Dialogues des Carmélites - MET 2018/19 |
Otra temporada que llega a su fin, es la de las retransmisiones en directo para los cines del Metropolitan Opera House de Nueva York. Ayer fue el último de los diez títulos programados y, como es habitual, se avanzaron las diez óperas que se ofrecerán la próxima temporada 2019/20. Sobre este asunto ya me extenderé más adelante.
El teatro neoyorquino suele ser sinónimo de calidad y aunque esta temporada, por agenda, he tenido que ser selectivo con las retransmisiones a las que acudir, esta cita era ineludible. No en vano, el MET se ha tomado este cierre de temporada muy en serio, quemando las naves en cuanto al reparto y otorgando la imagen principal de su temporada a Isabel Leonard, protagonista de ésta ópera de la que vengo a hablar.
El teatro neoyorquino suele ser sinónimo de calidad y aunque esta temporada, por agenda, he tenido que ser selectivo con las retransmisiones a las que acudir, esta cita era ineludible. No en vano, el MET se ha tomado este cierre de temporada muy en serio, quemando las naves en cuanto al reparto y otorgando la imagen principal de su temporada a Isabel Leonard, protagonista de ésta ópera de la que vengo a hablar.
Dialogues des Carmélites es
una ópera en tres actos del compositor francés Francis Poulenc con libreto de
Emmet Lavery, basado en la obra teatral de Georges Bernanos, que a su vez está
inspirada en la novela La Dernière à
l’échafaud (La última en el cadalso)
de Gertrud von Le Fort. Para abordar esta obra es necesario situarla en su
contexto histórico, y es que su compositor, fallecido en 1963, la estrenó en
1957 en el Teatro alla Scala de Milán. Estamos, por tanto, ante una ópera del
siglo XX con todo lo que ello conlleva respecto del lenguaje musical empleado.
Para el público poco avezado hay que recordar que la música, la ópera y otras
disciplinas artísticas están en constante evolución. No tendría ningún sentido
hoy en día componer una ópera como lo hizo Mozart hace 250 años. Sobre otro ejemplo
de este “nuevo” lenguaje musical, escribí años atrás cuando fui a Madrid a ver
Billy Budd del compositor británico Benjamin Britten.
Hecha esta advertencia, ya me
encuentro en disposición de intentar transmitir con palabras lo presenciado
ayer por la tarde.
Georges Bernanos, el autor de la
obra de teatro sobre la que está basada esta ópera, se enfrentó a un doloroso final
antes de morir. Este hecho, sobre el que reflexionó, le llevó a escribir un
drama, ambientado en una etapa convulsa como la revolución francesa, sobre el
miedo a la muerte como hilo conductor. Los diálogos tienen un peso específico
importante en el resultado final de la ópera pero es la música de Francis
Poulenc la que eleva esta obra a la categoría de sublime. Cada interludio
orquestal es una joya en sí mismo. Los coros conmueven hasta lo más profundo
del alma y el desenlace final, fruto de la tensión dramática acumulada,
sobrecoge hasta el extremo.
La producción ofrecida, del
británico John Dexter, data, nada
menos, que de 1977 pero goza de una salud envidiable. Sencilla pero tremendamente
efectista. La música de Poulenc habla por sí sola y el escenario resulta un
mero soporte sobre el que discurren, sin oposición, los sentimientos. Una cruz
latina en el suelo y una serie de elementos: fondos de estancias, rejas, un
crucificado, etc., que bajan suspendidos, es todo lo que necesita el director
de escena para recrear la angustia sobre lo que está por llegar. La
escenografía de David Reppa, como se
ha mencionado, escueta pero certera con la propuesta. El vestuario, a cargo de Jane Greenwood, estupendo. Cuidado
hasta el más mínimo detalle para ser respetuoso con la época y mostrando una
bellísima Isabel Leonard en el primer acto.
En líneas generales, la producción
es soberbia. De líneas limpias donde la iluminación juega un papel fundamental,
dando protagonismo y acotando cada uno de los momentos cumbres de la obra. Esta
ópera pide a gritos una propuesta así en la que nada empañe las exquisiteces
musicales que se suceden.
