21 de enero de 2019

Próximamente en cines: La dama de picas, 22 de enero, ROH

Vuelvo a las retransmisiones en directo de ópera en el cine. Será la primera vez en esta temporada y la ocasión bien lo merece. El repertorio operístico me gusta definirlo gráficamente como las zonas del plano de un metro de cualquier gran ciudad. Me explico. En la zona 1, de ese plano de metro imaginario, encontraríamos las obras principales, las más conocidas y, en definitiva, a las que todo nuevo aficionado se acerca por primera vez. Me refiero a las Traviatas, Rigolettos, Bohemes, Toscas, Carmenes, Don Giovannis, etc., a lo largo y ancho del globo. Hay obras limítrofes y otras claramente en la zona 2, aunque no por demérito artístico sino más bien por desconocimiento popular o conservadurismo de los programadores. Situados, con este ejemplo ilustrativo, en esa segunda fila encontramos La dama de picas de Tchaikovsky. Esta ópera es la segunda en importancia y representaciones del compositor ruso, por detrás de Eugene Onegin que ya reseñé hace un par de temporadas. Vamos a desgranar lo que se nos viene este martes.



¿Cuándo?
Martes 22 de enero de 2019 a las 19:45, en directo desde el Royal Opera House de Londres. Retransmitido en más de 140 salas de cine por Versión Digital, distribuidora con los derechos de ROH en exclusiva. Podéis consultar las salas de cine asociadas aquí y comprar las entradas.

¿Qué?
La dama de picas es una ópera en tres actos de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, con libreto en ruso de su hermano Modest Tchaikovsky, basado en un relato de Aleksandr Pushkin. La ópera se estrenó en el Teatro Mariinski de San Petesburgo en 1890 y en España no fue hasta diciembre de 1922 cuando pudo verse por primera vez en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. La duración estimada es de 3 horas y 30 minutos, incluyendo un intermedio.

Personajes
La Condesa. Aristócrata rusa de misterioso pasado, pues se rumorea que ganó una fortuna jugando a las cartas, abuela de Liza. Papel para mezzosoprano o contralto, de tesitura baja y breves pero destacadas intervenciones.
Liza. Nieta de la Condesa, enamorada de Hermann. Papel para soprano lírica sin muchos problemas.
Hermann. Enamorado de Liza pero obsesionado por el secreto de la Condesa. Papel de tenor spinto o dramático de gran fuerza y ampliada extensión.
Pauline. Amiga de Liza. Papel para mezzosoprano de coloratura. Su rol incluye también el de la pantomima del acto II.
Conde Tomski. Amigo de Hermann. Papel secundario para barítono; canta también el papel de Plutón en la pantomima.
Príncipe Yeletski. Aristócrata y jugador. Papel para bajo.
La Gobernanta. Antigua nodriza de Liza. Papel para mezzosoprano.
Chloe. Papel para soprano, canta en la pantomima.
Mascha. Camarera. Papel mínimo para soprano.
Tchekalinski. Del grupo de compañeros de Hermann. Papel breve para tenor.
Surin. Papel pequeño para bajo.
Tchaplitski. Miembro del grupo. Pequeño rol para tenor.
Narumov. Miembro del grupo. Breve papel para bajo.
Maestro de ceremonias. Papel episódico para tenor.
Catalina II. Personaje mudo, hace una entrada solemne en el segundo acto.

Argumento (vía Wikipedia)
La acción se desarrolla en San Petesburgo, Rusia, a finales del siglo XVIII.

Acto 1
Escena 1:
La trama de la ópera gira en torno a Herman, un oficial del ejército. Durante el reinado de Catalina la Grande (1762–96). Los niños están jugando en el parque de verano de San Petersburgo fingiendo ser soldados. Entran dos oficiales — Surin y Chekalinski —, el primero quejándose sobre su mala suerte en el juego. Afirman que otro oficial, Herman, parece obsesionado con el juego, pero nunca apuesta, siendo frugal y metódico. Herman aparece con Tomski, quien afirma que su amigo difícilmente se parece al que solía ser: ¿hay algo que le preocupa? Herman admite que está enamorado de una chica por encima de él socialmente, cuyo nombre incluso desconoce. Cuando el príncipe Yeletski, un oficial, entra en el parque, Chekalinski lo felicita por su reciente compromiso. Yeletski declara su felicidad mientras que Herman, a un lado, lo maldice con envidia. Yeletski señala a su prometida, Lisa, quien acaba de aparecer con su abuela, la vieja Condesa, conocida una vez como la Venus de Moscú. Mirando a Herman con estremecedora intensidad, las dos mujeres se dan cuenta de que lo han visto antes. Herman se da cuenta de que Lisa es su amada desconocida. Cuando Yeletski y las mujeres se van, Herman se pierde en sus pensamientos, al tiempo que otros oficiales hablan de la Condesa: también conocida como la Dama de Picas, ella tuvo éxito en el juego en su juventud intercambiando favores amorosos para obtener la fórmula victoriosa del Conde St. Germain, en París. Tomski dice que sólo dos hombres, su marido y, más adelante, su joven amante, conocieron alguna vez su secreto, porque ella había sido advertida por una aparición de que se cuidara del "tercer pretendiente" que intentara sonsacársela. Meditando sobre las tres cartas mágicas, los otros sugieren con ligereza que semejante combinación resolvería los problemas de Herman. Amenazado por una tormenta que se aproxima, todos se marchan salvo Herman, quien jura que descubrirá el secreto de la Condesa.

