desdémona, Otelo: Esterrefatta fisso lo sguardo tuo tremendo).
Otello se lamenta de su destino (Dio! mi potevi scagliar tutti i mali). Cuando Yago llama a Cassio, Otello se esconde. Yago le pregunta sobre sus aventuras con esa mujer. Cassio le pregunta qué mujer y, suavemente, de manera que Otello no pueda oirlo, Yago dice "Bianca" (la auténtica amante de Cassio). Cassio se ríe de sus aventuras románticas, y Otello cree que está hablando de Desdémona.
Suenan los clarines, anunciando la llegada del embajador veneciano. Cassio sale, y Otello decide matar a su esposa estrangulándola en su cama, mientras Yago se ocupará de Cassio.
Lodovico, Desdémona, Emilia, Roderigo y otros dignatarios entran. Cuando Lodovico nota la ausencia de Cassio, Yago le dice que Cassio ha perdido el favor, pero Desdémona añade que pronto lo restaurarán a su puesto. Otello la llama demonio, y casi la golpea violentamente pero Lodovico lo contiene. Cassio entra y Otello lee (mezclando mientras insultos a Desdémona) una carta del Dogo, anunciándole que ha sido llamado de vuelta a Venecia y Cassio lo sucederá como gobernador de Chipre. Encolerizado, Otello arroja a Desdémona al suelo (Otello, Roderigo, Yago, Cassio, Lodovico: Messeri! il Doge mi richiama a Venezia).
Desdémona, desde el suelo, se lamenta (A terra! … sì … nel livido fango). En un conjunto, los diversos personajes expresan sus distintos sentimientos: Emilia y Lodovico consuelan a Desdémona, Cassio se maravilla ante su repentino cambio de fortuna y Roderigo se lamenta de que Desdémona vaya a irse pronto. En apartes separados, Yago primero le dice a Otello que esa noche es la noche de vengarse y luego aconseja a Roderigo de que la única forma de impedir que Desdémona se vaya es que muera el nuevo duque, animándolo a asesinar a Cassio esa noche (Emilia, Cassio, Desdémona, Roderigo, Lodovico, Yago, Otello, coro: Quell’innocente un fremito d'odio non ha nè un gesto). Otello ordena a todo el mundo que se vaya, luego se derrumba. Yago presiona la frente de Otello con su talón, luego se marcha. Afuera, la multitud de chipriotas grita victoria y gloria por Otello (Otello, Desdémona, Emilia, Cassio, Roderigo, Lodovico, Yago, coro: Fuggite!)

Acto 4
Habitación de Desdémona. Una lámpara iluminada enfrente de una imagen de la Virgen María.
Desdémona y Emilia están preparándose para irse a la cama. Desdémona le pide a Emilia que le ponga el traje que usó en su noche de bodas. Desdémona recuerda cómo su madre tuvo una criada llamada Barbara, quien se enamoró de un hombre pero enloqueció cuando él la abandonó (Desdémona: Piangea cantando nell’erma landa, también conocida como la "Canción del sauce"). Después de que Emilia se marche, Desdemona reza (Ave Maria) y luego se duerme.
Silenciosamente entra Otello con una espada. Besa a su esposa y con ello la despierta. Otello le pregunta si ha rezado, porque no quiere matar su alma. Ella le ruega piedad a Dios, tanto para ella como para Otello. Este la acusa de pecar, diciendo que la tiene que matar porque ama a Cassio. Ella lo niega y le dice que llame a Cassio, pero Otello le responde que está muerto. Desdémona le pide que se apiade que ella, pero Otello le dice que es demasiado tarde y la estrangula (Otello, Desdémona: Diceste questa sera le vostre preci).
Emilia llama a la puerta, anunciando que Cassio ha matado a Roderigo. Desdémona suavemente dice que ha sido acusada injustamente, y luego muere. Emilia llama asesino a Otello; él responde que Yago le dio pruebas de la infidelidad de Desdémona. Otello empieza a amenazar a Emilia, quien pide ayuda. Entran Yago, Cassio y Lodovico. Emilia exige que Yago niegue la acusación de Otello; él se niega. Otello dice que el pañuelo que Desdémona dio a Cassio es prueba suficiente. Emilia, horrorizada, explica que Yago había robado el pañuelo; Cassio corrobora su historia. Montano entra y dice que Roderigo, al morir, reveló el plan de Yago. Yago, blandiendo su espada, se escapa corriendo (Emilia, Otello, Desdémona, Cassio, Yago, Lodovico, Montano: Aprite! Aprite!)
Al darse cuenta de lo ocurrido, Otello se lamenta de la muerte de Desdémona. Extrae una daga de su ropa y se apuñala. Otros intentan detenerlo, pero es demasiado tarde. Antes de morir, se arrastra cerca de su esposa y la besa. Queda muerto cerca de Desdémona (Otello, Cassio, Lodovico, Montano: Niun mi tema).

