Otello - Teatro Cervantes 2018/19 |
El pasado domingo pude presenciar
como bajaba el último telón que despedía la temporada lírica en Málaga.
Suponía el broche a una semana en la que la ópera ha sido protagonista en mi
ciudad. No en vano, después de una insistente presión mediática, se programaron
tres funciones de una ópera que, sumadas a la apertura del ensayo general,
depararon cuatro deliciosas veladas. Esto es: lunes, miércoles, viernes y
domingo de ópera en Málaga. Pellízquenme.
De la 30 temporada lírica de Málaga
ya escribí algunas líneas en su presentación,
cuando reseñé La Traviata de noviembre o Aida, el pasado mes de marzo.
A lo largo de todo el año, se ha ido alimentado la expectación por esta última
cita que, a todas luces, se presentaba como el plato fuerte de la temporada. En
la ópera, como en la vida, casi nada es gratis y casi nada ocurre por
casualidad. Si bien una cuantiosa inversión no es sinónimo de éxito, sí que
supone una garantía de ofrecer talento en todas sus vertientes. La porción importante del presupuesto, sin menospreciar la aclamada Traviata de Ainoha Arteta que abrió la temporada, se reservó para
este Otello y se notó. En cambio, fue la raquítica Aida la que pagó los platos rotos de la limitación presupuestaria. No
obstante, hay que felicitarse porque tres títulos hayan vuelto a la
programación y lo hayan hecho para quedarse.
Centrándonos en el motivo de esta entrada, hay
muchos asuntos que destacar. La vuelta a Málaga de nuestro paisano, Carlos
Álvarez, es, sin duda, lo más significativo. La presencia de un trío
protagonista, que formó con Jorge de León y Rocío Ignacio, de primer nivel
nacional, también es para sacar pecho. Como último ingrediente, que ha colocado
esta semana a Málaga en el centro del panorama lírico nacional, encontramos el
debut como Otello del mencionado tenor canario. A continuación, paso a analizar
la función a la que asistí el pasado domingo.
La producción del Teatro Principal de Palma, fue de
corte clásico, sin reinterpretaciones del drama shakesperiano. La proa de un
navío y su esqueleto, protagonizaron los cuatro actos. Con considerables
dimensiones, la estructura ideada fue girando en cada escena para dar sentido a
la trama, albergando personajes en el primer y tercer acto sobre la cubierta y
recreando la alcoba de Desdémona en sus entrañas. Visualmente fue llamativo
aunque funcionalmente dejó poco espacio en el escenario para el nutrido coro.
Uno de los aspectos más llamativos de esta propuesta escénica fue la recreación
visual, proyectada sobre el techo y los laterales del teatro, de una tormenta
al inicio de la obra. Consiguió sorprender y captar la atención del público.
La escenografía la completaron un par de velas
desplegadas que el encolerizado Iago fue rasgando en diferentes ataques de ira.
En el último acto, Desdémona rodeó el navío portando una vela con la que
consiguió una iluminación exquisita para la íntima canción del sauce. El
vestuario de los protagonistas y del coro fue correcto. No fueron tan
afortunadamente ataviados Lodovico y su séquito. En cuanto al maquillaje y
peluquería, se agradeció un Otello creíble y no alguno que parece Baltasar
sacado de la cabalgata de los Reyes Magos, por lo que, en este aspecto, un buen
trabajo de los habituales del teatro.
En cuanto al reparto, me declaro un incondicional
de Carlos Álvarez. El malagueño es,
sin duda, uno de los mejores barítonos verdianos a nivel internacional. Se
encuentra en un momento vocal dulce y resulta un gigante de la interpretación.
Su sola presencia aporta muchos quilates a cualquier función. Construyó un Iago
despiadado sobre el que recayó todo el peso interpretativo y vocalmente muy
sobrado. Pareció encantado de volver a Málaga y en los aplausos finales, en los
que el público se volcó, con razón, hizo un gesto con la mano de que volvería. No
hay mejor noticia. Cuando uno aborda por primera vez un rol, es razonable que
se cree a partes iguales expectación e incertidumbre. Le pasó al gran Jonas
Kaufmann, como ya comenté, en este mismo papel de Otello,
con dudoso resultado, por cierto. Que Jorge
de León es un buen tenor, no hay duda, que cantará Otello con solvencia en
un futuro próximo, diría que tampoco la hay. En esta primera aproximación al
rol, al menos en la función del domingo, empezó algo agarrotado y con la voz
engolada. Con el paso de los actos se fue soltando para acabar en un cuarto acto
sensacional con un dúo para el recuerdo. La soprano sevillana Rocío Ignacio fue una Desdémona
brillante. Su timbre en el agudo no me termina de gustar pero cantó con
sutileza el último acto dejando un gran sabor de boca. Otro protagonista de la
casa fue el tenor malagueño Luis Pacetti
como Cassio. Su voz es bella y más que suficiente para abordar este tipo de
roles. Un acierto que siempre se cuente con él como complemento de un buen
reparto protagonista. Por último, me gustaría mencionar a la mezzosoprano Marifé Nogales, más que correcta como
Emilia.
El Coro de Ópera de Málaga una vez más nos regaló
una gran actuación y van muchas. Su director Salvador Vázquez, ahora también en
labores televisivas con el programa Prodigios de RTVE, no ha descuidado su trabajo
a los mandos de este talentoso coro.
La dirección de la Orquesta Filarmónica de Málaga,
a cargo del italiano Marco Guidarini, fue reposada y sin estridencias. Realizó
una lectura nítida de la partitura con una sonoridad especialmente cristalina
en el último acto. En momentos faltó empuje, sobre todo en la tormenta del
inicio de la obra que, no por falta de capacidad, como se pudo demostrar en el
tercer acto, debió sonar atronadora. Lástima que, por el fervor mal medido del
público, nos perdiéramos los sobrecogedores acordes finales de esta obra y tras
los que sí proceden unos atronadores aplausos.
En definitiva, este Otello, clausuró una verdiana temporada que se presentó ilusionante
y ahora podemos afirmar que cumplió las expectativas. La lírica en Málaga muestra
signos de recuperación. Éste solo ha sido el primer chequeo médico, esperemos
que siga la mejoría y no haya una recaída.
OTELLO de Giuseppe Verdi
Otello
|
Jorge de León
|
Desdémona
|
Rocío Ignacio
|
Iago
|
Carlos Álvarez
|
Cassio
|
Luis Pacetti
|
Roderigo
|
Manuel de Diego
|
Emilia
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Marifé Nogales
|
Lodovico
|
Francisco Tójar
|
Director
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Marco Guidarini
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Director de escena
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Alfonso Romero
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Escenografía
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Miguel Massip
|
Diseño de vestuario
|
María Miró
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Teatro Cervantes, Málaga, 5 de mayo de 2019
Foto de Daniel Pérez
Foto de Daniel Pérez
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