Escena 2:
En casa, Lisa toca la espineta mientras ella y su amiga Pauline cantan un dúo sobre la tarde en el campo. Sus amigas le piden oír más, de manera que Pauline empieza a cantar una balada triste, seguida por una canción para bailar. Conforme se incrementa el entretenimiento, Lisa permanece aparte, pensativa. Un ama de llaves riñe a las muchachas por entretenerse con danzas folclóricas y pide a las visitantes que se vayan. Pauline, la última en irse, le pide a Lisa que se anime; Lisa responde que después de una tormenta hay una bella noche y pide a la doncella, Masha, que no cierre las ventanas francesas que dan al balcón. A solas, Lisa expresa su infelicidad con su compromiso; se ha conmovido por el aspecto romántico de un joven en el parque. Para su sorpresa, Herman aparece en el balcón. Pretendiendo que se va a pegar un tiro por su compromiso con otro, Herman le ruega que se apiade de él. Cuando se oye a la Condesa llamar, Lisa lo esconde y abre la puerta a la anciana, quien le dice que cierre las ventanas y se vaya a la cama. Después de que la Condesa se retira, Lisa pide a Herman que se vaya, pero se siente traicionada por sus sentimientos y se abrazan.

Acto 2
Escena 1:
No mucho después, en un baile de máscaras, los camaradas de Herman comentan su obsesión con el secreto de las cartas victoriosas. Yeletski entra con Lisa, notando su tristeza y asegurándole que la ama. Herman recibe una nota de Lisa, pidiéndole que se encuentre con ella más tarde. Surin y Chekalinski murmuran detrás de Herman que él es el "tercer pretendiente" que descubrirá el secreto de la Condesa, luego se pierden en la multitud, al tiempo que Herman se pregunta si estará oyendo cosas. El maestro de ceremonias anuncia un tableau de pastoras. Lisa le entrega a Herman la llave de la habitación de su abuela, diciéndole que la anciana no estará allí el día siguiente, pero Herman insiste en ir esa misma noche. Pensando que el destino le está entregando el secreto de la Condesa, se marcha. La atención de los invitados se centra en la inminente llegada de Catalina la Grande, para lo que se toca una polonesa de O. Kozlovski, que es entonada como saludo a la soberana.

Escena 2:
Herman entra en la habitación de la Condesa y mira fascinado su retrato de cuando era joven. Sus destinos, así lo siente, están unidos: uno de ellos morirá debido al otro. Se esconde cuando se acerca la anciana. La Condesa lamenta los modales de hoy y recuerda su juventud, cantando "Je crains de lui parler la nuit" (aria de Laurette) de la ópera Richard Coeur-de-lion de André Grétry. Mientras ella dormita, Herman se levanta ante ella. La Condesa se despierta horrorizada cuando él le ruega que le revele su secreto. Cuando ella queda sin habla, él se desespera y la amenaza con una pistola — ante lo que ella muere aterrorizada. Lisa entra apresuradamente, sólo para descubrir que el amante al que ella entregó su corazón estaba más interesado en el secreto de la Condesa. Ella le ordena que salga y cae llorando.

Acto 3
Escena 1:
En su habitación en los barracones, conforme aúlla el viento invernal, Herman lee una carta de Lisa, quien quiere encontrarse con él a medianoche a la orilla del río. Imagina que oye el coro cantando en el funeral de la vieja Condesa, luego se sobresalta por una llamada a la ventana. Aparece el fantasma de la vieja mujer, anunciando que, contra su deseo, ella le debe decir el secreto de manera que él pueda casarse y salvar a Lisa. Aturdido, Herman repite las tres cartas: tres, siete, as.

Escena 2:
Junto al canal de invierno, Lisa espera a Herman: ya es cerca de medianoche, y aunque ella se aferra a la vana esperanza de que él aún la ame, ella ve su juventud y felicidad perderse en la oscuridad. Al final él aparece, pero después de murmurar unas palabras tranquilizadoras, empieza a parlotear salvajemente sobre la Condesa y su secreto. Sin reconocer ya a Lisa, se apresura a salir. Dándose cuenta de que todo está perdido, ella se suicida.