En cuanto al reparto, como ya
mencioné al inicio, el MET ha echado el resto. Talento sobre el papel que suele
traducirse en éxito sobre el escenario. Varias estrellas sobre la que destaca,
por su papel protagonista, la mezzosoprano estadounidense Isabel Leonard. Fue una Blanche de la Force deliciosa. Aunque el
papel está escrito para soprano lírica, la mezzo norteamericana le dio su toque
personal con esa forma de cantar, aparentemente sin esfuerzo, que es un regalo
para los oídos. Otra mención especial para la veterana soprano finlandesa Karita Mattila, que a sus 58 años sigue
en plena forma vocal. Además su actuación como la moribunda carmelita Madame de
Croissy fue memorable. Seguimos para bingo con la gran Adrianne Pieczonka, otra soprano de lujo para el rol de la nueva
priora Madame Lidoine. Protagonizó, a mi juicio, el momento más lacrimógeno con
su despedida “Mes filles, j’ai désiré de
tout mon coeur vous sauver…”. Se me ponen los pelos de punta solo con
recordarlo. Fantástica en todas las facetas Erin Morley, más talento norteamericano, como Soeur Constance.
Creíble ingenuidad y muy sobrada vocalmente. Karen Cargill, mezzosoprano escocesa, estuvo a la altura del
reparto estelar en el rol de Mère Marie de L’Incarnation. No menos exitosas
fueron las interpretaciones masculinas. Tanto la del Marqués de la Force
interpretado por Jean-Françoise Lapointe,
barítono canadiense, que sustituyó al anunciado Dwayne Croft; como la del
caballero de la Force, hermano de Blanche, interpretado por el tenor estadounidense
David Portillo. Con tamaña empresa
el MET no podía descuidar a los secundarios que brillaron en sus breves participaciones.
El coro del MET, con puntuales pero
capitales intervenciones, contribuyó a los momentos de más dramatismo de la
obra. Mención especial al “Salve Regina”
y “Veni Creator”, cántico de la
ejecución de las hermanas, que se va atenuando al final conforme van guillotinando
a cada una de las carmelitas.
Qué diamante ha encontrado el MET
con su nuevo director musical Yannick Nézet-Séguin. A sus 44 años ha firmado
varios años con la orquesta del teatro neoyorquino y tras la escandalosa salida
James Levine, nada como la estabilidad de este grandísimo director canadiense.
Su lectura de la obra de Poulenc fue irreprochable. De sobra es conocido el
nivel de esta orquesta, pero a sus mandos sonó como nunca.
En definitiva, este Dialogues des Carmélites fue una absoluta exhibición de talento
vocal. La producción y el resultado final del todo satisfactorios. Tanto es
así, que estoy convencido de que ésta grabación, no solo será comercializada en
DVD y Blu-ray, sino que se convertirá en referencia de una obra que, a pesar de
su corta discografía, es un auténtico tesoro.
DIALOGUES DES CARMÉLITES de Francis Poulenc
Blanche de la Force
|
Isabel Leonard
|
Madame de Croissy
|
Karita Mattila
|
Madame Lidoine
|
Adrianne Pieczonka
|
Soeur Constance
|
Erin Morley
|
Mère Marie L'Incarnation
|
Karen Cargill
|
Le Marquis de la Force
|
Jean-Françoise Lapointe
|
Chevalier de la Force
|
David Portillo
|
Director
|
Yannick Nézet-Séguin
|
Director de escena
|
John Dexter
|
Escenografía
|
David Reppa
|
Diseño de vestuario
|
Jane Greenwood
|
Metropolitan Opera House, Nueva York, 11 de mayo de 2019
Da gusto leerle.
ResponderEliminarLo que da gusto de verdad es leer comentarios y comprobar que los textos llegan a alguien, así que gracias. Un placer que le interese el contenido del blog.
EliminarSaludos
Esta ópera no he podido verla pero la he disfrutado mucho con sus comentarios. Gracias.
ResponderEliminarMarian G.
Muchas gracias por sus palabras y por tomarse el tiempo de dejar un comentario. Si tiene oportunidad de ver la ópera y, en concreto, esta producción, no le defraudará.
EliminarSaludos