Discografía
La grabación que tengo y recomiendo es la de Plácido Domingo, Renata Scotto, Sherrill Milnes, Frank Little, Paul Crook. Ambrosian Opera Chorus y National Philhamonic Orchestra dirigidos por James Levine. RCA 2 CD, grabado en estudio, 1978 (puede adquirirse vía Amazon aquí).


Otello es una obra de madurez de Verdi después de una dilatada carrera como compositor, no en vano es su penúltima ópera por delante de Falstaff, con la que puso fin a su producción operística. Según las estadísticas de Operabase aparece la nº 28 de las cien óperas más representadas en el período 2005-2010, siendo la 17ª en Italia y la 8ª de Verdi.

¿Cómo?
La producción del británico Keith Warner apunta a ser de corte clásico, respetuosa con el texto y lejos de las extravagantes propuestas de las óperas de Wagner que el director nacido en Londres ha llevado a cabo. Esperemos que aporte o al menos no obstaculice una producción en la que el director de escena no es el principal aliciente. Ojalá no se parezca en nada a la de los escenarios de metacrilato de Bartlett Sher que ofreció la temporada pasada el MET.

La dirección de la orquesta del teatro londinense correrá a cargo de su director titular Antonio Pappano, que como ya he comentado, además de su talento, tiene como seña de identidad la sintonía con los cantantes en general y con Kaufmann en particular. En cuanto al reparto, el mencionado tenor alemán defenderá por primera vez en su carrera el rol de Otello, después de haber cantado un notable Lohengrin en París. La soprano italiana Maria Agresta será Desdémona y cerrará el trío protagonista, como el carismático Yago, el barítono, también italiano, Marco Vratogna. En el resto de roles, Frédéric Antoun será Cassio y Thomas Atkins hará lo propio como Roderigo. No hace falta recalcar a los bolsillos de qué cantante del reparto ha ido la gran parte del presupuesto de esta producción.

En definitiva, Otello es una obra imprescindible del repertorio operístico y para muchos aficionados una de las más destacadas de Verdi junto con Falstaff. A partir de esta obra Verdi explora un lenguaje musical no visto anteriormente y muy cercano a la manera de producir de Richard Wagner. Esta producción tiene como piedra angular el debut en el rol de Jonas Kaufmann, un tenor que marcará una época. Si tiene su noche, todo lo demás quedará relegado a un segundo plano. Veremos cómo resulta.

23 de abril de 2017

Ópera en el cine: Eugene Onegin MET 2016/17

Eugene Onegin - MET 2016/17

Esta ópera fue proyectada por Yelmo Cines en directo desde el Metropolitan Opera House de Nueva York, a las 19:00, hora española, ayer 22 de abril de 2017. El precio de la entrada fue de 21€.

Eugene Onegin es una ópera que destaca por su belleza musical. El talento sinfónico de Tchaikovsky esta presente y la sutileza de las melodías la convierte en una obra referente del romanticismo. Nos encontramos ante una drama costumbrista, sin grandes tragedias, al menos en el desenlace final, pero dotado de una gran carga dramática gracias a la partitura más que al libreto. A pesar de estar escrita en ruso, es una obra con tanto color que podría ser candidata para iniciarse en el género. Paso a analizar la función de ayer.

La producción, como ya se adelantó en la preparación previa, estuvo dirigida por la británica Deborah Warner. Su contribución es sinónimo de garantía y más sabiendo que es una producción que ya cosechó buenas críticas tres temporadas atrás en este mismo escenario. La puesta en escena es exquisita y cuida hasta el más mínimo detalle, un placer para los que gustan de una propuesta clásica y fiel al libreto. Por contra, este tipo de planteamientos dejan poco lugar a la imaginación o interpretación, pero no cabe duda que visualmente son muy atractivos.

La escenografía, a cargo de Tom Pye, fue profusa en todo momento. Muchos cambios de escenario y un despliegue técnico y logístico impresionante. Los ambientes muy bien diferenciados, a saber, la casa de los Larin, el salón de baile, el duelo a las afueras o el palacio en San Petesburgo fueron las ubicaciones donde se desarrollaron los acontecimientos. Como aspecto negativo, señalar que en algunas escenas, por ejemplo en la primera, la proyección de las voces cambiaba demasiado dependiendo de la dirección en la que cantara el personaje. Esto puede ser debido tanto al diseño de la escena como a la ubicación de los micrófonos. El vestuario de Chloe Obolensky a la altura de la producción, que es mucho decir. Ropajes de la época por doquier, con un nutrido coro y un cuerpo de baile a los que vestir. Mucha opulencia y, si se me permite la broma, mucha tela que cortar.