Escena3:
En un tugurio, los oficiales compañeros de Herman están terminando la cena y preparándose a jugar al juego de cartas llamado 'faraón'. Yeletski, quien no ha jugado antes, se une al grupo debido a que su compromiso se ha roto: "desafortunado en el amor, afortunado en el juego." Tomski entretiene a los otros con una canción. Luego Chekalinski lidera una canción tradicional de jugadores. Sentándose para jugar, quedan sorprendidos cuando llega Herman, enloquecido y ausente. Yeletski intuye una confrontación y le pide a Tomski que sea su padrino si al final acaba produciéndose un duelo. Herman, que sólo pretende apostar, empieza con 40.000 rublos. Apuesta al tres y gana, disgustando a los otros con su expresión maníaca. Luego apuesta al siete y gana de nuevo. En este momento, toma una copa de vino y declara que la vida es sólo un juego. Yeletski acepta el desafío de apostar en la siguiente ronda. Herman apuesta al as, pero Yeletski le enseña la carta ganadora — la dama de picas. Viendo al fantasma de la Condesa riéndose ante su venganza, Herman se suicida y, antes de morir, pide el perdón de Yeletski y Lisa. Los otros rezan por su alma atormentada.

Discografía
La grabación que tengo y recomiendo es la de Wieslaw Ochman, Stefka Evstatieva, Penka Dilova, Yuri Mazurók, Stefania Toczyska, Ivan Konsulov. Bulgarian National Choir y Sofia Festival Orchestra dirigidos por Emil Tchakarov. Sony Classical 3 CD, grabado en estudio, 1990 (puede adquirirse vía Amazon aquí).


La dama de picas está considerada, como comenté anteriormente, la segunda ópera en importancia de Tchaikovsky tras Eugene Onegin. Según las estadísticas de Operabase aparece la nº 48 de las cien óperas más representadas en el período 2005-2010, siendo la 2ª en ruso y la 2ª también de Tchaikovsky.

¿Cómo?
Esta nueva producción que llega a la Royal Opera House está ambientada en 1890, el año del estreno de la ópera. La propuesta del director de escena Stefan Herheim ya ha cosechado buenas críticas en Ámsterdam y supone el estreno en el Covent Garden de Londres.

A los mandos de esta función encontraremos al director titular Antonio Pappano, normalmente garantía de calidad y entendimiento con los cantantes. Éstos, como no podía ser de otra manera en un escenario de este nivel, de primera línea. A saber, el tenor letón Aleksandrs Antonenko, que ya debutó en Londres en 2011, será Hermann; y la soprano holandesa Eva-Maria Westbroek, de larga trayectoria y actual referente en repertorio wagneriano, interpretará a Liza.

En definitiva, La dama de picas, a pesar de ser uno de los títulos imprescindibles de Tchaikovsky, será desconocida para muchos aficionados, bien por estar cantada en ruso o bien por ser menos programada que otras obras. Esta, sin duda, es una ocasión inmejorable para acercarse a esta obra maestra y disfrutar con la propuesta escénica, que a buen seguro estará a la altura de lo que la Royal Opera House nos tiene acostumbrados.

26 de noviembre de 2018

La traviata en el Teatro Cervantes 2018/19

La traviata - Teatro Cervantes 2018/19

La 30 temporada lírica en Málaga se abría con un título de riesgo cero y más aún con un reparto encabezado por una diva, en toda la extensión del término, como la gran Ainhoa Arteta. La temporada, según esbocé en la anterior entrada, se presentaba muy prometedora y así lo ha confirmado esta primera piedra sobre la que habrá que seguir edificando, con sólidos argumentos, una programación anual digna de la sexta ciudad de España. Este buen camino, a mi juicio, no comienza ahora, sino que puso sus cimientos ya la temporada pasada con lo que bauticé como “efecto Turandot”.

A continuación, analizaré la función a la que asistí ayer domingo, no sin antes mencionar el éxito en taquilla, tanto de ésta como de la inaugural del viernes, y la apertura al público, previa invitación, del ensayo general. Ante tal circunstancia creo que cabría la posibilidad de plantearse programar un tercer pase entre semana y empezar a mirar de frente a otros teatros del panorama nacional.

La producción del Villamarta de Jerez, teatro hermano con el que se comparte bastante contenido, era de corte clásico. Vestuario, bailes, salones… todo lo esperado. Por tanto, en este sentido no cabe poner pega alguna, aunque tampoco se ofreció ninguna aportación novedosa que reinterpretara el drama verdiano. Si acaso, mencionar el manido recurso del espectro, visión o fantasmagoría al comienzo y final de la obra como álter ego de la protagonista. Una propuesta abierta a multitud de interpretaciones para cubrir el expediente de la originalidad por parte de la dirección de escena, en este caso, a cargo de Francisco López. Otra licencia desgraciada fue la incursión de un figurante ataviado con una cabeza de toro en el, ya de por sí plagado de clichés, coro de los toreros, que provocó un ridículo fuera de lugar. Aún no logro entender estos arrebatos de creatividad descontextualizados.

La escenografía fue adecuada a la propuesta con una iluminación muy cuidada. Interesante el fondo, en el primer y último acto, que, sin reflejar del todo, confería al conjunto sensación de amplitud. Calidez provenzal en el segundo acto cargada del espíritu campestre que caracteriza a este cuadro, siempre dentro del estatismo de muchas partes de la obra. El vestuario fue vistoso y acorde con el resto de la puesta en escena, con la merecida mención al trabajo del equipo de peluquería y maquillaje marca de la casa. El punto débil, a buen seguro, técnicamente insalvable, por las limitaciones del teatro, fueron las dilatadas pausas para los cambios de escenografía que dividieron, además de los tres actos, los dos cuadros del segundo. Casi sesenta minutos de pausa en total en una ópera de apenas dos horas de duración se antojan demasiados y hacen un flaco favor a la hora de mantener la tensión dramática de la obra.

En cuanto al reparto, el nombre de Ainhoa Arteta destacaba por encima del resto, todos ellos producto nacional. Muchos, seguramente, se acercaron al Cervantes movidos por el atractivo de ver a la guipuzcoana, con el acicate añadido de que sería su última interpretación como Violeta Valéry. Nadie puede discutir el talento descomunal de la soprano tolosarra pero, que ya no reúne las cualidades vocales para cantar este papel, es un hecho irrefutable. En el primer acto pasó verdaderos apuros para salvar dignamente la papeleta de los agudos, que no dio, y la agilidad requerida que no exhibió. Tiró de tablas y experiencia, que le sobran, para salir adelante a sabiendas de que su momento de lucimiento estaba por llegar. Así es este rol, el personaje evoluciona a lo largo de los tres actos pasando a requerir una soprano más dramática según avanza la obra. Por suerte para los asistentes la cosa mejoró y de qué manera. Ainhoa Arteta, a partir del segundo acto, empezó a coger vuelo y llegó a conmover con una interpretación comprometida y ya técnicamente portentosa. Un lujo para este teatro haber sido testigo de su última Violeta. El no menos conocido barítono onubense, Juan Jesús Rodríguez, fue el otro gran ovacionado de la noche. Su Giorgio Germont dejó claro que es uno de los grandes exponentes nacionales de esta cuerda. De voz bella y emisión incontestable cautivó al público con “Di Provenza il mar… “ en el segundo acto. El trío protagonista lo cerraba el tenor de crevillente, Antonio Gandía, que cantó por momentos un Alfredo muy disfrutable. A su actuación le faltó algo de redondez en comparación con la del barítono protagonista y los quilates de la soprano. Aun así, me gustó bastante pues no ha sido tan frecuente ver tenores de este nivel en temporadas anteriores. De los secundarios destacar a dos cantantes de la ciudad como son el tenor Luis Pacetti, en el rol de Gastone, con voz y presencia suficientes para este tipo de papeles y la joven promesa malagueña, la soprano Alba Chantar en el papel de Annina.

El Coro de Ópera de Málaga sufrió, en el primer acto, las consecuencias de una dirección a la medida por las dificultades expuestas anteriormente de la soprano. En el segundo acto, libre de ese corsé, se desató mostrando todo el potencial que es capaz de desencadenar sobre un escenario. Su director Salvador Vázquez volvió a salir reforzado como artífice de que el nivel de este grupo no decaiga.

La dirección de la Orquesta Filarmónica de Málaga a cargo de José María Moreno tuvo algunos altibajos ya señalados. Un director musical debe demostrar personalidad y a la vez velar porque todo funcione. Las exigencias o necesidades vocales de la soprano en el primer acto le obligaron a un tempo tan soporífero que hizo languidecer la línea musical. En otros momentos sí consiguió sacar todo el partido a la gran orquesta que tenía entre manos. En líneas generales una dirección ortodoxa que contribuyó al éxito de la velada.

En definitiva, La traviata supuso una inauguración grandiosa de esta nueva temporada lírica de cifra tan redonda en Málaga. El público, que asaltó las taquillas en pocas horas, vio colmadas sus expectativas como así lo atestiguó la rotunda ovación final que otorgó a los cantantes. Que siga la fiesta.

LA TRAVIATA de Giuseppe Verdi

Violeta Válery
Ainhoa Arteta
Alfredo Germont
Antonio Gandía
Giorgio Germont
Juan Jesús Rodríguez
Flora Berboix
Mónica Campaña
Annina
Alba Chantar
Gastone
Luis Pacetti

Director
José María Moreno
Director de escena
Francisco López
Escenografía
Teatro Villamarta
Diseño de vestuario
Azucena Rico y Cornejo

Teatro Cervantes, Málaga, 25 de noviembre de 2018

Foto de Daniel Pérez

20 de noviembre de 2018

30 Temporada Lírica en Málaga. Stage 1: La traviata

Ainhoa Arteta - Presentación de La traviata

Así de redondo suena y así de contundente se ha programado. Una cifra nada desdeñable estos 30 años de lírica en Málaga. A lo largo de este periodo ha habido de todo, como en botica, aunque servidor puede hablar con conocimiento de causa, desde que tiene edad y “conciencia lírica”, de la última década.

En alguna entrada futura hablaré sobre el estado de salud de la lírica a nivel global, en el caso que nos ocupa, la trataré desde el punto de vista local. En Málaga la lírica gusta y en el Teatro Cervantes, su residencia, la lírica llena. Esto no es chovinismo sino conocimiento empírico. Muestra de ello es que, según la información facilitada por la gerencia, se ha colgado el cartel de “no hay billetes” para las dos funciones programadas de La traviata, este viernes y domingo, días 23 y 25 de noviembre respectivamente. Tanto es así que se van a ofrecer invitaciones para asistir al ensayo general mañana miércoles. Esta circunstancia no es la primera vez que ocurre. Quizás iría siendo hora de plantearse programar una tercera función, que con seguridad tendría buena acogida entre el público y permitiría seguir creciendo para aspirar a jugar en la liga de los teatros del siguiente nivel.