En líneas generales, esta producción de corte clásico y detallista impresiona por su exuberancia. Se aprecia un gran trabajo en la dirección para coordinar tantos elementos en escena: cantantes, bailarines, figurantes en segundo plano, por ejemplo en la escena del cumpleaños, y que en ningún momento de sensación de caos. Es una propuesta escénica que deslumbra al que se acerca a la ópera por primera vez.

En cuanto al reparto, encontramos nombres que ya de por sí llenan teatros. Es el caso de Anna Netrebko. Dice el dicho que “más vale caer en gracia que ser gracioso” y es que la soprano rusa, no exenta de talento, en mi opinión está sobrevalorada. Con ella no suele existir el término medio, hay quien la adora y hay quien no la soporta. Yo reconozco sus capacidades pero me resisto a verla como un referente en la cuerda de soprano. El rol de Tatyana tiene una evolución a lo largo de la obra que no desarrolló. Se le vio más cómoda en la interpretación del último acto, como miembro de la aristocracia rusa, papel de diva que le va como anillo al dedo, que como joven ingenua e idealista en el primer acto, donde estuvo claramente sobreactuada. Su voz es un cañón, por lo que su potencia vocal está fuera de discusión. Está capacitada en los pianísimos pero carece de sutileza, en demasiadas ocasiones suena muy ruda y carente de matices. El gran triunfador de la noche fue el barítono sueco Peter Mattei. Su voz es bella y natural, canta sin esfuerzo y con una técnica perfecta. Onegin brilló con luz propia en lo vocal y la actuación fue convincente, salvo en el último acto, en el que se le vio algo rígido y poco compenetrado con la Netrebko. La otra grata sorpresa fue la del, para mí desconocido, tenor ruso Alexey Dolgov, en el papel de Lenski y que exhibió poderío vocal e interpretativo. Defendió con más solvencia de la esperada sus momentos de protagonismo, como el Kuda, kuda, kuda vy udalilis antes del duelo y estuvo a la altura de los cantantes con más cartel. Decepcionante Stefan Kocán en su único y esperado momento de lucimiento en el último acto. El bajo eslovaco, si bien posee una voz rotunda, su técnica es deficiente y se sirvió de un vibrato un tanto molesto que impidió disfrutar de su Lyubvi vsye vozrasti pokorni. Del resto del reparto con papeles secundarios, la mezzosoprano Elena Maximova, como Olga, no destacó especialmente. Larissa Diadkova sí estuvo a buen nivel vocal y transmitió ternura en su interpretación de Filipyevna. Elana Zaremba, como Madame Larina, con un timbre desagradable y una voz engolada, fue una tortura. Tony Stevenson cumplió en su momento francés como Triquet. Por último destacar el papel ínfimo pero de bella factura vocal de Richard Bernstein como Zaretski.

El coro del MET sonó a todo trapo, como siempre, y salvo algún error de ajuste en el tiempo, más imputable al director que a ellos, estuvieron al nivel que acostumbran. Destacar el cuerpo de baile con números en cada uno de los tres actos, cordinación perfecta y vistosidad en las coreografías.

La dirección de la orquesta a cargo de Robin Ticciati fue espléndida, sobre todo en la obertura y en los interludios orquestales que son varios. La partitura requiere sutileza y él la tuvo. Los delicados vientos se deslizaron a lo largo de toda la obra. Por poner algún pero, se le descuadró el coro en dos ocasiones, en la primera intervención del primer acto y otra vez en el segundo. Aunque en general su trabajo fue muy destacado y derrochó entusiasmo. Por su juventud tiene un futuro muy prometedor.

En definitiva, Eugene Onegin es una ópera que se deja querer. Musicalmente es una maravilla que te lleva en volandas de principio a fin. El drama costumbrista está contado en escenas bien diferenciadas en tiempo y espacio lo que contribuye a la vistosidad de recrear distintos ambientes. La función de ayer, a pesar de los aspectos mejorables, me dejó un sabor agradable. Gracias por el regalo Tchaikovsky.

EUGENE ONEGIN de Pyotr Ilyich Tchaikovsky

Tatyana
Anna Netrebko
Onegin
Peter Mattei
Lenski
Alexey Dolgov
Olga
Elena Maximova
Madame Larina
Elena Zaremba
Filipyevna
Larissa Diadkova
Príncipe Gremin
Stefan Kocán
Triquet
Tony Stevenson
Zaretski
Richard Bernstein
Un capitán
David Crawford

Director
Robin Ticciati
Director de escena
Deborah Warner
Escenografía
Tom Pye
Diseño de vestuario
Chloe Obolensky

Metropolitan Opera House, Nueva York, 22 de abril de 2017