Aquí he venido a comentar el primer título de la trigésima temporada, La traviata, antes repasaré el resto y los motivos que la hacen tan singular con respecto a las anteriores. Las dos propuestas que acompañarán a la ópera más popular, según las estadísticas de representaciones, también serán de Giuseppe Verdi, a saber, Aida y Otello, en marzo y mayo, respectivamente. Tener tres títulos en la temporada malagueña ya es una conquista pues, tras la 29ª del año pasado, atrás quedó la larga travesía del desierto por la que nos conminaron a vagar con tan solo dos oasis por temporada y siendo alguno de ellos un verdadero espejismo.

En esta ocasión, los títulos archiconocidos y la sobredosis de Verdi no son el principal atractivo, al menos para mí. Los nombres propios en los distintos repartos, son los que deberían hacer al público tirarse a degüello a por una entrada, o un abono si gusta asistir a las tres citas. La soprano tolosarra Ainhoa Arteta será el lujo en La traviata; el fantástico trío de Telón Producciones: Maribel Ortega, Mali Corbacho y Luis Cansino, lucirán en Aida; y la primera división, por retomar el símil deportivo, nos visitará con Jorge de León, Rocío Ignacio y nuestro inconmensurable Carlos Álvarez en Otello.

Volviendo ya a la primera cita que nos sobreviene este fin de semana, La traviata, tendremos una de las óperas, por la popularidad mencionada, más recomendadas para iniciarse en el género. Y es que el drama basado en la novela de Alexandre Dumas (hijo), La dama de las camelias, según las estadísticas elaboradas por Operabase se sitúa en lo más alto de la lista de las más representadas en todo el mundo.

Las venturas y desventuras que sucederán a Violetta Valéry y Alfredo Germont a lo largo de los tres actos, se presentan en Málaga en una producción de corte clásico estrenada en el Teatro Villamarta de Jerez. A este respecto nada novedoso que a priori funcionará. En lo vocal, el gran atractivo será presencia en el reparto de Ainhoa Arteta que con una voz de soprano lírico-spinto tendrá que pasar el examen del primer acto. Las expectativas también estarán puestas en el onubense Juan Jesús Rodríguez en el rol de Giorgio Germont, padre de Alfredo. Este barítono verdiano debutó en 2016 en el MET de Nueva York y es uno de los principales exponentes de este repertorio en nuestro país. Por último, de entre los principales, el tenor Antonio Gandía interpretará a Alfredo. Además de la Orquesta Filarmónica de Málaga dirigida, en esta ocasión, por el mallorquín José María Moreno contaremos con la garantía del Coro de Ópera de Málaga con su director a la cabeza, Salvador Vázquez.

Los mimbres están, veremos si el resultado es el esperado. En cualquier caso, aquí estaré para contarlo.

16 de noviembre de 2018

Rentrée

Andrea Chénier - Liceu 2017/18

Utilizo el término francés para ilustrar lo que supone esta entrada en el blog, que no significa otra cosa sino mi vuelta a la blogosfera de forma productiva.

Si bien el año 2017 se mantuvo, con 25 publicaciones, en los parámetros planeados originalmente en términos creativos, este año 2018 mis ocupaciones profesionales me han impedido mantener la línea deseada. Desde enero, un proceso selectivo de promoción en la Administración a la que pertenezco y que ha concluido satisfactoriamente, ha monopolizado todo mi tiempo libre durante meses. A lo largo de este periodo y aunque, muy a mi pesar, no he podido escribir sobre ello, he podido asistir a alguna que otra función de ópera que reseñaré brevemente a continuación.

El plato fuerte de la temporada lírica 2017/2018, no solo para mí sino, a mi juicio, para todo el territorio nacional, fue la visita de Jonas Kaufmann al Gran Teatre del Liceu de Barcelona. El tenor germano aterrizaba en nuestro país para cantar tan sólo tres funciones del Andrea Chénier de Umberto Giordano en la producción de David McVicar, estrenada en la Royal Opera House de Londres en 2015. La expectación ante tal acontecimiento fue desbordante y solo la tenacidad de quien me quiere mucho, mi mujer, nos confirió la posibilidad de acudir a la función del pasado 12 de marzo de 2018, con el reparto estelar, a saber, Jonas Kaufmann, Sondra Radvanovsky y Carlos Álvarez.

Muy probablemente sea la mejor velada de ópera a la que haya asistido nunca, por la expectativa, por lo que rodeó al viaje, -pues veníamos de pasar unos días en Praga-, por la compañía y, por supuesto, por lo satisfactorio del resultado. Horas y días después de semejante suceso, aún maravillado, habría escrito párrafos y párrafos intentando plasmar, no sin dificultad, en palabras las sensaciones experimentadas. Sin la capacidad analítica necesaria, ya diluida por el paso de los meses, brevemente puedo dejar constancia de que la triunfadora de la noche, contra todo pronóstico, fue la soprano norteamericana Sonda Radvanovsky, con una Maddalena de Coigny que ninguno de los asistentes olvidaremos nunca. Valga mencionar la atronadora ovación en La mamma morta que bisó y que literalmente puso el Liceu patas arriba. Mi paisano Carlos Álvarez, por suerte para nosotros, antes de caer enfermo unos días después y cancelar varias funciones, cantó e interpretó un sensacional Carlo Gérard. Por último, cerraba el trío protagonista el aclamado Jonas Kaufmann que cuajando una soberbia actuación, tal fue el nivel de los anteriores mencionados, que quedó eclipsado en una noche que fue a todas luces memorable.

Otra cita que no pude reseñar, más modesta pero que recuerdo con cariño, fue el Rigoletto del Teatro Cervantes de Málaga, el pasado 20 de mayo de 2018. Suponía el cierre de la 29 temporada lírica de mi ciudad, después de Turandot y Così fan tutte que ya analicé por aquí, y la confirmación de que la lírica volvía a despegar en la capital de la costa de sol. Próximamente escribiré sobre la prometedora 30 temporada que se presenta, con tres títulos, como la mejor en muchos años. La referida función de Rigoletto contó con el ubetense Damián del Castillo como barítono protagonista, Fabián Lara como Duque de Mantua, Olena Sloia como Gilda y un lujo como Sandra Ferrández, que venía de cantar la Condesa de Coigny en el Andrea Chénier del Liceu, en el papel de Maddalena. La producción lúgubre y sombría que recordaba a la de David McVicar en la ROH pero de saldo, no pasará a la historia. Lo más destacado de aquella velada fue la soprano ucraniana, vocalmente sobresaliente. A la batuta de la Orquesta Filarmónica de Málaga y el Coro de Ópera, el joven director de la casa Salvador Vázquez.

La culminación de mi particular temporada 2017/2018 apuntaba a la Lucia di Lammermoor del Teatro Real, en la función del 7 de julio, con Lisette Oropesa y Javier Camarena como estelares Lucia y Edgardo. Lamentablemente, la preparación de la oposición me impidió viajar y tuve que vender la entrada. El premio de consolación fue ver la emisión de una de las funciones en el programa El Palco de RTVE.

Ahora que he emergido de la montaña de apuntes que me sepultaba, doy por comenzada mi temporada lírica 2018/2019 y mi regreso a la ciber-esfera pública. Nos leemos.

7 de marzo de 2018

Così fan tutte en el Teatro Cervantes 2017/18

Così fan tutte - Teatro Cervantes 2017/18

Tras la prometedora inauguración de la temporada lírica en Málaga, como os conté en la entrada Turandot en el Teatro Cervantes 2017/18, y después del pasado recital del tenor norteamericano Gregory Kunde, llegaba la cita con Mozart y su Così fan tutte.

Esta ópera única y singular es una de las obras maestras del compositor salzburgués. De estructura geométricamente perfecta, por la simetría de las intervenciones, y temática controvertida, por las aseveraciones que hace sobre las mujeres, se trata de una obra ideal para dar rienda suelta a la imaginación de cualquier director de escena que decida reinterpretar este drama jocoso.

Sus posibilidades para lucir en una traslación temporal son infinitas, aunque en esta ocasión se nos presentaba en una producción clásica ya estrenada en 2010 con alguna pequeña revisión. Al tratarse de una producción propia, permite calibrar el nivel en el que se encuentra el teatro y su compromiso con la temporada lírica.

Tengo que admitir que el deseo que tuve meses atrás, al comienzo de la temporada, y que bauticé como “efecto Turandot” parece que se ha cumplido. En esta ocasión y a diferencia de la cita con la ópera de Puccini, que presentó algunas desigualdades, Così fan tutte destacó por lo equilibrado de la propuesta. Sin grandes alardes pero sin defectos a reseñar, en definitiva, se ofreció un discurso homogéneo y proporcionado.

Se llenó el teatro en las dos funciones programadas, viernes y domingo, esta última a la que asistí y que paso a comentar.

La producción estuvo dirigida por el murciano Curro Carreres. Poco riesgo en una propuesta clásica aunque con alguna licencia destacable. Últimamente parece que se ha asociado la presencia de desnudos en escena con modernidad. Los desnudos en la ópera me parecen una conquista y aportan veracidad e inmersión, pero han de ser procedentes o al menos tener cierta justificación, como por ejemplo en la corte de Mantua del Rigoletto de la ROH de Londres. Si son gratuitos y forzados para dar un toque de modernidad se corre el riesgo de patinar. Ocurrió al comienzo y final de la obra y los revolcones de los figurantes no hicieron más que desviar la atención de la magnífica obertura. En la primera escena, la de la apuesta, el telón que bajaron con las mismas baldosas que el suelo y el café se improvisó, me pareció un recurso ridículo y sonrojante que me hizo temer lo peor para lo que estaba por venir. Cierto es que ya había visto la estupenda escenografía que quedó al descubierto rápidamente y que enmarcó el resto de la función. Juan Sebastián Domínguez fue el responsable del espacio escénico que, si bien no varió un ápice, era suficientemente amplio y elegante para el desarrollo de toda la trama. Las proyecciones de vídeo que se pudieron contemplar mientras algunos solistas interpretaban sus arias más destacadas me parecieron tremendamente cutres y totalmente prescindibles. Un acierto la composición del duo que cantaron las hermanas al fondo del escenario mientras les masajeaban los pies, ejemplo de apuesta y acierto, ”Win-Win”.

En cuanto al reparto, prácticamente todo producto nacional, destacaría la uniformidad a nivel vocal de todos los cantantes que rindieron a buen nivel, sin interpretaciones inolvidables pero tampoco olvidables, lo que contribuyó al equilibrio general de la función. La soprano asturiana Beatriz Díaz como Despina, derrochó talento en la actuación y facilidad en la emisión. Vocalmente la más destacada de las voces femeninas con el toque de humor y desparpajo que su personaje requiere. La mezzosoprano Carol García en el rol de Dorabella también me pareció muy solvente en lo vocal, con un timbre y color atractivos abordando con seguridad la partitura de su cuerda. Alguna duda me dejó la soparano malagueña Berna Perles, con poca agilidad cuando tuvo que abordar coloraturas y cambio de color en el registro grave. Parecida suerte en las voces masculinas, con el barítono italo-español Enric Martínez-Castignani como Don Alfonso, que estuvo correcto; el barítono jiennense Damián del Castillo en el rol de Guglielmo con una voz rotunda y con proyección y que próximamente podremos ver como Rigoletto, y el tenor cordobés Pablo García López como Ferrando, al que le aprecié musicalidad pero falta de potencia.

El Coro de Ópera de Málaga, estratégicamente situado en el proscenio, brilló como es habitual. Aún siendo una partitura que le concede pocas opciones la aprovecharon para recordarnos que son uno de nuestros activos más preciados. Su director Salvador Vázquez, al que veremos esta temporada a los mandos de la orquesta con Rigoletto, tiene mucha culpa de ello.

La dirección de la Orquesta Filarmónica de Málaga a cargo de su titular Manuel Hernández Silva fue canónica. Personalmente eché en falta más brío sobre todo en el primer acto en los que el tempo tan mesurado languidecía. Aun así en el finale el sexteto se atropelló. Mejor en el segundo acto aunque en líneas generales fue una interpretación muy correcta para las dudas que me generaba a priori dirigiendo Mozart.

En definitiva, este Così fan tutte dejó muy buen sabor de boca por lo compensado de todos sus ingredientes. Aun no siendo novedad reconforta ver producciones propias a este nivel y que queden atrás los productos enlatados de dudosa calidad ofrecidos en tiempos pretéritos a una ciudad de esta talla. Sigo reconciliado con la lírica de mi ciudad embriagado por el “efecto Turandot”.

COSÌ FAN TUTTE de Wolfgang Amadeus Mozart

Fiordiligi
Berna Perles
Dorabella
Carol García
Despina
Beatriz Díaz
Ferrando
Pablo García López
Guglielmo
Damián del Castillo
Don Alfonso
Enric Martínez-Castignani

Director
Manuel Hernández Silva
Director de escena
Curro Carreres
Escenografía
Juan Sebastián Domínguez
Diseño de vestuario
Miguel Crespí

Teatro Cervantes, Málaga, 4 de marzo de 2018

8 de febrero de 2018

Ópera en el cine: Tosca ROH 2017/18

Tosca - ROH 2017/18

Esta ópera fue retransmitida en directo desde el Royal Opera House de Londres y ofrecida por Versión Digital para España en más de 140 salas de cine, a las 20:15, hora española, ayer 7 de febrero de 2018. Como dato relevante sobre el alcance global de estas retransmisiones en directo, destacar que la ópera fue proyectada en 1040 salas de cine de 28 países y en 9 idiomas diferentes.

Tosca fue casi unánimemente bien recibida a raíz de su estreno y no ha dejado jamás el repertorio más habitual en los más de cien años que lleva de existencia. Así lo atestiguan sus más de 540 representaciones a lo largo de las últimas cinco temporadas. Ayer la asistencia a la sala de cine fue multitudinaria como se podía esperar para una ópera en el top 5 de las más populares. Paso a comentar aspectos de la función.

La producción, como ya se adelantó en la preparación previa, del sudafricano Jonathan Kent ya se había visto en Londres y se ha comercializado en DVD y Blu-ray (puede adquirirse aquí). Se trata de una propuesta escénica de corte clásico y elegante, que pone toda la carne en el asador desde el minuto uno, con un primer acto deslumbrante gracias a la escalinata y la gran reja de la iglesia de Sant'Andrea del Valle, que permite la acción en dos niveles. Dicho acto culmina con la escena del Te Deum, con Scarpia situado abajo y el coro arriba tras la reja, siendo este momento la cumbre dramática de la función. Al contrario de lo que se espera de esta obra, la producción va perdiendo intensidad dramática conforme avanzan los actos. La oscuridad, imagino que más acusada en la sala de cine, se intenta salvar con primeros planos, pero en la oficina de Scarpia y aún más en el castillo de Sant’Angelo, está demasiado presente. El último acto, a mi juicio, el peor resuelto, muestra un cielo estrellado en el que pueden distinguirse constelaciones reales, todo un detalle. Por contra, mientras suena la voz del pastor al amanecer, un soldado se asea y se viste sin aportar demasiado al desenlace de la obra. Por este devenir decreciente, se acaba con la sensación de que lo mejor pasó hace rato.

En la escenografía, a cargo de Paul Brown, no encontramos ninguna complejidad técnica: tres actos, tres cuadros estáticos. Nada de artilugios mecánicos, salvo la biblioteca giratoria que da acceso a la sala del interrogatorio. Cuando el escenario es tan inmóvil, igual de válido que otro, requiere de una interpretación aún más comprometida y dinámica para que la tensión no desfallezca, cosa que ocurrió con frecuencia en la segunda mitad de la función. El vestuario fue correcto y en consonancia con la propuesta escénica. Si a alguien le pareció poco variado, hay que recordar que la acción transcurre a lo largo de un mismo día.

En líneas generales, esta producción, es fiel al libreto y tiene todo lo que cualquier aficionado podría esperar de una representación estándar. Sorprende, para bien, cómo está ideada la composición del primer acto pero el segundo y tercero pasan sin pena ni gloria como una representación más.

En cuanto al reparto, en esta ocasión sí que había grandes nombres, sobre los que tenía depositadas muchas esperanzas. La verdad es que cumplieron vocalmente pero siguiendo la tónica descrita y al contrario de lo habitual, fueron de más a menos. Quizás las limitaciones técnicas y cambios de volumen de la sala de cine contribuyeron a ello. La soprano canadiense Adrianne Pieczonka, tiene una gran voz, eso es indiscutible, ya en su madurez aborda el papel de Floria Tosca con unos matices muy interesantes. La última vez que la vi fue cantando la mariscala de El caballero de la rosa y ese aire de divismo le sienta bien. Su actuación fue otra cosa, más bien monolítica y poco convincente, salvo en el dúo con Cavaradossi del primer acto, con el que sí estableció conexión. El asesinato de Scarpia y los lamentos por la muerte de su amado, de broma. Por fin topamos con un tenor solvente en el páramo actual por el que vaga esta cuerda, y se agradece después del Duque de Michael Fabiano en el pasado Rigoletto del ROH. El maltés Joseph Calleja, tiene cualidades físicas y técnicas para abordar con garantías el rol de Cavaradossi y pudimos disfrutar de sus grandes hits en esta ópera, “Recondita armonía” y “E lucevan le stelle”. Solo le había visto interpretando a Macduff en Macbeth y tenía ganas de verle en un papel de más protagonismo. El barítono canadiense Gerald Finley también ofreció una interpretación muy completa como el temible Baron Scarpia. Trabajó a conciencia su actuación a nivel facial y fue más despiadado en el primer acto que en el segundo. Vocalmente lució aunque estuvo un peldaño por debajo de la pareja protagonista. Del resto del reparto todos estuvieron correctos destacando a Jeremy White con un buen papel de carácter como el sacristán. Simon Shibambu, al que es habitual ver en secundarios del ROH, fue Angelotti; Aled Hall, Spoletta y Jihoon Kim, Sciarrone. El pastorcillo en este caso no fue soprano ni mezzo, sino voz blanca, a cargo de Edward Hyde.

El coro del ROH, en esta ocasión con escaso protagonismo por exigencias de la obra, cumplió con creces en el primer acto, así como la escolanía que tanto vocal como escénicamente estuvieron a la altura de lo que se espera de este teatro.

A la dirección de la orquesta a cargo de Dan Ettinger, joven director israelí del que no tenía referencias, no le encontré casi ninguna pega. Una interpretación correcta, bien de tempo y respetuosa con los cantantes. Si aportar demasiado pero sin estropear nada. En esta ocasión el momento pedagógico en uno de los intermedios no lo protagonizó el director sino Gerald Finley al piano.

En definitiva, fue una Tosca bastante satisfactoria. Vocalmente de gran nivel protagonista y homogéneamente bueno de secundarios. Ya era hora de no encontrar alguna pata coja. Dramáticamente empezó arrolladora pero se fue deshaciendo dejando quizás un poso incierto que no hace justicia al global de la función.


TOSCA de Giacomo Puccini

Floria Tosca
Adrianne Pieczonka
Mario Cavaradossi
Joseph Calleja
Baron Scarpia
Gerald Finley
Spoletta
Aled Hall
Angelotti
Simon Shibambu
Sacristán
Jeremy White
Sciarrone
Jihoon Kim
Pastor
Edward Hyde

Director
Dan Ettinger
Director de escena
Jonathan Kent
Escenografía
Paul Brown

Royal Opera House, Londres, 7 de febrero de 2018